Expansión-La exvicepresidenta gana la primera vuelta con 21.513 votos, sólo 1.546 más que el vicesecretario de Comunicación (19.967). Ambos se disputarán el liderazgo el 20 y el 21 de julio. Cospedal, la gran derrotada (15.090 votos).
Soraya Sáenz de Santamaría venció en la primera vuelta de las primarias del PP con un estrecho margen de ventaja sobre Pablo Casado, que dio la campanada y se situó en segundo lugar, por delante de María Dolores de Cospedal, que queda fuera de la carrera por suceder a Mariano Rajoy en la presidencia del PP. Los días 20 y 21 de julio se dirimirá quién es la presidenta (Santamaría) o el presidente (Casado). El partido y la comisión organizadora quieren que ambos se coaliguen, pero el empate técnico entre ambos aleja esa posibilidad, sobre todo porque Casado quiere llegar hasta el final.
La exvicepresidenta del Gobierno durante los dos mandatos de Mariano Rajoy obtuvo 21.513 votos; el vicesecretario de Comunicación, 19.967; y la secretaria general, 15.090. A mucha distancia de ellos se situaron José Manuel García-Margallo (680), José Ramón García Hernández (668) y Elio Cabanes (185).
Es decir, Santamaría sólo le sacó 1.546 votos a Casado, que se ha convertido en el favorito para la victoria final. ¿Por que? Porque es el preferido de los compromisarios afines a Cospedal -que son muy numerosos- y a Margallo. Todos ellos sumarán sus fuerzas a las de Casado para intentar deshacer el empate técnico en la segunda vuelta en contra de su archienemiga Sáenz de Santamaría.
Así que, como Casado no quiere dar un paso al costado, serán los 3.184 compromisarios los que decidirán en el congreso extraordinario del partido, que se celebrará los días 20 y 21 de este mes. 2.612 de esos compromisarios fueron elegidos ayer por los afiliados en una jornada calificada de "histórica" por los populares. El resto (572) son miembros natos de la organización.
La participación ascendió al 86,8%, ya que depositaron sus papeletas 58.219 de los 66.706 afiliados inscritos. Se trata de sólo un 6,7% de la base total del partido, ya que el PP asegura que cuenta con 860.000 afiliados.
Ventaja
Una vez más, una gran parte de las bases se ha alineado con el candidato que se ha rebelado contra el aparato. Casado ha sabido encarnar la regeneración del partido y ahora parte con ventaja en la batalla por el voto de los compromisarios. Por eso ha asegurado en reiteradas ocasiones que no se integrará en ninguna candidatura, tampoco en el caso de quedar segundo, como así ha sido finalmente. Puede resistir esas presiones, porque es ajeno al aparato.
Así que ha tomado la delantera -sobre el papel- el candidato que ha presentado un programa más liberal en lo económico. El hasta ahora vicesecretario de Comunicación del PP aboga por "una revolución fiscal" que no es nueva, ni representa una estrategia de ventajismo electoral. Cada vez que tiene ocasión, Casado recuerda la entrevista que concedió a este diario durante la campaña de 2015, en la que abogó por reducir el tramo máximo del IRPF por debajo del 40%. "El 39%, o menos, es una cifra tremendamente simbólica. Sería un gesto muy importante", apuntó entonces.
Casado quiere reducir el Impuesto sobre Sociedades hasta "el 10%", incluso (el tipo mínimo actual es del 25%). Esto no le parecería dumping fiscal, sino "la sana competencia entre países", como ha venido asegurando durante la campaña. Además, Casado quiere suprimir algunos impuestos gestionados por las autonomías, como Sucesiones y Patrimonio.
Ahora que es uno de los dos candidatos finales, Casado le echará el lazo a Daniel Lacalle, economista jefe de la gestora de fondos Tressis, conocido por su acentuada visión liberal, que ya lo situó en la órbita de Esperanza Aguirre en 2015. "Soraya tiene a Montoro y nosotros a Lacalle", confrontan en el equipo del candidato. Es una manera de recordar que el exministro de Hacienda subió los impuestos decenas de veces durante los seis años y medio del Gobierno de Rajoy. Por contra, Casado quiere bajarlos tanto como sea posible.
Estabilidad ante todo
En la candidatura de Santamaría reinan el pragmatismo y la cautela. "Anteponer la experiencia de Gobierno y la estabilidad a determinadas medidas ideológicas" es el mantra. "Hay una enorme diferencia entre haber gobernado y no haberlo hecho", resume el exministro Álvaro Nadal, quien apoya a Soraya Sáenz de Santamaría como el resto del equipo económico del anterior Gobierno: Montoro, Fátima Báñez, Íñigo de la Serna, Alberto Nadal y Eva Valle, entre otros.
Pese a ese notable músculo económico, la candidatura de Santamaría ha decidido no presentar sus propuestas fiscales, laborales, de gasto público, pensiones, etcétera, hasta después de la votación. Ahora que ha pasado a la segunda vuelta, Santamaría comenzará a desgranar su programa económico concreto en las dos semanas que quedarían de campaña hasta la celebración del congreso.
"En el ADN del partido está esa concepción contraintuitiva de la política económica, que no va a corto plazo a ganar votos, sino a medio plazo a conseguir resultados", defiende un dirigente afín. "La única candidata" que asegura gobernar "con tensión baja" -la famosa cachaza de Rajoy- es Sáenz de Santamaría. Por resumirlo: si ella gana, la gestión y los resultados primarán ante todo, pero sin abandonar las líneas maestras del centro derecha.
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