El debate en Podemos para definir la nueva hoja de ruta y la dirección que saldrá de su congreso extraordinario ha dado un salto cualitativo al dejar de reducirse solamente a nombres para profundizar en los proyectos y estrategias que los avalan. Los principales sectores del partido —pablistas, errejonistas y anticapitalistas— ya habían tomado posiciones de cara a las asambleas autonómicas y municipales, que precederán al congreso estatal, un ensayo general para medir fuerzas de cara al partido final, pero ayer Pablo Iglesias e Íñigo Errejón fueron un paso más allá al confrontarpúblicamente sus dos modelos en disputa. A estos dos sectores, se suma el de anticapitalistas, cuyas principales caras visibles son el eurodiputadoMiguel Urbán y la secretaria general andaluza, Teresa Rodríguez, una tercera vía pero que en el seno de la dirección madrileña ya venía manteniendo una alianza táctica con los pablistas.
Los procesos impulsados por los diferentes sectores en Madrid, epicentro de la batalla entre familias, llevan definiéndose y recabando apoyos entre los círculos apenas unos días, pero cuentan ya con los suficientes elementos para señalar sus coincidencias y diferencias. Las relaciones con otros partidos, el modelo organizativo, político y, sobre todo, la estrategia institucional y electoral son las cuestiones que están enmarcando la discusión.
Todos ellos coinciden en superar Vistalegre, es decir, en enterrar la maquinaria electoral que surgió de aquella asamblea fundacional para adoptar un modelo más a largo plazo, asentado en las instituciones, así como en adoptar una retórica que habla de participación, de “la gente” y de pluralidad, pero las diferencias son notorias. No solo en el fondo, también en las formas.
Springsteen vs. Coldplay
El sector errejonista apuesta por encarrilar la construcción del partido hacia parámetros menos transgresores, que seduzcan a una mayoría social no movilizada, alejada de la estética y la praxis activista, frente a lo que ellos mismos denominan “el Podemos de la protesta”, menos identificado “con los que faltan”. Un Podemos, en definitiva, más normalizado en la política institucional, que sea capaz de demostrar su capacidad para hacer política desde las instituciones, adquirir experiencia y llegar a las próximas citas electorales con los deberes hechos para llegar al electorado de los partidos tradicionales. Sin asustar. En palabras de la portavoz en el Ayuntamiento de Madrid y cara visible de la candidatura errejonista, Rita Maestre: “¿Se puede ganar sin los millones de votantes de los partidos tradicionales? No. Hay que unir a la gente en torno a demandas de sentido común”.
El sector errejonista apuesta por encarrilar la construcción del partido hacia parámetros menos transgresores, que seduzcan a una mayoría social no movilizada, alejada de la estética y la praxis activistaDesde el sector afín a Pablo Iglesias, el del Podemos rebelde, se apuesta por un proyecto más rupturista, que no se autocensure en el tono duro que lo caracterizó en sus inicios. La vuelta a la esencia fundacional, con una clara apuesta por revitalizar los círculos, la participación directa de las bases y los valores quincemayistas guían la propuesta que en Madrid encarna el portavoz en el Senado, Ramón Espinar. Al contrario que el sector errejonista, se apuesta por utilizar las instituciones para ser la voz de los movimientos sociales, revitalizar la calle, sin docilidad ni miedo a ser la expresión de la indignación, aun cayendo en un lenguaje menos inclusivo omenos transversal, como defienden los afines al número dos.
El propio secretario general se refería a este “tono” durante los dos mítines de En Marea en los que participó, criticando por contraposición a los que "no dan miedo", dejándose absorber en la política institucional como un partido más. "Mientras yo esté aquí, no vamos a ser como ellos", sentenció. En definitiva, moderados contra radicales. Los anticapitalistas comparten en buena medida las bases política y estratégica de los pablistas, no en vano han iniciado un proceso de debate que precisamente se denomina Reinicia Podemos. Un análisis del responsable del 'think tank' de Podemos,Jorge Lago, arrojaba luz sobre estos dos modelos: “Tenía más sentido ir solo de chico malo cuando se sabía que en su presente uno no podía permitirse mucho el lujo de la amabilidad en aras de la victoria final. Hoy, cuando ese capítulo final aparece cuando menos muy dudoso, es asignatura pendiente que esa fiereza se acompase también de una amabilidad no servil para hacer política”.
A estos mimbres para el 'nuevo Podemos', desde anticapitalistas añaden otros trazos, como son el municipalismo desde abajo, la autonomía local (desde el errejonismo se defiende una organización federal) y una mayor claridad a la hora de expresar sus intenciones, como muestra uno de sus ejes del proceso, el de 'vuelta a las plazas'. “El principal riesgo de Podemos es convertirse en un partido como todos los demás, en quedar asimilado a las instituciones y las reglas del sistema que queremos cambiar. Nuestro principal antídoto es recuperar el diálogo con los movimientos sociales y con todo el tejido ciudadano activo. Para ello, debemos acudir y crear espacios comunes y ciudadanos, reivindicar también la memoria viva del movimiento de las plazas, cuando el 15-M invirtió la apatía y la impotencia en la alegría y la capacidad política sin la que Podemos nunca habría existido. Nos proponemos tomar como espejo al 15-M y las nuevas formas de movilización frente al momento actual de bloqueo institucional. Sin movimiento no hay política: ¿cómo puede Podemos animar y conectarse con una nueva ola de movilización?”, reza el documento elaborado colectivamente en su primera asamblea. Las similitudes con la candidatura de Espinar son evidentes.
La vuelta a la esencia fundacional, con una clara apuesta por revitalizar los círculos, la participación directa de las bases y los valores quincemayistas guían la propuesta del sector pablista
En definitiva, lo que está en juego es un Podemos amable frente a un Podemos rupturista, de lo cual se deriva todo lo demás, con principal incidencia en la relación con los socialistas, un debate que desde antaño ha dividido a la izquierda más cercana al PCE con rupturas de por medio, pero también de Unidos Podemos. Estas etiquetas, con las que no se identifica cada sector, pues se las colocan los unos a los otros, se explican también con otras metáforas en el debate interno. Esto es, el Podemos duro, rockero, frente al del pop comercial. O como no se cohibió en esconder el Iglesias más mitinero en la campaña de las elecciones gallegas, Springsteen vs. Coldplay.
Carrillo vs. Anguita
La vía pactista con el PSOE, aun en condiciones de inferioridad, cuenta con un mayor predicamente entre el sector errejonista. Pablo Iglesias siempre desechó esta opción, en la línea de lo que en su día defendió Julio Anguita frente al “comunismo de derechas” de Santiago Carrillo, aunque públicamente hasta ahora el 'tono' ha obligado a tener cautela en las declaraciones al respecto. No tanto en los artículos académicos, principalmente de revistas extranjeras, como el célebre 'Understanding Podemos', donde se teoriza el objetivo de 'pasokizar' al PSOE. “No es lo mismo un Gobierno alternativo al del PP en el que la fuerza mayoritaria eres tú a otro en el que la fuerza mayoritaria sea el PSOE”, solía argumentar Iglesias para rechazar su posición de socio minoritario. Desde anticapitalistas, la consideración del PSOE como “partido del régimen” y, por tanto, como una fuerza incompatible con Podemos es más evidente, y no han sido pocos los comunicados que lo han subrayado: “PP, PSOE y Ciudadanos conforman un bloque político, que si bien no es monolítico,tiene como objetivo mantener el 'statu quo”.
De la relación que debe establecerse con el PSOE a la que debe regir con Izquierda Unida. Es decir, Podemos vs. Unidos Podemos. La disposición de Iglesias a construir unidad popular y el rechazo de Íñigo Errejón a integrar a todo lo que se identifique con la izquierda clásica se hicieron evidentes durante las negociaciones para la coalición previa a las últimas elecciones. En el contexto del debate actual, Jorge Moruno, responsable de discurso y cara visible del errejonismo, ha defendido que “para unir a todo lo que había a la izquierda del PSOE ya había opciones, Podemos vino a romper el tablero del régimen, no a fortalecerlo”.
La apuesta de anticapitalistas por la unidad popular también es nítida, ensanchándola a “todas las fuerzas del cambio en el ámbito estatal y en cada una de las naciones y territorios”. Unos posicionamientos que tendrán en Madrid su primera batalla, un ensayo general de Vistalegre, para el cual todavía no hay fecha pero en el que todos los sectores se están centrando ya. Las posturas anticapitalistas y las del sector pablista coinciden en lo fundamental, no así con las errejonistas. Y es que las diferencias son también estéticas: el puño en alto que utilizan Iglesias y sus afines frente al símbolo de la 'V' de victoria que utilizan Errejón y sus más allegados.
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