Florentino Pérez y Juan Béjar disparan con bala contra Sacyr por el Canal de Panamá
La elegancia no está reñida con la crítica en el mundo de la construcción.Florentino Pérez y Juan Béjar, los dos máximos ejecutivos de ACS y de FCC, aprovecharon ayer la presentación ante analistas de los resultados anuales para enviar un duro mensaje a sus colegas de Sacyr por haber puesto en jaque la credibilidad de la ingeniería española por el conflicto del Canal de Panamá.
El presidente de ACS se abrazó a la pregunta de un analista sobre la estrategia comercial para 2014, tras los problemas de sobornos vividos en Leighton, su filial australiana, para asegurar que uno de los objetivos es “mejorar el control de riesgos”. Pero después aseveró que “no podemos ir a un país donde no se den las condiciones, a obras con un tamaño muy grande, que representen el 10 o el 15% de la facturación y que pongan en riesgo la empresa si hay algún accidente”. Para sentenciar que ACS no irá a mercados “donde hay riesgo de cobro”.
Florentino Pérez no mencionó en ningún momento a Sacyr, pero algunos de los asistentes interpretaron la respuesta como una venganza fría del presidente del grupo constructor, que perdió por mucha distancia -3.118 contra 5.548 milloens de dólares- el contrato de la ampliación del Canal de Panamá en la subasta de 2009. ACS iba en consorcio con FCC, que un par de horas antes había también enviado un mensaje sibilino a sus colegas de profesión.
Florentino Pérez (Efe)
Juan Béjar indicó que “se pueden ganar obras en cualquier sitio, tirando precios, disparando a todo lo que se licita", en referencia a aquella frase que pronunciaron los responsables de Sacyr cuando sufrían por la inversión en Repsol. "Pero no es nuestro modelo. Vamos a presentarnos sólo a contratos grandes, donde podamos competir con empresas internacionales y siempre con el criterio de la rentabilidad, de ganar dinero”, sentenció.
“Como el contrato del metro de Riad, el más grande de la historia de FCC”. Una obra de más de 6.000 millones sobre la que Béjar aseguró que van por delante del calendario oficial. “Íbamos a comenzar en junio y lo vamos a hacer en abril porque el proyecto lo hemos terminado antes, lo que también nos permite cobrar antes”. Todo lo contrario que Sacyr en Panamá, cuya instalación de las terceras esclusas va a concluir dos años después de lo previsto en el contrato y cuyo riesgo de perder dinero es más que evidente pese a los últimos avances en las negociaciones.
Las declaraciones de Pérez y de Béjar son las primeras que directivos del sector hacen por el impacto que el conflicto internacional de Panamá ha tenido en la construcción y en la ingeniería española. Hasta ahora habían mantenido un silencio corporativo para no echar vinagre en la herida. Sólo el responsable de la Marca España, Carlos Espinosa de los Monteros,advirtió de los daños colaterales del incidente de Sacyr, que ha requerido de la ayuda del Gobierno para garantizar su posición financiera en la solución al enfrentamiento con la Autoridad del Canal de Panamá. Ni Seopán, la patronal del sector, se ha pronunciado sobre el impacto en el sector del problema de Sacyr.
El resto de la presentación a sus respectivos analistas fue utilizada para alabar el esfuerzo que tanto ACS como FCC han hecho por reducir deuda y limpiar sus balances, especialmente la segunda, que en 2013 ha registrado unas pérdidas de 1.506 millones. Unos números rojos que se suman a los 1.028 que ya se apuntó en 2012. Pérez aseguró que el beneficio de su compañía puede crecer a un ritmo anual del 10%, mientras que Béjar confía en obtener una mejora del beneficio operativo del 20%.
Ambas empresas se han puesto como objetivo rebajar su nivel de apalancamiento. En el caso de la primera, desde un cómodo 2,5 veces deuda sobre Ebitda, y en el caso de la segunda, desde un ratio de cinco veces que Béjar se ha empeñado en "bajar por debajo de las cuatro veces". "Lo vamos a conseguir", reiteró en varias ocasiones. Sin embargo, el mercado castigó la reducción de las previsiones de Ebitda tras ajustar el plan estratégico anunciado en marzo de 2013. Las acciones se desplomaron un 7%.
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