Juan Miguel de la Guardia, el arquitecto del Ensanche
El Oviedo del siglo. La asociación Tribuna Ciudadana se suma a la petición de Los Franciscanos de nombrar hijo adoptivo a título póstumo al «padre del urbanismo moderno»
En 1894, las viviendas de los braceros y los pobres de la Vetusta, en ese entonces más de Clarín que de cualquier otro, estaban la mayor parte de ellas situadas en calles estrechas o callejones sin salida, en «barrios ocultos», inhabitables, ya por la humedad, la falta de luz y por el escaso espacio, «constituyendo en sus moradores un motivo más» para la bajeza moral. Son palabras de Juan Miguel de la Guardia Ceinos (Cantabria, 1849; Oviedo, 1910), el arquitecto municipal que dio vida y forma al urbanismo moderno del siglo XX de la ciudad y para el que ahora, 110 años después de su muerte, la plataforma cívica de los Franciscanos pide el honor de que el Ayuntamiento lo nombre hijo adoptivo de la ciudad a título póstumo.
El camino es largo y terminó a pocos metros de la tumba de Leopoldo Alas, en el cementerio de El Salvador, donde descansan los restos de De la Guardia. Eso sí, lo que aún queda de su legado -el que ha resistido al afán de la piqueta del último cuarto del siglo pasado-, que es muy rico y nutre de modernismo burgués la zona central y el Ensanche, perdura impasible. Llegó al Ayuntamiento, nombrado por el entonces alcalde Longoria Carbajal, el 21 de agosto de 1882, y desde entonces hasta su muerte, veintiocho años después, comenzó a proyectar sin descanso. Casi medio centenar de obras lo atestiguan. «En ese entonces», recuerdan los Franciscanos a este diario, «la ley permitía a un arquitecto municipal ejercer su profesión libremente», lo que le permitió ser tan prolijo.
El kiosco de la música del paseo del Bombé, la plaza de toros de Buenavista, la plaza del Pescado de Trascorrales, el desaparecido palacete de Concha Heres, Villa Magdalena, la casa del deán Payarinos o el cuerpo central de la iglesia de Las Salesas, así como «el 60% de los edificios de la acera derecha de las calle Uría y Fruela», continuan los defensores del pulmón verde de Oviedo, son solo una pequeña parte de su legado.
Por desgracia, no todo sobrevivió al paso de los años. De hecho, el palacete de Policarpo Herrero en la plaza de San Miguel, el palacio del conde de Rodríguez-San Pedro en la esquina de la calle Uría con Toreno o la antigua casa de José González Herrero, en González Besada, no pudieron resistir al paso de la piqueta. Otros, en cambio, fueron remodelados hasta casi desaparecer, como el Banco Asturiano (remodelado por su sucesor Julio Galán Carvajal tras el incendio de 1911 y su devastación en la Revolución del 34). «Además del rigor y control que se impuso a sí mismo y el estricto seguimiento de todos sus planes de urbanismo, cuyas líneas maestras aún prevalecen, Juan Miguel de la Guardia, en línea con cuanto veía en sus frecuentes viajes a París para estudiar la obra del gran Georges Eugène Haussmann, dotó a Oviedo de un empaque arquitectónico de primerísimo orden hasta el punto de ser tenidas Oviedo y San Sebastián, como referentes en cuanto a morfología urbana y elegancia de las capitales de provincia españolas», glosan los defensores del Campo de San Francisco y del reconocimiento al arquitecto.
En ese sentido, De la Guardia está considerado como el padre del Oviedo moderno en términos arquitectónicos. «Supo dar entrada a la vieja ciudad en el más estricto sentido de la palabra», relatan, planificando todo el entramado del Ensanche en su enlace con la entonces nueva estación del Norte y el Campo.
«El gran olvidado»
Por eso, la plataforma ya ha solicitado que se le dote al nombre de un honor «merecido», ya que, en sus propias palabras, «ha llegado el momento de que Oviedo haga justicia con el gran olvidado durante 110 años y se le sitúe en el puesto que verdaderamente le corresponde» otorgándole el título de hijo adoptivo.
Para ello, el colectivo ya cuenta con el beneplácito de toda una serie de organismos y particulares adscritos a la petición tales como el Ridea, el Ilustre Colegio Oficial de Arquitectos del Principado de Asturias, la Asociación Amigos de Vetusta, Lancia y Pilares, la catedrática de Historia del Arte de la Universidad, Pilar García Cuetos, y el más reciente -el pasado viernes-, el de Tribuna Ciudadana.
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