El vino que asombra al mundo
25-02-2014
Por Federico Oldenburg. Fotografías de Luis de las Alas
El espaldarazo de Parker llega en un momento en que algunos mercados estratégicos para el comercio vinícola están recuperando el interés por estos vinos excepcionales. El dato: desde 2010 han abierto en Londres al menos una decena de sherry bars.
El pasado 1 de septiembre los bodegueros del marco de Jerez, así como los de Montilla-Moriles, desayunaron con la mejor noticia posible: The Wine Advocate, la publicación fundada por el crítico Robert Parker, acababa de otorgar los míticos 100 puntos a tres vinos andaluces: Moscatel Viejísimo Toneles, de bodegas Valdespino, Palo Cortado Reliquia, de Barbadillo, y Don PX Convento Selección 1946, de Toro Albalá.
El espaldarazo del gurú Parker -sin precedentes en la historia- llegó, además, en un momento en el que algunos de los mercados estratégicos para el comercio vinícola el británico, especialmente han recuperado el interés por unos vinos excepcionales, que no tienen parangón en el contexto del viñedo global. Valga un dato para corroborarlo: desde 2010, han abierto en Londres al menos una decena de sherry bars, establecimientos especializados en este tipo de vinos.
Desde entonces, los escaparates de las enotecas y las cartas de los mejores restaurantes de la capital británica reciben con entusiasmo las novedades de las bodegas jerezanas, sobre todo, finos y manzanillas de alta alcurnia, con una expresión más madura y compleja. Y un precio considerablemente superior. Son los nuevos finos de lujo que alimentan la sherry fever que Londres está contagiando a otras capitales, como Nueva York o París.
Desde las antiguas naves de las bodegas fundadas por su familia en 1821, Manuel Barbadillo (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 5 de abril de 1960) celebra el reconocimiento por parte de Parker y su equipo (especialmente, Luis Gutiérrez, el último en sumarse al panel de catadores del gurú y verdadero artífice de los benditos 100 puntos) como "un merecido premio a una bodega casi bicentenaria, líder en su zona, con una trayectoria marcada por la fidelidad a las señas de identidad de los vinos de la región y por una búsqueda permanente por alcanzar la mayor calidad posible en todas sus gamas".
Barbadillo dice esto quizá con el fin de recordar que la bodega que hoy preside no solo destaca por producir vinos tan excelsos, escasos y, qué remedio, caros, como los de la gama Reliquia (el que se llevó el premio grande en The Wine Advocate se vende por 570 euros), sino también otros más sencillos y asequibles, como Castillo de San Diego, bestseller entre los blancos embotellados españoles, cuyo precio no alcanza los cinco euros. "Estamos tan orgullosos de él como del Palo Cortado Reliquia", afirma el presidente del grupo Barbadillo, que comprende la empresa fundacional, con sede en Sanlúcar de Barrameda, Bodegas Vega Real, en la Ribera del Duero, y Bodegas Pirineos, en el Somontano, además de Sierra de Sevilla, consagrada a la producción de jamones y demás derivados del cerdo ibérico. Eso sí, recomienda probar, al menos una vez, el Palo Cortado Reliquia, "un vino excepcional", asegura, "por su estilo, vejez y concentración".
Capital del vino
A pesar de la satisfacción que ha producido en las bodegas de Jerez, Sanlúcar y Montilla los cienes de Parker, en España, paradójicamente, apenas se oye el eco del resurgimiento de los generosos. En Madrid, por ejemplo, los establecimientos que cuentan con una carta de generosos más o menos digna pueden contarse con los dedos de una mano. ¿Qué ha ocurrido para que las últimas generaciones de españoles hayan perdido el interés por unos vinos históricos, que despiertan admiración en todo el mundo? Y que representan un gran valor cultural y económico para Andalucía: aun en tiempos de vacas flacas, la D.O. Jerez-Xérs-Sherry acoge 88 bodegas, que cultivan unas 6.200 hectáreas de viñedo para producir en torno a 45 millones de litros de vino al año, el 70% de los cuales se destinan a la exportación.
La fama de Jerez como histórico epicentro vinícola le aporta, además, la visita de unos 400.000 enoturistas al año. Y le ha llevado también a ser elegida Ciudad Europea del Vino 2014 por la Recevin (Red de Ciudades Europeas del Vino). Aun así, sigue siendo difícil encontrar un español menor de 40 años que acepte una copita de palo cortado antes que una cerveza, un rueda o un rioja.
De todos los motivos que han contribuido a la indiferencia hacia Jerez por no hablar de desprecio hay al menos dos muy significativos. Por una parte, el aperitivo y los vinos que tradicionalmente le acompañan como el fino, la manzanilla y otras especialidades del marco han perdido su papel en la vertiginosa vida moderna. Por otra, los gustos de la sociedad han cambiado tanto como para que estos vinos se asociaran durante las últimas décadas a la imagen de una España pretérita, algo que le ha sucedido también al brandy.
El renovado interés que están demostrando los británicos por su adorado sherry y la irrupción de nuevas marcas e iniciativas por parte de las bodegas jerezanas alimentan, sin embargo, la esperanza de que pronto llegará el día en que los españoles vuelvan a rendirse a estos vinos.
Los síntomas del cambio se están produciendo desde 2006, cuando un grupo de enómanos, adictos confesos a los generosos andaluces, se instituyó como Equipo Navazos para hurgar en las viejas bodegas del marco de Jerez en busca de las botas más singulares. En principio, el propósito de este equipo, liderado por el profesor y criminólogo sevillano Jesús Barquín, no era otro que embotellar unas cuantas partidas de sus hallazgos, para compartirlas con algunos amigos, a la manera de un club de aficionados. Pero la fama que alcanzaron las primeras botas del Equipo Navazos trastocó los planes. Uno de estos vinos, La Bota de Fino n7 Macharnudo Alto cayó en manos del crítico José Peñín, que le otorgó 99 puntos la máxima calificación en la Guía Peñín de 2008, destacándolo como vino del año en los premios Sibaritas.
El espaldarazo de Peñín no pasó desapercibido a los sumilleres mejor informados y la creciente demanda de aquel fino Macharnudo, así como las subsiguientes ediciones del Equipo Navazos, obligaron a Barquín y sus socios a cambiar el formato del club, que hoy es una empresa de gran prestigio -con más de 40 ediciones especiales de "La Bota..."- que provee de grandes vinos andaluces a los mejores restaurantes del mundo. "Fuimos pioneros en mostrar al mundo algunos de los tesoros que se conservan en las bodegas del marco, sobre todo en el terreno de los finos", afirma Jesús Barquín, con justificado orgullo.
El éxito del Equipo Navazos abrió los ojos a algunas bodegas tradicionales del marco de Jerez, que por fin comprendieron que para recuperar el prestigio perdido debían comercializar sus vinos desde una perspectiva diferente. Ya no se trataba de venderlos como bebedizos de consumo obligado en ferias folclóricas y acontecimientos taurinos, sino como elixires excepcionales, escasos y, en consecuencia, caros. Como productos de lujo, vaya.
Botellas a la altura
Una de las primeras que se adaptó a esta nueva realidad fue Emilio Hidalgo, una pequeña bodega sita en el casco viejo de Jerez de la Frontera, que vistió de punta en blanco al fino especial La Panesa. El continente, sobrio, elegante y tradicional, tenía que estar a la altura del exquisito contenido. Y también el precio: cerca de 30 euros, muy por encima de la cotización media de los finos de entonces, que rara vez llegaba a los 10 euros.
El crecimiento de Bodegas Tradición es otro síntoma del resurgir de estos vinos. Se trata de un proyecto joven lo cual es insólito en el marco y ambicioso que no ha reparado en gastos para estar a la altura del prestigio de la zona. Fundada en 1988, Tradición cuenta con una reserva de 1.200 botas de vinos excepcionales, amén de una pinacoteca de enorme valor con obras de Goya, Velázquez, Zurbarán y otros notables artistas de los siglos XV al XIX, procedente de la colección privada de la familia Rivero. Aunque en principio, esta bodega solo se consagró a vinos muy viejos, de las categorías VORS (más de 30 años de crianza) y VOS (más de 20 años), recientemente ha presentado también un fino excepcional, el Fino Tradición, que se suma a la tendencia de "finos de lujo".
Tampoco son ajenas a este fenómeno algunas de las bodegas con mayor peso en el marco de Jerez en términos de producción, como la ya citada Barbadillo y Valdespino, propiedad del Grupo Estévez, que atesora un catálogo rico en vinos excepcionales y cuenta con la dirección técnica de Eduardo Ojeda, uno de los profesionales más sólidos en la región.
Aunque entre las bodegas más ancianas y prestigiosas del marco, la que está teniendo un papel más dinámico en el boom de los vinos de Jerez es González Byass. Con una trayectoria de más de 175 años produce una amplia gama de vinos y destilados entre los que destaca el bestseller de los finos: el popular Tío Pepe, del cual se elaboran unos 30 millones de botellas al año y parece haber entendido mejor que nadie las claves del renacimiento jerezano.
Los primeros sherry bars
Su estrategia se focaliza sobre todo en el mercado británico. De hecho, fue en Londres donde se presentó, en 2010, la primera edición del Tío Pepe en Rama, la versión más excelsa sin filtrar del popular fino. Martin Skelton, gerente de la delegación de González Byass en Reino Unido, recuerda que el club The Wine Society "agotó las 3.400 botellas del cupo en apenas tres horas". Ese mismo año, la bodega jerezana inauguraba cerca de King’s Cross el bar Pepito, pionero entre los sherry bars que hoy triunfan en Londres.
Y en 2011 presentó Finos Palmas, la exclusiva colección de cuatro vinos que exhiben la suntuosa expresión de los finos más maduros en sus distintas etapas de evolución, desde los seis años de crianza del fino Una Palma hasta los 48 del amontillado Cuatro Palmas.
Desde entonces, se han embotellado tres ediciones de la colección, siempre con un importante prescriptor británico como invitado especial: en 2011, la eminente wine writerJancis Robinson considerada en todo el mundo una de las firmas con mayor peso en asuntos vinícolas; en 2012, Anthony Rose, crítico de The Independent, y en 2013, Sarah Jane Evans, actual vicepresidenta (y futura presidenta, este mismo año) del Institute of Masters of Wine, el selecto club de sabios del vino con sede en Londres que desde 1955 difunde el conocimiento y la cultura de esta bebida.
Evans, gran amante y buena conocedora del vino español, aceptó con gratitud la invitación que le extendió González Byass y cumplió con suficiencia su papel de asesora, eligiendo con sensibilidad y buen tino cada uno de los cuatro palmas. "Ha sido una experiencia muy interesante poder escoger estos vinos entre tantas botas que albergan finos singulares", apunta, "y un lujo hacerlo codo con codo con Antonio Flores, el enólogo de González Byass, que es uno de los grandes sabios en vinos de Jerez". Flores, que nació en la misma bodega y creció entre estas soleras y criaderas su padre fue también enólogo de esta casa, le devuelve los cumplidos: "Ha aportado a esta saca de Finos Palma su precisa percepción y amplio conocimiento del ,vino de Jerez".
Con la presencia de Sarah Jane Evans, González Byass continúa dando lustre a la gama más alta de sus finos en el mercado que más le interesa: el británico. Y da un nuevo paso para recuperar el prestigio de unos vinos bendecidos por un carácter único, irreproducible. Que tarde o temprano las nuevas generaciones de españoles también sabrán disfrutar.
Diez vinos para volver a enamorarse de Jerez
1. Palo Cortado Reliquia. Barbadillo. DO Jerez-Xérs-Sherry y Manzanilla. 750 cl. Precio: 570 euros. El mayor tesoro de Barbadillo es Reliquia, gama que incluye un amontillado, un palo cortado, un oloroso y un PX. Este palo cortado, de nariz rica y compleja y boca sedosa, ha recibido 100 puntos Parker. Hay que probarlo aunque sea una vez en la vida.
2. Don PX Convento Selección 1946. Toro Albalá. DO Montilla-Moriles. 750 cl. Precio: 200 euros. El primer vino cordobés bendecido con 100 puntos por el gurú Parker es un raro pedro ximénez de añada, envejecido durante más de medio siglo para subrayar su complejidad, dulzura y portentosa concentración. Una gema para los paladares más curiosos.
3. Moscatel Viejísimo Toneles. Valdespino. DO Jerez-Xérs-Sherry y Manzanilla. 37,5 cl. Precio: 96,25 euros. Uno de los tres generosos que han merecido la máxima puntuación es este rarísimo moscatel de aroma sensual y boca golosa. Último representante de los vinos que antaño se elaboraban en Jerez con esta uva, hoy desaparecida en esta zona.
4. Amontillado Cuatro Palmas. González Byass. DO Jerez-Xérs-Sherry y Manzanilla. 500 cl. Precio: 87 euros. El último paso en la colección de los Finos Palma muestra la evolución de este tipo de vino hasta el summum, más allá de la frontera de la oxidación. Con una vejez estimada en 48 años, es complejo, punzante, evocador...
5. Fino Especial La Panesa. 95 puntos. Emilio Hidalgo. DO Jerez-Xérs-Sherry y Manzanilla. 750 cl. Precio: 29,90 euros. Firmado por una bodega familiar asentada en Jerez de la Frontera desde 1874, La Panesa ha sido uno de los primeros finos de alta gama, caracterizado por la complejidad y las notas de oxidación que aporta una crianza más longeva.
6. La Bota de Fino nº 35 Macharnudo Alto. Equipo Navazos. DO Jerez-Xérs-Sherry y Manzanilla. 750 cl. Precio: 18,95 euros. Gracias al Equipo Navazos, el amante de estos vinos puede tener acceso a maravillas como esta, seleccionada del más profundo fino de la legendaria bodega Valdespino. Intenso, salino y diferente, con un volumen y persistencia memorable.
7. Fino Tres Palmas. González Byass. DO Jerez-Xérs-Sherry y Manzanilla. 500 cl. Precio: 28,90 euros. Con más de 10 años de crianza, Tres Palmas representa lo que puede dar de sí un fino llevado al límite. Complejo, con matices de frutos secos, maderas nobles, ahumados... Y una boca rotunda, extremadamente seca muy persistente.
8. Fino Tradición. Bodegas Tradición. DO Jerez-Xérs-Sherry y Manzanilla. 750 cl. Precio: 25,90 euros. La última novedad de las Bodegas Tradición es este fino excepcional, engrandecido por un añejamiento que ha superado los 12 años. La bodega lo ha presentado en el mercado en ediciones limitadas de 1.500 botellas.
9. Fino Tío Pepe en Rama. González Byass. DO Jerez-Xérs-Sherry y Manzanilla. 750 cl. Precio: 21 euros. Si se podía mejorar la excelencia del popular Tío Pepe, solo había que saltarse el filtrado, un proceso que vuelve al líquido más comercial, pero también menos complejo y rotundo. Este elixir supremo llega al mercado tal como lo hacían los antiguos finos.
10. Manzanilla Solear Saca de Invierno. Barbadillo. DO Jerez-Xérs-Sherry y Manzanilla. 375 cl. Precio: 9 euros. La bodega más importante de Sanlúcar de Barrameda presenta en cada una de las estaciones del año una saca limitada de su mejor manzanilla, en rama, sin filtrados que perviertan su fresca compleja expresión.
Más información: www.sherry.org y www.montillamoriles.es
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