viernes, 12 de abril de 2019

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300.000 indecisos, claves para el resultado de las elecciones en Asturias

300.000 indecisos, claves para el resultado de las elecciones en AsturiasGráfico

Los partidos se vuelcan en atraer al elevado porcentaje del electorado confuso ante la creciente fragmentación y polarización política | PP-Ciudadanos y PSOE-Podemos, las opciones con mayor porcentaje de duda en el Principado

ANDRÉS SUÁREZOVIEDO.
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Más allá de la coincidencia general sobre una previsible victoria del PSOE en las elecciones generales del día 28, tanto en España como en Asturias, pocas cosas, prácticamente ninguna, se pueden asegurar con rotundidad sobre el resultado que arrojen las urnas. En una política cada vez más líquida, fragmentada y polarizada, los índices de indefinición del electorado a apenas dos semanas de los comicios alcanzan cotas nunca vistas. En el Principado, hasta un 44% de quienes ya han decidido que van a participar no tienen claro por qué papeleta decantarse, según el último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Tal nivel de confusión hace que las encuestas, por solvente que sea su ficha técnica, sean puestas inmediatamente en cuarentena. Esta compleja realidad convierte en decisiva la campaña que ahora comienza, con todos los partidos volcados en un mismo objetivo: atraer el disputado voto del indeciso.
Según el último CIS, de entre aquellos asturianos con derecho a voto que ya han decidido acudir a las urnas el 28-A, solo el 55,1% tiene claro a qué partido respaldará, mientras que un 44,3% aún no sabe por qué siglas decantarse. Haciendo una extrapolación de esos datos al censo regional, del orden de 320.000 asturianos desconocen a día de hoy qué opción política apoyar en esas inminentes generales. La relevancia del dato explica la incertidumbre que reina en los estados mayores de los distintos partidos, que más allá de las percepciones, de las sensaciones del escenario general y del contacto con la ciudadanía, ignoran qué resultado arrojará el recuento.

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Lo que suceda en Asturias, con siete escaños en juego, tiene su trascendencia nacional en la medida en que, a diferencia de los tiempos del bipartidismo, lo relevante ahora no es quién gana las elecciones sino quién, a través de alianzas, suma la mayoría necesaria para gobernar. Que el PSOE apunta a ser el partido más votado es algo que en prácticamente todos los frentes se da por descontado. La cuestión es si estará en disposición de aglutinar apoyos para que Pedro Sánchez repita en la Moncloa, preferiblemente sin necesitar a los independentistas catalanes aunque podría ser que esa fuera la única opción, o si las tres fuerzas de la derecha -PP, Ciudadanos y Vox- consiguen sumar los 176 diputados que otorgan la mayoría absoluta en el Congreso. Y en ambos casos, tanto por la izquierda como por la derecha, el desenlace puede depender de uno o unos pocos escaños.
Por culpa del imparable declive demográfico, en Asturias son siete -y no ocho como hasta ahora- los asientos en juego. Las encuestas publicadas recientemente, la del CIS y la que GAD3 realizó para este periódico, coinciden en situar al PSOE como vencedor de las elecciones, en un retroceso de la coalición PP-Foro y en la continuidad de Unidas Podemos y Ciudadanos en el futuro Congreso. Hay matices respecto de la traslación del porcentaje de voto a escaños, sobre todo en el caso de los dos grandes partidos, con dudas sobre si los socialistas tendrían dos diputados o ascenderían a tres y si la alianza de la derecha obtendría dos o se desplomaría a uno. También sobre la entrada o no de Vox en el Parlamento. Pero todos estos cálculos deben ser analizados con gran reserva en la medida en que hay miles y miles de asturianos que confiesan abiertamente que no saben qué hacer el 28-A.
El embrollo es tal que la indecisión de los asturianos oscila tanto dentro de un mismo espectro ideológico como de forma transversal. Es decir, que las principales dudas se dan entre aquellos que no saben si votar al PP o a Ciudadanos y entre quienes oscilan entre el PSOE y Podemos, pero no es despreciable el porcentaje de votantes que se pregunta si apoyar al PSOE o al PP o aquellos que se mueven entre el PSOE y Ciudadanos. El resultado es un cóctel preelectoral de imprevisibles consecuencias.
Esta nebulosa convierte en más relevante que nunca la campaña electoral. Hasta no hace mucho tiempo se decía que estas dos semanas previas a los comicios eran un tiempo de poca utilidad en la medida en que el grueso del electorado tenía ya más o menos claro su voto, pero con el deterioro del bipartidismo y la aparición de múltiples opciones políticas las cosas han cambiado, y mucho. Tanto que en las direcciones de los distintos partidos hay una directriz clara: amarrar el apoyo de aquellos a quien se considera afines, desde luego, pero sobre todo cortejar a quienes están instalados en la duda. Hasta la última papeleta contará el 28-A.
Y los mensajes son claros. En la izquierda predomina la apelación a la suma del mayor número posible de escaños para evitar que la derecha repita en Madrid la experiencia de Andalucía, donde gobiernan PP y Ciudadanos con el plácet de Vox. La apelación a impedir la llegada al poder de la «extrema derecha», en alusión al partido de Santiago Abascal, es una constante en los discursos de PSOE y Podemos, que pelean a su vez entre sí dentro de su espacio ideológico. Por la derecha las tres formaciones en liza compiten por ser la más votada a sabiendas de que, si consiguen sumar, aunarán fuerzas para desalojar a Sánchez de la Moncloa. La clave es quién de sus tres candidatos sería presidente.

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