¿Cubrirse o no hacer nada? Los gestores de fondos ante la guerra comercial de Trump
No todo es malo: las automovilísticas europeas podrían salir beneficiadas
- Algunos quieren invertir, pero los descuentos no son suficientes aún, y otros se han cubierto
La guerra comercial iniciada por Donald Trump y que toca los vértices de Estados Unidos, China y la Unión Europea tiene a todos los gestores de fondos en ascuas. Han de tomar decisiones sobre las carteras que gestionan para sus clientes pero la escalada de tensión, que parece no haber tocado fin, les hace ser prudentes por ahora.
La gran mayoría de ellos no están reposicionando sus fondos, aunque sí están estudiando minuciosamente cómo podrían hacerlo de establecerse un nuevo orden comercial entre las tres potencias. Una de las posturas más comunes es la utilizada por Bestinver, la mayor boutique de inversión en valor en España. “El efecto de la guerra comercial en nosotros es no actuar en vez de actuar. El descuento que algunas compañías empiezan a ofrecer por las tensiones comerciales no es suficiente todavía” como para tomar posiciones en ellas, considera Beltrán de la Lastra, director general de Inversiones de la firma.
El objetivo de Trump es favorecer a las compañías estadounidenses y volverlas más competitivas. Como dice su eslogan, “hacer a América grande de nuevo”, esto es, proteger las inversiones de su país y reducir el déficit comercial. Esta guerra comercial podría haberse desatado con la finalidad de reducir el déficit comercial con países como China, que concentraría el 60% de su déficit comercial. Frente a los 130.000 millones de dólares que exportó EE.UU. a China en 2017, las importaciones fueron de 500.000 millones de dólares. Sin embargo, las consecuencias podrían ser negativas para la economía norteamericana.
“Aunque inicialmente favorezca a una serie de industrias que pueda considerar claves para EE.UU., es inevitable la pérdida de empleo en otro tipo de industrias”, recuerda Welzia. Mid-Continent Nail Corporation, la mayor empresa de clavos del país, suprimiría puestos de trabajo e, incluso, podría estar abocada a un cierre, mientras que Harley Davidson deslocalizará parte de su producción fuera. “Lo que está claro es que ninguna guerra comercial ha ocasionado riqueza en los países, sino más bien tensiones y cierta desaceleración”, pone en contexto José Manuel Marín, su director de Gestión de Inversiones.
La otra línea de actuación visible es la seguida por Javier Herreros de Tejada, responsable de Iapetus Sicav (de BrightGate). El gestor tiene gran parte de su cartera expuesta a compañías globales en primera línea de fuego. Para mitigar el riesgo, lo ha hecho a través de opciones sobre el índice DAX (el mayor exportador del mundo) y reduciendo el peso de las automovilísticas. Ha rebajado significativamente su posición en Daimler y tiene la cartera cubierta en un 25%. Además, reconoce, “esta cautela va en aumento según van apareciendo más indicadores de que nos podemos estar acercando a final de ciclo”.
AL MAL TIEMPO, BUENA CARA
No todo parece ser malo en la guerra comercial. Los aranceles implantados por EE.UU. reflejan una oportunidad para que China refuerce el comercio con otros países, afianzando lazos con el eje Asia-Pacífico y sus compañías. Además, “para las compañías europeas de automóviles puede que se haya generado una oportunidad en el medio plazo”, considera Value Tree. China anunció en abril que abría sus puertas y eliminaría el límite de propiedad extranjera en el sector automovilístico. Así, las empresas extranjeras tendrán la oportunidad de producir sin tener que compartir la operativa y los beneficios con los socios locales como lo hacen hasta ahora.
Esta última medida se pondrá en marcha este año para fabricantes eléctricos, a partir de 2020 para productores de vehículos comerciales y, en 2022, para productores de vehículos de pasajeros
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