OVIEDO
Adrián Barbón ya lo ha dicho en más de una ocasión: esto no es una batalla entre salud y economía. Según el presidente del Principado, no hay política económica más efectiva que salvar vidas, pero una vez controlada la expansión de la pandemia, llega el momento de flexibilizar las medidas restrictivas para entrar en un escenario desconocido, la llamada «nueva realidad». En este contexto, el fin a las limitaciones a la movilidad entre comunidades marcará un primer punto de inflexión a partir del próximo domingo, fecha en la que se levanta el estado de alarma. Asturias pretende atraer al turista nacional promocionándose como destino seguro, pero teme que la apertura de fronteras genere nuevos rebrotes. En juego hay un negocio de más de 900 millones, que es la cantidad que los visitantes nacionales se gastaron el año pasado en Asturias.
Cuatro de cada cinco turistas que visitan Asturias son españoles, según los últimos datos recogidos por el Sistema de Información Turística del Principado (Sita). De ahí la importancia que tiene para el sector el visitante nacional. Otro dato que explica la relevancia de la apertura interna de fronteras, incluido en el mismo estudio, es el que señala que el 70% de los foráneos que se acercan a la región lo hace en coche. Con estas dos premisas, los profesionales asturianos del sector esperan que el próximo domingo marque un antes y un después en esta nueva etapa.
Los datos de la Encuesta de Turismo de Residentes de 2019, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), reflejan que los turistas nacionales se dejaron el año pasado en Asturias 922 millones en sus viajes. Casi un tercio, 294 millones, fue dinero gastado por madrileños. El gasto medio por persona fue de 190 euros y el gasto medio por persona y día de 50 euros. Por orden de procedencia, la segunda comunidad que más turistas aportó al Principado fue Castilla y León. El tercer cajón del podio lo ocup el País Vasco.
Consciente de la importancia del mercado español, el Gobierno asturiano ya anunció a finales del mes de abril que movilizará más de ocho millones de euros para apoyar a las empresas turísticas afectadas por la crisis y para promocionar la región en el ámbito nacional como un lugar seguro de vacaciones por sus valores de sostenibilidad, preservación del medio ambiente, calidad y ausencia de masificación.
El equilibrio de la balanza
Adrián Barbón afirma que «Asturias es una tierra acogedora, y lo va a seguir siendo». El presidente del Principado niega que exista trato discriminatorio hacia los residentes de ninguna comunidad pero defiende la limitación de movimientos entre comunidades autónomas al alegar que «todas las comunidades autónomas deberían de pasar por la fase 3 del Plan de Desescalada antes de recuperar la movilidad, como garantía sanitaria para las comunidades que sí lo hemos hecho».
Pero el Gobierno central no tiene más herramientas que el estado de alarma para limitar esos movimientos, de ahí que tanto Barbón como el presidente d la Xunta de Galicia, Alberto Nuñez Feijoo, hayan reclamado la elaboración de una normativa que contemple este tipo de limitaciones en casos excepcionales como el actual.
Y es en este punto es en el que surge el debate. Por un lado, el impacto de la crisis sanitaria en la economía exige la apertura del sistema productivo cuanto antes. Por otro, un paso en falso puede obligar a volver a la casilla de salida y las consecuencias de este retroceso serían demoledoras. Sin embargo, si se tiene en cuenta que las fronteras internacionales para los países de la zona Schengen -a excepción de Portugal- se abren el próximo domingo, resulta complicado justificar que no puedan hacerlo los de otras comunidades españolas.
La enfermedad, controlada en Asturias
El principal temor que supone la apertura de fronteras es que surjan rebrotes. En estos momentos, el coronavirus está controlado en Asturias. La cifra de fallecidos a causa de la enfermedad lleva estancada tres días y el número de contagios se mantiene estable. Además, la presión hospitalaria está en mínimos desde que se decretó el estado de alarma, ya que hay 7 personas en planta y 8 en UCI. «En esta crisis hemos demostrado lo que vale nuestra tierra, la fuerza de sus gentes, las oportunidades que ofrece y la calidad de vida que hay», sentencia Barbón, que no quiere que la precipitación eche por tierra lo que considera un trabajo bien hecho.
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