«La ciencia es el mito más comprobado, pero sigue sin responder sobre el origen del universo»
Los dos científicos, más Kip S. Thorne que llega esta noche a Asturias, recibirán su Premio de Investigación con el reciente anuncio de la «astronomía multimensajero», que amplifica su descubrimiento de las ondas gravitacionales
GIJÓN
Rainer Weiss y Barry C. Barish tienen pintada en el rostro la felicidad de quienes han recibido en apenas medio año dos de los principales galardones al mérito científico en el mundo, que comparten con Kip S. Thorne. Su revolucionario descubrimiento de las ondas gravitacionales les ha valido el flamante Nobel de Física, que redondea el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica que también ha galardonado la iniciativa científica internacional LIGO, que posibilitó el descubrimiento. Y apenas unas horas antes de la llegada de Weiss a Asturias, ayer mismo, se anunciaba un nuevo y espectacular avance con el advenimiento de la llamada «astronomía multimensajero», que suma la potencia de observación de las ondas gravitacionales a las electromagnéticas en el registro de una colisión de estrellas de neutrones. Sonido y luz para los fenómenos más reveladores del cosmos.-¿Qué sabemos hoy del universo que no supiésemos anteayer?
-Barry C. Barish: Ahora conocemos con seguridad el origen de la ráfaga de rayos gamma, una ráfaga de luz que vimos de manera casual hace veinte años. Veíamos destellos de radiación electromagnéica. Pensamos que eran satélites espías, lo vieron por accidente. Ha habido muchas teorías, pero quizá la más divulgada era la que hablaba de la colisión de dos estrellas de neutrones, pero era solo una teoría, sin prueba material. Ahora sí sabemos lo que lo produce, y es la colisión de estas estrellas de neutrones.
-¿Qué esperan ver a través de esa nueva ventana?
-La nueva ventana de la que disponemos es la gravedad, las ondas gravitacionales, que nos permiten ver el universo de manera distinta. Lo que se anunció ayer fue la posibilidad de combinar la información de las ondas gravitacionales con lo que la astronomía siempre ha hecho. Esto es la novedad: la combinación de ambas informaciones. Es lo que llamamos la «astronomía multimensajero»: uno de los mensajeros son las ondas gravitacionales y el otro el resto de las ondas electromagnéticas.
-Ayer mismo, cuando le comenté a un conocido que iba a estar con ustedes e intenté explicar su descubrimiento me preguntó: «Está muy bien, ¿pero esto para qué sirve?» ¿Qué le respondo?
-(Barish mira a Rainer Weiss como pasándole la pregunta) Rainer Weiss:¡Me dejas siempre las difíciles! En realidad esa pregunta encierra otra: por qué nos dedicamos a la ciencia. Podemos hacerlo por muchas razones: para que seamos más saludables, en las ciencias médicas, para construir artefactos, con la ingeniería… No es ciertamente lo que hacemos nosotros. Lo que nosotros investigamos nos ayuda a comprender todo aquello que nos rodea. Y las personas se sienten más cómodas una vez que entienden cómo son las cosas. Para eso enseñamos ciencia en las escuelas. Un arco iris, por ejemplo, es algo maravilloso por sí mismo, pero cuando entiendes lo que pasa ahí dentro, consigues una gran satisfacción añadida. Y eso también se siente cuando entendemos mejor cuál es el incio del universo, qué tenemos alrededor, qué nos controla, qué sucede en la naturaleza… Es una forma de poesía, si quieres. Algo muy profundo que nos da sosiego y tranquilidad: entender aquello que nos influye en la vida.
-B: A todos nos gusta, de manera secundaria a eso, ver de que manera un descubrimiento afecta de modo práctico a la vida. Desde ese punto de vista, hay que pensar que teoría en la que todo esto está basado, la Relatividad General de Einstein, la necesitamos todos los días para trabajar, para seguir nuestro GPS… Otras veces las razones no son tan directas, sino que tienen que ver con lo que dice mi colega, con la curiosidad, algo inherente al hombre.
-¿Creen que el ciudadano medio ha asimilado los avances de la física del último siglo, que tiene un concepto aproximado del universo en el que vive, el que describen por ejemplo sus descubrimientos?
-B: En la sociedad moderno hay más libertad y oportunidades para decidir lo que quiere hacer, más allá de cubrir necesidades básicas; uno puede estudiar esto o lo otro. Es la curiosidad de la que hablábamos. Y es posible que alguien no entienda por qué el cielo es azul de la misma manera que puedo entenderlo yo, pero en todo caso mantiene esa curiosidad y tiene la posibilidad de recibir respuestas sencillas y convincentes. La ciencia tiene al menos la capacidad de responder a esas preguntas. Así que la respuesta es sí: hace años un ser humano medio solo estaba preocupado en sobrevivir.
-W: Cuando estudiaba cosmología me di cuenta de que todas las sociedades tienen su propio mito de la creación. Es algo innato al hombre preguntarse de donde venimos, de dónde salió todo y cómo todo avanza. Todas las culturas, también la nuestra, tenemos estos estos mitos, que tampoco están demostrados por completo; pero la ciencia nos permite al menos demostrar una parte de ellos. Cuando la gente se acerca a preguntarnos estas cosas no les damos grandes ecuaciones, y es algo que agradecen: les damos este tipo de historias, les contamos que el universo empezó a también de una explosión, hablamos de la radiación que podemos escuchar… Y siempre la gente te pregunta a continuación qué pasó antes de eso. Llega un momento en que, por supuesto, no tienes respuesta. Chinos, indios, nativos, aborígenes… tienen mitologías muy complejas y elaboradas sobre el principio del mundo. Nosotros tenemos nuestro propio mito más elaborado, más comprobado, pero seguimos sin responder a la pregunta sobre el origen más primigenio.
-En relación con ello, ¿qué papel juegan la creatividad o la imaginación en la construcción de la ciencia?
-B: La imaginación es un concepto más mundano, más relacionado con las artes. Nosotros no utilizamos exactamente ese término: lo que nos impulsa a hacer la ciencia es aceptar que no tenemos la repuesta y que queremos responder a nuestras preguntas. Intentar resolverlo con la mente, con la tecnología, saber que tenemos unos límites y querer siempre empujarlos un poco más allá.
-W: Puede que Kit opine algo distinto al respecto (ríe). En todo caso, yo no lo llamaría imaginación sino intuición. Igual que el capitalismo, la imaginación puede usar muy mal. La intuición tiene un papel increíble en mentes como la de Einstein: su matemática no era tan espectacular, pero su intuición sobre lo que podría ser cierto o no era excepcional, algo completamente infrecuente. El modo en que nosotros avanzamos en la ciencia procede de una combinación de teoría y experimento; ahí es donde nosotros encontramos nuestros límites tecnológicos y nuestro impulso de ir más allá, que es verdad que puede incluso imaginar cosas que no existen en la naturaleza.
-¿Dónde está ahora mismo ese límite del que hablan por lo que respecta a sus investigaciones?
-Para nosotros, el límite es la tecnología. Todo nuestro trabajo depende de eso, de la capacidad de medir, de registrar, de utilizar nuevos instrumentos. Todo lo que podemos hacer depende de eso. Nosotros hacemos un poquito más de lo que se suele hacer con ellos: cogemos la tecnología que existe y la exprimimos un poco. Pero el avance siempre depende de la tecnología disponible.
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