El Confi-Este año, España recuperará el nivel de PIB que llegó a tener en el año 2008, cuando estalló la burbuja inmobiliaria, e incluso lo superará. Pero lo hará con importantes diferencias regionales respecto a la composición que había antes de la crisis. Algunas zonas recuperaron ya en 2016 el nivel de renta que alcanzaron en 2008, mientras que otras no lo alcanzarán en 2017 y tampoco en 2018. Si hay un patrón claro en esta recuperación es que las regiones del Mediterráneo, Madrid y Canarias son quienes están tirando de la economía, mientras que las comunidades del norte se están quedando rezagadas, con la excepción de Navarra y el País Vasco que, por su condición de territorios forales, pudieron afrontar mejor las recensiones.
Según las estimaciones de BBVA Research, Asturias, La Rioja y Cantabria serán las únicas autonomías que en 2018 todavía no habrán recuperado su nivel de PIB previo a la crisis en términos reales. Todas estas regiones del norte tradicionalmente han sido más productivas y han experimentado tasas de crecimiento superiores a la media, sin embargo, en esta ocasión se unen factores coyunturales y estructurales que hacen que su recuperación esté siendo mucho más lenta.
Desde el año 2013, cuando se marcó el mínimo de la crisis, hasta el cierre de este ejercicio, el PIB español habrá crecido algo más de un 11,5%. Una recuperación de tal magnitud no se ha visto en otro país desarrollado, lo que muestra la inercia tan fuerte de la economía, pero este avance no será igual en todas las regiones: en las comunidades del Mediterráneo, el crecimiento superará el 12%, mientras que en el norte no llegarán al 10% (con la excepción de los territorios forales). Por ejemplo, en estos cuatro años, Asturias habrá crecido algo menos de un 7%, esto es, casi la mitad que Murcia, Baleares o la Comunidad Valenciana.
La lógica invitaría a pensar que la recuperación de la zona del Mediterráneo está siendo tan intensa porque durante la crisis su PIB cayó más, pero los datos muestran que no es así. Asturias, Cantabria y La Rioja fueron tres de las comunidades con un mayor desplome del PIB hasta 2013, superando el 12% en todas ellas, esto es, cuatro puntos más que la media nacional. Las regiones que mejor aguantaron la crisis fueron precisamente las de mayor renta per cápita: Madrid, Cataluña, Navarra y País Vasco.
Las previsiones para este ejercicio apuntan que el avance del PIB en las regiones del Mediterráneo casi doblará a las autonomías del norte. Según las estimaciones de BBVA Research, Baleares crecerá un 4,4%; Andalucía, un 3,5%, y Murcia, un 3,4%, todas ellas por encima de la media nacional. Por el contrario, Cantabria crecerá este año un 2,5%, Asturias, un 2,6%, y País Vasco o Castilla y León, un 2,8%, claramente por debajo de la media del país.
Las dudas sobre el crecimiento han llegado hasta el País Vasco, región que había soportado mejor la crisis, pero que también está perdiendo el tren de la recuperación. Para atajar esta situación, el Gobierno autonómico anunció la semana pasada un gran plan de inversiones públicas para reactivar la industria de la región ante el cierre acelerado de empresas. Esta región puede permitírselo gracias a su sistema foral, con el que contrarresta la desaceleración del norte de España pero, si no lo tuviera, podría enfrentarse a una realidad como la de Asturias, Cantabria, Galicia o La Rioja.
Playa y ladrillo
Los factores de corto plazo son los que más están influyendo, ya que la recuperación de la economía se está asentando sobre el turismo y la construcción, cuyo peso es mayor en las zonas urbanas y turísticas. En 2018, estos dos factores podrían empezar a agotarse, lo que ralentizará el crecimiento del conjunto del país y hará que el ritmo de las diferentes regiones sea más homogéneo. A pesar de ello, Asturias, Cantabria y La Rioja tendrán todavía niveles de PIB inferiores a los de 2008.
Sin embargo, el resto de sectores muestra un comportamiento similar, lo que indica que el problema puede ser algo más que la mera coyuntura de 'playa y ladrillo'. Las regiones del norte han basado una buena parte del potencial de su economía en el sector industrial; sin embargo, durante la crisis su nivel de producción ha perdido terreno frente a las regiones del centro y del Mediterráneo. Según los datos del INE, el sector relacionado con la industria (desde manufacturas hasta industrias extractivas, suministro de energía, agua, etc.) ha crecido casi un 6% durante la crisis (2008-2016).
Este avance no ha estado respaldado por muchas comunidades norteñas: en Asturias ha caído un 12,5%; en Cantabria, un 3,5%; en La Rioja apenas creció un 1,8%; en Galicia, un 1,4%; en Aragón, un 3%, y en Castilla y León, un 5%. Datos que muestran que las regiones del norte lo están haciendo peor incluso en los sectores en los que suelen despuntar. Por el contrario, en la Comunidad Valenciana, este sector se ha disparado un 17%, en Extremadura, un 10% y en Murcia, un 9%.
Este menor nivel de actividad se refleja en otras estadísticas, por ejemplo, en la del comercio mayorista y minorista. Este sector ha crecido un 6,2% en España durante la crisis, pero en Asturias se contrajo un 0,1% en este periodo y en La Rioja apenas ha avanzado un 0,9%; en Cantabria, un 1,1%, y en el País Vasco, un 1,5%. Por el contrario, en Andalucía ha crecido un 7,8%, en Murcia, un 8,5% y en Baleares se ha disparado más de un 15,7%.
Al margen de los factores coyunturales del ciclo, las regiones del norte se enfrentan a un problema estructural que no ha hecho más que aparecer
La evolución del empleo también refleja este desequilibrio entre el noroeste y el Mediterráneo. En una década (entre 2007 y 2017) España habrá perdido en torno al 8% del trabajo (datos de la EPA y estimación de BBVA Research para este año) y solo una autonomía recuperará en los próximos meses su nivel de ocupación: Baleares. Con estos datos, es evidente que la destrucción de empleo ha sido generalizada, pero más intensa en el norte: Galicia ha perdido el 11% de sus ocupados, País Vasco el 10% y Castilla y León y Aragón el 9%. Datos que contrastan con los de Murcia, región que solo ha perdido el 6% de su ocupación, o Andalucía, con el 8%.
¿Por qué saltan las alarmas?
Al margen de los factores coyunturales del ciclo, las regiones del norte se enfrentan a un problema estructural que no ha hecho más que aparecer: el deterioro demográfico. Este es un reto que tendrán que afrontar los distintos gobiernos en el futuro, ya que podría suponer un freno estructural para su crecimiento. El problema se presenta en dos caras que son, en realidad, la misma moneda.
Por un lado, se trata de una población muy envejecida. Tanto que entre las nueve regiones con una edad mediana más elevada, ocho son las del norte (solo se cuela Extremadura, en la octava posición). Según los datos del INE, la mediana de Asturias es de 49 años, en Castilla y León es de 48 años, en Galicia de 47 y en País Vasco y Cantabria de 46. Todas ellas claramente por encima de la media nacional, que es de 43 años.
Por otro lado, se trata de regiones que están perdiendo población, tanto por el envejecimiento de sus ciudadanos como por la migración del mundo rural a las ciudades más grandes. Así, Castilla y León ha perdido algo más del 4% de su población durante la crisis, Asturias, el 3,5% y Galicia, el 2,4%. En el extremo opuesto están Baleares, Madrid o Navarra, que han ganado algo más del 3%, mientras que Andalucía, Murcia y Cataluña han subido en algo más de un 2%.
Este deterioro demográfico, tanto por la migración de jóvenes como por el envejecimiento de la población, genera economías con mayores tasas de ahorro y menores niveles de inversión, lo que termina por afectar al crecimiento potencial. Es lógico que sea así, ya que mientras los jóvenes son más proclives a realizar nuevos proyectos, los mayores prefieren ahorrar para los años de jubilación. Según BBVA Research, el mejor comportamiento del sector de la construcción en las regiones del Mediterráneo y el sur en comparación con el norte se debe, en parte, a esta diferencia demográfica, ya que hay más jóvenes con intención de adquirir una vivienda que en las autonomías septentrionales.
El futuro en las comunidades del norte es preocupante, y si no reciben flujos migratorios (ya sean internos o externos), la despoblación irá acelerándose. Los índices de envejecimiento son una buena medida para anticipar cómo evolucionará la población en estas regiones, ya que miden el número de mayores de 65 años por cada 100 niños y jóvenes (menores de 15 años). Este índice en Asturias alcanza los 210 puntos, lo que significa que hay más del doble de mayores que de niños. En Galicia asciende a 193; en Castilla y León, hasta 191, y en Cantabria, País Vasco y Aragón supera los 140 puntos. Por el contrario, en Murcia, Baleares y Andalucía este índice no llega a 100, lo que significa que hay más niños que mayores.
Este deterioro demográfico pondrá más presión en estas regiones de cara a las próximas décadas. La importancia del envejecimiento y la despoblación está fuera de toda duda y el Gobierno y las comunidades autónomas ya están estudiando posibles soluciones en el marco de la Conferencia de Presidentes. En la reunión celebrada el pasado mes de enero, los responsables de los diferentes gobiernos acordaron desarrollar una Estrategia Nacional frente al Reto Demográfico y se comprometieron a aprobarla este mismo año 2017.
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