El primer debate de la campaña electoral ha sido tremendamente útil para la abstención. No para combatirla, sino para fomentarla. Si los millones de indecisos que aún no tienen claro si votar ni a quién se hubieran quedado en casa viendo TVE para conocer mejor las propuestas de los candidatos solo habrían sacado en claro una cosa: estas elecciones son un error y ninguno de ellos quería estar ahí. Los espectadores, tampoco.
Los siete portavoces parlamentarios de los partidos se enzarzaron en un todos contra todos de monólogos prefabricados al mejor postor, casi siempre inconexos, donde cada uno colocaba sus mensajes sin responder al otro y achacaba el bloqueo al de al lado. Puestos a repartir culpas fue más original Irene Montero, la portavoz de Podemos, que de la repetición electoral empezó el debate echándole la culpa a Ana Botín y acabó encasquetándosela a Florentino Pérez, sin derecho a réplica por alusiones. Luego se le escapó un campechano “‘pa’ que la gente lo entienda” cuando explicaba la política social de Podemos. Además de con la España vacía, tal vez quería conectar con la España apocopada.
No fue Montero la única que se puso a buscar culpables cuanto más lejos mejor. Cayetana Álvarez de Toledo, que es muy cosmopolita, fue más lejos y de la ineficacia de lucha contra el cambio climático en nuestro país culpó a los padres de Greta Thunberg. El 'gag' no aportará solución alguna a la crisis climática ni aclara si el Partido Popular las tiene, pero es infalible como máquina de titulares y 'trending topics'.
No lo tenía fácil Adriana Lastra en un todos contra el PSOE y para defenderse repitió muchas veces España. Tuvo al menos una frase buena, que en 130 minutos de debate no es decir mucho decir, pero algo es algo: “La revolución se hace en el BOE, no en el tuiter”, le espetó a Irene Montero después de insistir por enésima vez en que la culpa del bloqueo político la tuvo Podemos. No aclaró, sin embargo, por qué el PSOE ofrecía un gobierno de coalición a Pablo Iglesias si tanta desconfianza le inspiraba. La portavoz socialista, que a su pesar hizo que muchos espectadores echáramos de menos a José Luis Ábalos, no sabía dónde mirar cuando balbuceaba, ni tampoco dónde meterse cada vez que Arrimadas y Álvarez de Toledo le preguntaban insistentemente cuántas naciones cree que tiene España. Nunca les respondió, por cierto.
Los siete portavoces parlamentarios de los partidos se enzarzaron en un todos contra todos de monólogos prefabricados al mejor postor
Aitor Esteban sí que apeló sin complejos al concepto de pluranacionalidad, solo faltaba. El vasco le dijo a Vox que ellos no hablan “con franquistas y fascistas” y Espinosa de los Monteros le replicó que ellos “tampoco hablan con racistas”. Antes el de Vox había empezado el debate diciendo que el principal problema de este país es el nacionalismo, luego lo acabó gritando “¡Viva España!”. Ah, y Gabriel Rufián, al que desde que sigue en su papel sin estridencias es fácil olvidarlo, insistía que en este país se mete a la gente en la cárcel por defender las mismas ideas que él mismo repetía en la televisión pública española. Sin estridencias ni coherencias.
Inés Arrimadas, a diferencia de Cayetana, Lastra y Montero, no fue 'trending topic'. Seguramente porque no tiene premio viral desterrar el tono crispado de la campaña pasada y hablar con calma pidiendo pactos de estado. La portavoz del partido naranja contrastaba su firmeza con los balbuceos de Lastra y su serenidad con la agresividad de la portavoz popular. Se esforzó en tratar de regañar menos para ilusionar más y hasta sonaba a ratos convincente, algo especialmente meritorio en un partido que ha cambiado tanto de rumbo. Lo que más debería preocupar en su partido es que en ningún momento se echó en falta a Rivera.
La portavoz del partido naranja contrastaba su firmeza con los balbuceos de Lastra y su serenidad con la agresividad de la portavoz popular
Iván Espinosa de los Monteros fue el único que logró dejar a Arrimadas sin palabras cuando le recriminó que si ahora estaban dispuestos a pactar con Sánchez ya podían haberlo pensando antes de repetir elecciones. Y Álvarez de Toledo, que buscó el encontronazo con Vox, fue a su vez la más eficaz replicándole a su portavoz, cuando presumía de ser el único partido que garantiza que no va a apoyar a Sánchez, que si hay algo que ha beneficiado al Partido Socialista en las urnas ha sido la llegada de Vox. La popular se aferró al argumento del voto útil insistiendo en que Pablo Casado es la única alternativa al presidente en funciones.
Solo sí es sí
Una de las partes más polémicas de la noche fue cuando Lastra, Montero y Rufián pidieron a Álvarez de Toledo que rectificara su posición contra la reforma del código penal para tipificar que el sexo sin consentimiento es violación “y diga que solo sí es sí”. La popular se negó, y calificó de “hecho dramático”, pero aislado, casos como el de la Manada de Manresa en el que una niña de 14 años fue violada repetidamente por varios individuos que no han podido ser acusados de agresión sexual, sino de abuso, porque al estar inconsciente la víctima el tribunal entiende que no hubo violencia. Tal y como está la ley, es como está tipificado.
Lástima que no hubiera ningún candidato capaz de preguntarle a Cayetana Álvarez de Toledo con argumentos además de indignación, si cree que el código penal necesita o no reforma alguna para que el sexo sin consentimiento sea violación o si le parece correcto que la víctima necesite en este país ofrecer resistencia para que el tribunal pueda considerarla como tal. No le pidieron a la popular que aclarara qué proponen ella y su partido para que se tipifique como agresión sexual los casos de violaciones brutales a personas en estado de inconsciencia (sea hombre o mujer) o a esas víctimas que se quedan petrificadas por el miedo a que las maten.
Quedó claro que la portavoz popular está en contra del “sí es sí” y a favor de la soberbia, pero no qué soluciones propone, si es que tiene alguna, para estos casos no tan aislados como ella dice. También podría Álvarez de Toledo pedir que se aclare qué significa dar consentimiento para evitar lagunas jurídicas o responder que quien cambió la ley que quitó la palabra violación del código penal fue el PSOE hace 25 años.
Pero eso hubiera sido en otro plató diferente, uno en el que se intercambiaran ideas y parecieran capaces de buscar soluciones además de votos. El mejor resumen del debate lo hizo Aitor Esteban: "Están ustedes poniendo muchas líneas rojas... alguno se las va a tener que tragar". A medianoche acabaron los siete el debate sin salirse del guion y pidiendo el voto a los espectadores. A los que quedaran despiertos.
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