martes, 6 de abril de 2010

Gráficos con veneno.

Que apuntan al corazón español.

Dos gráficos que pueden dar la puntilla a la piel de toropetróleo, euro,

@S. McCoy - 06/04/2010 06:00h

A lo largo de los últimos meses hemos tratado en Cotizalia de convertir las cuestiones relacionadas con la energía, aprovisionamiento y estrategia, en objeto de análisis continuo, dada la trascendencia que tienen sobre las relaciones internacionales y la competitividad de nuestro país. Así, hemos incorporado blogs como los de Daniel Lacalle, gestor especializado en la industria que publica los jueves su Lleno de Energía, o José María de la Viña que, con sus Apuntes de Enerconomía de los martes, trata de anticiparse al futuro sobre la base de los excesos del presente. Junto a ellos, contamos con frecuentes artículos que abordan la materia de modo recurrente. Destaco, por su interés, dos de ellos, publicados la última semana. El primero lo firmaba ayer Roberto Centeno, con su particular estilo, y versa sobre las nefastas consecuencias de la paralización del programa nuclear allá por 1984, una decisión que, sin duda, se encuentra detrás de la enorme dependencia energética de España. El segundo, del pasado lunes, plasma en términos de factura exterior el coste de dichas necesidades de aprovisionamiento foráneo, que sólo enero se disparó un 23.8% en términos interanuales, y lleva la firma de Carlos Sánchez. Ambos merecen una lectura detallada.
Pues bien, les casco todo este rollo al calor de la ruptura que se ha producido, coincidiendo con el principio de semana, en el mercado del petróleo, que ha llegado a cotizar por encima de 86 dólares el barril WTI. Un nivel que, tal como se aprecia en el gráfico que les adjunto y que recoge la media de las principales referencias internacionales, deja el camino expedito hacia el triple dígito desde un punto de vista meramente técnico. La justificación para un movimiento cercano al 2% en los primeros 5 días del mes, que habría que añadir al 5,5% de revalorización en el primer trimestre -máximos de 17 meses y 17 dólares por encima de los 69 que se vieron en febrero-, se encontraría: formalmente, en los buenos datos de empleo publicados por Estados Unidos el pasado viernes, la mejora de los indicadores de actividad globales, la toma de conciencia colectiva de la voluntad de la OPEP de no tolerar precios por debajo de los 75 dólares/barril arbitrando los precios con la mayor o menor producción (aunque lo cierto es que el grado de cumplimiento de cuotas está en mínimos, alrededor del 55%), o la mayor prima de riesgo de suministro derivada de los problemas exteriores con Irán e internos de Rusia o Nigeria; realmente, en el fuerte consumo chino -que crece cerca del 25% año sobre año en el primer trimestre- de modo tal que cerca de 13 millones de barriles salen diariamente en superpetroleros con origen en Oriente Medio y destino Asia (este cuadro muestra la correlación del precio del crudo con las importaciones de China); conspiratoriamente, en un intento por parte del lobby petrolero de manipular precios con objeto de justificar la decisión de Obama de permitir que se perforen y exploten nuevos campos en las costas de Alaska-Pacífico o Virginia-Atlántico. Quédense con la que quieran. Siendo interesante, a los efectos que nos ocupan no es lo más importante.



Y es que, tal y como apuntaba Carlos Sánchez, para el españolito que ve la tele, le guarde Dios, lo verdaderamente relevante es que, por primera vez en cuatro años, se ha roto la correlación entre el coste del crudo y el euro, relación que, salvo excepciones puntuales como finales de 2008, era directa. De este modo, cuando la moneda única se depreciaba contra el dólar, el precio del oro negro caía y viceversa. Una justificación probablemente aritmética, toda vez que, en la medida en la que los ingresos de los países productores se materializan en dólares, potencialmente pueden asumir un menor valor de mercado del petróleo al compensar la merma con el mayor poder adquisitivo del billete verde. Sin embargo, tal y como se puede apreciar en este otro chart referido al mismo periodo temporal que el anterior, desde finales del año pasado dicha sincronía se ha roto. ¿Por factores propios del euro o por causas derivadas de la oferta/demanda de la materia prima? Quién sabe. Argumentos hay para los dos escenarios, desde el miedo al colapso griego hasta la apuesta firme por la recuperación, aprovisionamiento del miedo o la necesidad de obtener recursos de unas economías en las que el sueño de la abundancia se tradujo en excesos que ahora pasan su particular peaje. No son precisamente los mercados de divisas y commodities los más transparentes del mundo en cuanto a sus motivaciones.


En cualquier caso, hay un hecho cierto. Tal ruptura llega en el peor momento para la ya de por sí frágil economía de la Europa periférica, aquella que se encuentra en el punto de mira de los inversores internacionales. Ahora se les junta el hambre y las ganas de comer, toda vez que han de afrontar precios nominales de aprovisionamiento en dólares más altos, a un coste real, por tipo de cambio, aún más elevado. Un efecto doble que se empezará a notar, especialmente, a partir del segundo trimestre. Y que tendrá un consecuencias indudables sobre nuestros bolsillos, compradores minoristas que ya pagamos más cara la gasolina gracias, en parte, a esa linealidad impositiva que agudiza su impacto si los valores son altos en origen; sobre los márgenes empresariales que se estrechan en un mercado de demanda hipersensible a precio; y sobre la factura energética exterior, con el consecuente impacto en el crónico déficit por cuenta corriente, al que veremos si ayuda la renovada debilidad de la moneda única . Nosotros, al menos, tratamos de tomarnos el tema en serio. A ver si lo hacen, de una vez por todas, los que realmente tienen la sartén por el mango, ¿no creen?

No hay comentarios: