Las Cajas de Castilla León, apretadas, unirán destinos.
Las cajas de Castilla y León se fusionarán en una única marca por la presión del Banco de España
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@Eduardo Segovia - 30/07/2009 06:00hDeja tu comentario (6)
El presidente de Caja España, Santos Llamas (Efe).
Caja España, Caja Duero y Caja Burgos han modificado su proyecto inicial de fusión ante el rechazo del Banco de España al modelo planteado: una especie de holding con una dirección única y el mantenimiento de redes, marcas, balances y obra social de cada entidad. Al final, han tenido que pasar por el aro y adoptar una fusión 'de verdad', con la integración total de las tres entidades en una sola que tendrá una nueva marca aún por definir, según confirman fuentes de las entidades implicadas. El gobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez ha puesto como fecha tope el 15 de septiembre para que le presenten el plan de fusión, que necesitará dinero del FROB para salir adelante.
La consultora encargada del plan de fusión, KPMG, ha tenido que redireccionar su trabajo, primero para incluir a Caja Burgos -inicialmente el proyecto sólo contemplaba a Duero y España-, y ahora para cambiar la idea del holding por una verdadera integración. Las fuentes consultadas afirman que todavía no han recibido el plan diseñado por esta firma, y que esperan que esté listo a lo largo del verano para poder someterlo a los consejos de las entidades implicadas y, posteriormente, presentárselo al Banco de España en el plazo estimado.
El planteamiento inicial de la fusión chirriaba mucho a cualquier observador, tal como puso de manifiesto S. McCoy. Se trataba de la creación de una entidad financiera indefinida –sin la consideración jurídica de caja- que amparaba ambas instituciones (ahora tres) y establecía un órgano de gobierno homogéneo del que dependían las filiales como si de un holding se tratara, eliminando las duplicidades a nivel organizativo. Esta estructura sui generis se justificaba oficialmente por la fuerte implantación local de las entidades y las marcas, algo muy relevante en una región con tantas rivalidades entre capitales como Castilla y León. Pero la sospecha que siempre ha sobrevolado el proyecto es que se hacía así para mantener el poder de todas las instituciones públicas implicadas y los puestos de trabajo actuales de los políticos después de la fusión.
Una integración tan descafeinada sólo tenía como justificación el tamaño para acceder a los mercados internacionales, un argumento bastante discutible dado el hundimiento y rescate público de buena parte de los mayores bancos del mundo. Porque esta fórmula no permitía diversificar el riesgo de balance, obtener sinergias de costes o resolver el solapamiento geográfico. Y dada la situación del sistema financiero español, en el que se trata de la subsistencia de las entidades en un nuevo entorno, un proyecto alejado de la ortodoxia y sin beneficios económicos como éste no tenía mucho sentido.
Así lo ha entendido el Banco de España, que ha vuelto a dar muestras de su política de mano dura con las fusiones de cajas; recuerden la exigencia de que la fusión de las cajas del Vallés incorpore más entidades para alcanzar un mayor tamaño; las reticencias al proyecto de unión de Caixa Catalunya con las cajas de Tarragona y Gerona; o la dura batalla para conseguir el control absoluto de los órganos de gobierno del FROB; o la exigencia de que Cajasur se fusione y el rechazo de sus planes para poder sobrevivir en solitario.
Grandes obstáculos por delante
Claro que la exigencia de una fusión de verdad implica grandes problemas, desde la creación de una nueva marca hasta la due diligence de rigor para descubrir las posibles sorpresas en el balance de las cajas implicadas (y después de Caja Castilla-La Mancha, nadie se fía de nadie en las cajas), pasando, por supuesto, por el reparto de poder entre la comunidad autónoma, diputaciones y ayuntamientos, y la reubicación de los cargos políticos.
Pero quizá el principal obstáculo que hay que vencer es la inevitable reducción de oficinas duplicadas (o triplicadas en muchos casos), con los consiguientes despidos. Algo que puede crear un malestar social mucho mayor que la desaparición de las marcas -por otro lado, Caja Duero y Caja España tampoco son marcas históricas, sino resultado a su vez de sendas fusiones- y avivar la rivalidad entre ciudades en términos de "ganadores" y "perdedores" de la fusión.
Precisamente, para cubrir estos "costes de reestructuración" es para lo que se va a pedir dinero al FROB, aunque también se utilizará para "limpiar balances" (de activos de mala calidad como créditos morosos e inmuebles), según las fuentes citadas. Todavía no se ha estimado la cantidad necesaria, que también se reflejará en el plan que está elaborando KPMG.
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