domingo, 18 de diciembre de 2016

La generación GRAMSCI...

Ni la izquierda ni la derecha dudan de que Antonio Gramsci (Cerdeña 1871-1937) es un pensador crucial en el debate de ideas políticas del siglo XXI. El concepto más valioso que aportó es el de “hegemonía”, la idea de que las élites no pueden imponerse solo con el uso de instituciones represivas (policía, ejército, sistema carcelario…), sino que necesitan cuajar una serie de dogmas cotidianos que generen sumisión consentida (por ejemplo, que siempre habrá ricos y pobres o que un asesor de Goldman Sachs trajeado tiene más credibilidad que un sindicalista que se viste en Decathlon). El talento del pensador italiano, diputado comunista, era tan evidente que el fascismo italiano decidió neutralizarle condenándole a prisión.

A pesar de las dificultades, los escritos de Gramsci siguen siendo vitales. De hecho, existe en España una brillante generación de ensayistas que están poniendo al día su legado. Hablamos de César Rendueles, Esteban Hernández, Carolina del Olmo, Alberto Santamaría y Emilio López Muiño.
Sus análisis son demoledores: “los de arriba” tienen infinitos recursos socioeconómicos y “los de abajo”, escasa organización, pero aun así animan a implicarse en la lucha política. “Pesimismo de la razón, optimismo de la voluntad”, que decía Gramsci. Casi todos ellos coinciden en su admiración por ensayistas claros y contundentes, muchos de ellos superventas, como Naomi Klein, Owen Jones, Terry Eagleton, Thomas Frank, Barbara Ehrenreich, Manuel Sacristán y Ramón Fernández Durán.

Errejón, explicado a los mortales

Las cinco firmas mencionadas se han ganado además el respeto de su gremio y son habituales en los grandes medios de comunicación. Ya no es raro encontrarte a alguno en televisión, programas de radio de amplia audiencia y periódicos de gran tirada. Las contraportadas de sus libros están llenas de elogios de figuras públicas como Joaquín Estefanía, Alberto Garzón o Santiago Alba Rico, entre otros intelectuales. Los cinco han hecho un esfuerzo por quitar el muermo a la izquierda, dotar sus libros de chispa periodística y no cerrarse a las grandes audiencias.
Su trabajo se puede comparar al de los chavales que idearon este vídeo viral titulado “Errejón subtitulado para los mortales (en cristiano)”. Por supuesto, Errejón es el mayor especialista en Gramsci en habla hispana (tanto en el campo teórico como en el práctico). Aquí nos explican en tres minutos el concepto de “hegemonía” en lenguaje tan llano que entra en lo macarra. Más abajo pasamos a un breve perfil de cada ensayista.

1. César Rendueles

Frederic Martel (Enrique Villarino)
Frederic Martel (Enrique Villarino)
Sin duda, el más popular de todos. Su currículum académico es brillante, desde una tesis doctoral elogiada internacionalmente hasta el impacto de su primer libro, ‘Sociofobia’ (2013), que lleva seis ediciones en España y ha sido publicado en media docena de países. Los lectores del diario 'El País' escogieron el texto como el mejor ensayo en castellano de aquel año. Rendueles (Girona, 1975) combina una densa erudición académica con un dominio de la cultura popular y los conflictos cotidianos. Como Slavoj Zizek y Terry Eagleton, escribe con la misma soltura de Hegel que de los chistes de 'Los Simpson'.
Estamos ante un autor ferozmente crítico con las dinámicas sectarias e identitarias de la izquierda tradicional, pero muy comprometido en encontrar caminos institucionales que garanticen los servicios públicos y la máxima distribución posible de los recursos. En los últimos años ha publicado ‘Capitalismo canalla’ (2015), ‘En bruto. Una reivindicación del materialismo histórico’ (2016) y la sustanciosa conversación con Joan Subirats 'Los bienes comunes' (2016). ¿Una de sus ideas clave? “El problema de la tradición de izquierda y emancipatoria es que llevamos la derrota metida en los huesos. No podemos confundir haber perdido tantas veces con pensar que no llevamos razón”, dice.

2. Esteban Hernández

Esteban Hernández. Foto: Salomé Sagüillo
Esteban Hernández. Foto: Salomé Sagüillo
Sobradamente conocido por los lectores de El Confidencial, es el menos propenso a posicionamiento ideológico. Su gran aportación es explicar cómo toman decisiones las élites, cómo mutan las prácticas de los gigantes corporativos y por qué las soluciones clásicas del sistema han perdido toda su eficacia. Irrumpió fuerte con ‘El fin de la clase media’ (2014), que recibió elogios unánimes en su explicación del derrumbe del pacto social en España, ese que decía que todo te irá bien en la vida si te licencias en la universidad, inviertes en una hipoteca y respetas el camino marcado por la tecnocracia neoliberal. Su segundo título, ‘Nosotros o el caos’ (2015), retrata los profundos cambios en la política de nuestro tiempo, con una nueva derecha populista que se ha convertido en dominante (mientras la gran mayoría de la izquierda mundial sigue sumida en sus rituales folclóricos y autorreferenciales).
Seguramente su mejor texto es 'Los límites del deseo. Instrucciones de uso del capitalismo del siglo XXI' (2016), donde traza una lúcida radiografía del momento sociopolítico. “En nuestra sociedad predominan la inseguridad y el miedo, especialmente (pero no solo) en lo material: unos no saben si van a llegar a fin de mes; otros están en buena posición, pero no saben cuánto va a durar en ese estatus; un tercer grupo piensa que puede que su vida está solucionada pero que la de sus hijos va a ser mucho más difícil, y otros piensan que quizá nunca se les dé una oportunidad. Vivimos en un equilibrio muy precario, en el que nada tiene pinta de ser seguro. Y cuando estás en una sociedad así, las complejidades son una fuente más de incertidumbre. La inseguridad y el miedo van a devorarnos”, explica.

3. Carolina del Olmo

Carolina del Olmo
Carolina del Olmo
Inicialmente se interesó por el urbanismo, especialmente en cómo las grandes ciudades se convierten en máquinas al servicio de las élites, mediante políticas públicas y privadas profundamente elitistas. Luego se volcó en la política de los cuidados y en cómo hemos llegado a un punto en que la crianza es prácticamente incompatible con el capitalismo actual. Lo explica magistralmente en '¿Dónde está mi tribu?' (2013), un ensayo que ha animado cientos de debates sobre nuestra vida cotidiana. “El libro de Carolina es como ‘El club de la lucha’, allá donde da una charla se funda un grupo de crianza centrado en intercambiar información y fomentar el apoyo mutuo entre familias”, me contaba hace poco un prestigioso librero.
¿Su tesis más polémica, antipática incluso para el feminismo moderno? Que son mucho mayores las presiones materiales para tener hijos que las presiones sociales para que las mujeres funden familias. “Vivimos de espaldas a la realidad de los cuidados, al hecho de que todos hemos sido niños, todos hemos estado o estaremos enfermos alguna vez y todos vamos a ser viejitos. Parece que fingiéramos que durante todo el tiempo y durante toda la vida somos individuos autónomos, sanos e independientes”, denuncia. ¿Otra idea esencial? “Mi distancia con ciertos feminismos es su terrible negatividad. Hay mucho de: "¿Y dónde están ellos?". Queda mucho que hacer para llevar a los hombres adonde deberían llegar, pero cada vez se habla más de la nueva paternidad. A mí no me apetece nada seguir discutiendo sobre si hay más o menos directivas en el Ibex 35, comparado con dónde están los padres conscientes, dónde están los hombres no competitivos, dónde los que defienden que la sociedad del cuidado es la buena. Hay que mujerizar a los hombres”, propone. ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a dejar de competir para empezar a cuidar?

4. Alberto Santamaría

Alberto Santamaría
Alberto Santamaría
Doctor en Filosofía, imparte clases en la Universidad de Salamanca. Sus textos recuerdan a gigantes del análisis cultural como John Berger, Terry Eagleton y Thomas Frank. También a los textos de Rogelio López Cuenca, seguramente el artista español actual más infravalorado. La tesis básica de Santamaría (Torrelavega,1976) es que quien tiene un enfoque militante de la cultura no es la izquierda, sino la derecha. “Los textos de la Fundación Botín afirman que el problema de la sociedad es la falta de creatividad, que por eso ellos deciden invertir en arte. Los Botín (sí, ¡los Botín!) nos acusan de que estamos adocenados, dormidos, que somos conformistas y que la creatividad es la clave para despertar. Pero ¿realmente quieren los Botín transformar la sociedad? ¿Fue acaso Emilio Botín un marxista reprimido y cansado de interpretar el mundo, que quería transformarlo a través de la creatividad?”. Santamaría es experto en textos breves y sustanciales que sacuden los tópicos dominantes en el mundo de la cultura, entendida en el sentido más amplio.
Ha publicado ‘La vida me sienta mal. Argumentos en favor al arte romántico previos a su triunfo’ (2015), ‘Si fuese posible montar una bruja’ (2016) y ‘Arte (es) propaganda’ (2016). El reciente y breve ‘Paradojas de lo cool’ es la mejor introducción a sus argumentos. “No quiero decir que el Ibex 35 se reúna los martes a las once para pergeñar venganzas contra la cultura, sino que hay en el ambiente una forma de visión de la cultura que es plácida para la derecha. Como señala David Deichter, mientras la izquierda se miraba el ombligo la derecha supo muy bien qué hacer con la cultura y con el arte. El neoliberalismo (como el liberalismo del XVIII tipo Hume o Adam Smith) ha sabido que buena parte del presente se juega a nivel sentimental, y que en la modulación del lenguaje y de los sentimientos es posible producir narraciones efectivas y edificantes”. Entre los grandes triunfos de la derecha destaca el mito individualista del emprendedor y reducir el debate cultural a cuestiones industriales como la bajada del IVA.

5. Emilio Santiago Muiño

Emilio Santiago Muiño
Emilio Santiago Muiño
Embebidos en debates electorales, nos hemos olvidado del problema más urgente e importante que afronta la humanidad. Por supuesto, hablamos de la crisis energética, los límites de los recursos alimentarios y el cambio climático. Para comprender estos conflictos en toda su complejidad, resulta imprescindible leer ‘Rutas sin mapa: Horizontes de la transición ecosocial’, premio Catarata de Ensayo 2016. “Podemos contar con aproximadamente un lustro para efectuar una gran intervención pedagógica con vistas a crear un estado de opinión pública capaz de conformar una mayoría social en pos del ecologismo. Me parece importante poner una fecha. Lo que intento decir es que ya no se puede organizar una transición ordenada. Cinco años es una fecha manejable a nivel mental. La oportunidad de hacer las cosas bien ya la hemos perdido. En nuestro escenario, ya nadie nos libra de unos niveles de sufrimiento social alto. Lo que quiere decir “cinco años” es que hay que actuar ya porque el panorama es muy sombrío. Ya no podemos tomar tierra de manera normal, solo intentar un aterrizaje de emergencia”, defiende.
El panorama que describe no puede ser más desolador. “Diría que parecemos condenados al ecofascismo. Puede ser que estemos dispuestos a cualquier cosa para no renunciar a esos pequeños privilegios. Quizá vamos a un escenario de élites encerradas en chalés, que para pagar sus caprichos condenan al resto del mundo a una especie de favelización”. ¿Qué cabe hacer contra eso? “Afrontar la crisis ecológica es un tabú político, ya que los partidos de izquierda y derecha saben que este asunto les hace perder votos. Nadie quiere hablar de decrecimiento, ni de austeridad de consumo, que no tiene nada que ver con la austeridad que impone la troika, sino con ser capaces de autorrestringir nuestros impulsos y deseos.
Es muy significativo que en el encuentro Un Plan B para Europa, que se acaba de celebrar en Madrid, no se hablase en ningún momento de límites de crecimiento económico o del deterioro ecológico. La idea de la izquierda y de muchos movimientos sociales es seguir creciendo para redistribuir”. Si queremos enfrentarnos en serio a este problema, Muiño propone recurrir a un sentido de la disciplina y de la comunidad similar al que unió a Europa para derrotar al fascismo en la Segunda Guerra Mundial. También es muy recomendable su ensayo '¡No es una estafa!, es una crisis (de civilización)', publicado en 2015.

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