“Queremos decidir el 9N, sí, pero también antes y después, y no hacerlo sólo sobre la cuestión territorial, como pretenden las oligarquías catalanas para seguir perpetuándose en el poder. El derecho a decidir se está utilizando para defender los intereses de la casta y tapar la corrupción. Hay que desenmascararlos”. Así de categórico se expresa Jaume Asens, abogado y portavoz de Guanyem, la marca-paraguas bajo la que se presentará Podemos a las elecciones municipales en Cataluña, junto a movimientos sociales y mareas ciudadanas. Una claridad que no está gustando nada entre las cúpulas de los partidos de la izquierda independentista, principalmente ERC, aunque en las CUP tampoco se sienten demasiado a gusto.
El problema no sólo se centra en los diferentes puntos de vista respecto a la cuestión territorial ni en la 'osadía' de saltarse el guion establecido por los partidos clásicos para centrarse en la consulta y en nada más que en la consulta. El verdadero problema que trae de cabeza a los dirigentes de Esquerra es que el mensaje de Guanyem está calando entre sus simpatizantes y militantes de base. Muchos de ellos, con y sin carné de afiliado, están participando en este nuevo espacio político. "Como ya antes participábamos juntos en las calles, luchando codo con codo, ya sea parando desahucios o repartiendo comida en bancos de alimentos", matiza Asens. Un trasvase de militantes que ha abierto el primer cisma en el soberanismo. El cruce de acusaciones no ha hecho más que empezar: españolistas versus casta.
Somos plurales. Dentro de nuestro espacio (Ganemos) participa gente soberanista, independentista y confederalista
La irrupción de Podemos, que de manera estratégica mutará en Ganemos, amenaza con dejar tocado el bipartidismo en España, como demuestran a las claras las últimas encuestas de intención de voto del CIS. Sin embargo, sus efectos en el panorama político van más allá: se ha convertido en el caballo de Troya del secesionismo catalán.
Ganemos, segunda fuerza en Cataluña, por encima de ERC
Los nacionalismos han digerido malamente la irrupción en la vida política del partido revelación en las últimas elecciones del 25M. Si bien es cierto que tanto los notables de Bildu como de ERC destacaron en un principio la mayor empatía con el “problema nacional” de la formación liderada por Pablo Iglesias, frente al rechazo de la izquierda española clásica. Sin embargo, a medida que se consolida el trasvase de militantes y, por ende, de votos, los nervios comienzan a ponerse a flor de piel y fluyen las descalificaciones con mayor frecuencia e intensidad hacia “los federalistas con piel de independentistas”.
Web de la nueva formación.Web de la nueva formación.
Las alarmas acabaron de saltar cuando El Periódico de Catalunya publicó unaencuesta, elaborada por el Gabinete de Estudios Sociales y Opinión Pública (GESOP), en la que se confirmaba que una coalición entre Podemos e ICV (la marca de IU en Cataluña) sacaría más escaños en el Parlamento catalán que ERC, a pesar de que esta última formación triplicaría sus votos. Un aumento que, debido a la irrupción que experimentaría la izquierda no soberanista sería insuficiente para que se puedan reproducir los pactos de gobernabilidad con ERC, que actualmente sostienen a Mas en la Generalitat y, por tanto, la hoja de ruta secesionista. Todo ello sin contar con el concurso de las CUP, cuya hipotética confluencia con Guanyem aún está pendiente de aclarar.
El trasvase de votos a Podemos y Ganemos, como reflejan las encuestas, pondría en peligro el pacto de CIU con ERC, que actualmente sostiene a Mas en la Generalitat
El tono beligerante en los medios de comunicación independentistas contra la marca de Podemos para las municipales en Cataluña no ha parado de crecer desde la publicación de dichas encuestas, en las que se reflejaba su “robo” de votos al soberanismo. “De entrada, Podemos en Cataluña es televisión. Ay! Y sobre todo, es Podemos, y no ‘Podem’” (en catalán). Así cerraba un reciente artículo de opinión en el diarioAvui el que fue su director, Vicent Sanchis.
A buen entendedor pocas palabras bastan. Sin embargo, el que es ahora vicepresidente de Òmnium Cultural, entidad sin ánimo de lucro encaminada a la promoción de la lengua e identidad nacional catalana, añadía: “En esta salsa removida (Podemos que no Podem) lo que más llama la atención son los resultados que las diferentes encuestas otorgan a una opción sin militancia efectiva y aún sin enraizar políticamente. Y esto puede ser preocupante. Administrar una fuerza sin tropa ni dirigentes propios puede conducir a saber dónde”.
“Desenmascarémoslos: quieren acabar con el proceso catalán”
Miedo, nervios, desestabilización… para otros medios de tendencia independentista se trata de algo más que de un nuevo partido “españolista” que ni siquiera merece llevar su nombre en catalán. “Un acuerdo entre Pablo Iglesias y Ada Colau (exportavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y actual líder de Guanyem) para conquistar España y acabar con el proceso catalán”, titulaba el vocero de la Asamblea Nacional Catalana“El ‘sisi’ (en referencia a la doble pregunta de la consulta) les estorba y se niegan de forma sistemática a decir lo que piensan hacer ante el 9-N”, remataba la información.
La indefinición entorno a la política territorial, que ha servido de arma arrojadiza para “desenmascarar” a Podemos, y ahora al nuevo espacio político abierto por Guanyem, se escusa desde la formación en que su único horizonte, de momento, son las elecciones municipales. “Aún no hemos debatido esa cuestión. Ni siquiera se nos ha presentado la necesidad de hacerlo”, se escabulle Jaume Asens cuando se le pregunta sobre cuál será su posición política en torno a la consulta. ¿Pero defienden o no la independencia de Cataluña? “Somos plurales. Dentro de nuestro espacio participa gente soberanista, independentista, confederalista…”.
Ganemos: aún no hemos debatido nuestra posición respecto a la consulta. Ni siquiera se nos ha presentado la necesidad de hacerlo
Quien ya ha tenido que sucumbir a las presiones de la izquierda independentista, para evitar la fuga de militantes alertados ante el supuesto antinacionalismo de este nuevo espacio de participación política, ha sido Ada Colau. Públicamente ha afirmado que ella, personalmente, apoyaría el ‘sisi’, es decir, la independencia de Cataluña sin condiciones. A pesar de ello, unos días después matizó que nunca había sido nacionalista, ni que tampoco lo era ahora, pero que veía esta opción como la mejor para acelerar la ruptura con el régimen del 78 y el proceso constituyente. El propio portavoz de Guayem lo reconoce a este diario: “Fue un ‘sisi’ estratégico, pero no para que la consulta sea un punto y final, sino un destino de partida para que impulse un proceso que contagie al resto del Estado. Algo parecido a lo que ocurrió en 1931, cuando la proclamación de la República de Cataluña fue el precedente para proclamar después la II República Española”.
Público asistente a la presentación pública de Guanyem Barcelona. (Facebook/Guanyem)Público asistente a la presentación pública de Guanyem Barcelona. (Facebook/Guanyem)
Una tesis, la del contagio de “la rebelión catalana” al resto de Estado para forzar un proceso constituyente que rompa con el pacto del 78, lanzada por el economista y periodista Antonio Baños. En el ensayo que, precisamente, lleva por nombre La rebelión catalana, el economista defiende que la apertura de un proceso constituyente puede generar un efecto llamada en el resto de la izquierda española que aboga por la república. “La rebelión catalana no le mola a la izquierda española, no tiene sexapil, pero puede darle fuelle a su voluntad de romper con el poder establecido”, apuntaba en una entrevista en El Confidencial.
Para dibujar gráficamente el peligro que corre el actual orden constitucional y territorial si se produce un efecto imitación, Baños recurre a una estrofa de L’estaca, de Lluís Llachsi unos tiran por aquí, y los otros por allí, seguro que acaba tumbando. Esto es, “si los gamonales, las mareas o los indepes empiezan a tirar de manera sincrónica, pondrán en un fuerte apuro al sistema político actual”. El armazón e ideario en el que se sustentan distintas opciones en el panorama político catalán comienzan a desentrañarse. La hoja de ruta y las posibles alianzas en torno a ellos aún no están del todo perfiladas. Podemos y el apoyo ciudadano a los nuevos espacios de participación política, al margen de partidos clásicos, es una nueva e importante incógnita que ha entrado en juego y que, incluso, podría cambiar las reglas.