Ambiente extraño. Contradictorio. Florentino Pérez vivió la semana pasada, culminada con la derrota en Vigo, uno de sus peores momentos como presidente del Real Madrid. Ni su habitual presencia en el vestuario de Balaídos, acompañada en esta ocasión de bronca a los jugadores,consiguió aliviar y templar el ánimo del máximo dirigente del Real Madrid. No se creía lo que había pasado, ni la manera en la que los jugadores habían tirado la Liga. Actitud que va a pasar factura con independencia de lo que suceda en Lisboa. 
La presencia de la final ha conseguido aparcar algunas decisiones, pero el enfado y la indignación siguen presentes. El mensaje de estos últimos días es el de mantener la calma, la frialdad. La Décima, contrariamente a lo que se ha dicho, no taparía todo en caso de llegar al doble dígito en Europa. Está claro que la prioridad era y es la Copa de Europa, pero el abandono de los últimos días no se recuerda en la entidad madridista. 
Algunas de las decisiones ya están tomadas, pero se silencian oficialmente ante la presencia de la final de la Champions League, como es lógico. Florentino Pérez se las pidió al entrenador en el mismo estadio y lo ha repetido en los últimos días. No hay respuesta que justifique algo que ni para el presidente ni para los directivos tiene explicación alguna. Al menos Ancelotti no la ha encontrado.
En esta ocasión, lo sucedido ha dejado tocado al máximo mandatario. Incluso,'Sportyou', anunció ayer que el presidente podría estar pensando en abandonar la presidencia del club después del 24 de mayo. Florentino Pérez se siente traicionado por lo sucedido. Cree que el equipo ha estado a un paso de hacer historia y que la desidia de algunos jugadores lo ha impedido. No ha habido respuestas cuando más lo necesitaba el equipo y es algo que no va a quedar en el olvido. 
En las semanas anteriores, desde la final de Copa concretamente, el presidente intentó estar al lado del equipo, regresando a antiguas costumbres de estar cerca de los jugadores, descartadas desde su regreso a la presidencia. Ahora había vuelto a incluso viajar con el equipo, de ahí que el enfado haya sido mayor todavía.
A diez días de la final de Lisboa, el ambiente no es el más propicio. El técnico intenta lanzar mensajes optimistas y habla de sueños y demás. El madridismo está, quizás, más tranquilo por aquello de la positiva respuesta del equipo blanco en las finales, sobre todo de Copa del Rey ante el Barcelona. Pero la felicidad no es plena y por momentos no parece que el Real Madrid esté a un paso de levantar la décima Copa de Europa.