CULTURA / SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Los aliados también lograron imponerse en la «guerra secreta»
VÍCTOR JAVIER GARCÍA MOLINA
El éxito del Día D no se decidió sólo en las playas de Normandía. Un gigantesco «engaño» contribuyó decisivamente al triunfo del desembarco en Francia: la Operación Fortitude
Planeada a principios de 1943, el fin de la operación de contrainformación era tanto hacer pasar desapercibida la colosal acumulación de medios y tropas que se iban acantonando en el Reino Unido como, sobre todo, enmascarar la verdadera localización yobjetivo del Día D y así «fijar» a las fuerzas alemanas acantonadas en Noruega y en torno al Paso de Calais. Toda Gran Bretaña se vio sembrada de falsas señales, unidades fantasma, campamentos vacíos, tanques y vehículos simulados…
Se llegó, incluso, a crear dos ejércitos falsos (el IV Ejército británico y el I Grupo de Ejércitos de los EEUU) al teórico mando del general Patton, cuya elección —apartado del mando tras la invasión de Sicilia— contribuyó a dar verosimilitud al engaño, al ser tenido por los alemanes como el mejor general de los aliados y, como tal, la apuesta «lógica» para comandar la invasión.
Ejércitos fantasma
Al mismo tiempo, los servicios de espionaje e inteligencia de EEUU y especialmente del Reino Unido proporcionaron una pléyade de falsasinformaciones sobre el desembarco que fueron tenidas por buenas por los servicios de inteligencia militar alemanes: el Abwher. En esta labor de desinformación jugó un papel crucial un espía español al servicio de los británicos: Juan Puyol Garbo. Reclutado desde 1941, y actuando como agente doble, suministró una información vital para la operación, que el Abwher dio por verídica.
El éxito de la Operación Fortitude fue completo: incluso tras el Día D, los alemanes aún seguían pensando —merced a la información proporcionada por Garbo y otras fuentes— que el desembarco de Normandía no era sino una maniobra de distracción y que el verdadero asalto a Europa tendría lugar en Calais. Y así, las tropas que podían haber sido usadas para responder a la invasión aliada permanecieron retenidas en espera del «verdadero» desembarco… que nunca llegó.
La Operación Fortitude no fue la primera. Otras maniobras de engaño fueron usadas por los aliados occidentales en los diversos frentes y desembarcos. Una de las más espectaculares (Operación Bertram) tuvo lugar como prolegómeno de la Batalla de El Alamein, en la que se preparó un VIII Ejército virtual para engañar al Afrika Korps. Globos con forma de tanques, camiones camuflados y concentraciones de tropas simuladas, entre otros trucos, fueron usados para convencer al mariscal Rommel de que el ataque principal de las fuerzas británicas vendría por el sector sur de la línea de El Alamein.
La treta, dirigida por el brigadier Dudley Clarke y en la que participó de manera activa el mago británico Jasper Maskelyne, funcionó a la perfección. Aunque la influencia en la batalla es todavía objeto de debate, los alemanes pensaron que el ataque principal británico sería en el sur y se vieron sorprendidos cuando el VIII Ejército «real» golpeó duramente las posiciones italo-germanas al norte de su posición defensiva.
El hombre que nunca existió
Pero sin duda la más elaborada de las tretas tuvo lugar antes de la invasión de Sicilia: la Operación Mincemeat, obra de los servicios secretos británicos, cuyo fin era hacer creer a Hitler que, tras la ocupación de Túnez, los aliados pensaban desembarcar en Greciau otro punto de los Balcanes en lugar de en la isla italiana.
Para ello se abandonó un cadáver —el hombre que nunca existió— en las costas españolas, pertrechado como un oficial de la marina con documentos que debían conducir a los alemanes al engaño. El plan funcionó: las autoridades españolas entregaron la información a los germanos, y el éxito del ardid fue completo.
En un conflicto en el que la técnica y la investigación eran como mínimo tan cruciales como los combates, el papel de la inteligencia militar alcanzó una importancia nunca vista. Tanto los aliadosoccidentales, principalmente el Reino Unido, como la URSS fueron capaces de infiltrarse de manera efectiva dentro de los servicios
espionaje enemigos, algo en que fracasaron las potencias del Eje. Los aliados además fueron capaces de desencriptar los códigos cifrados alemán y japonés, lo cual proporcionó una indudable ventaja durante toda la guerra.
Los aliados y la URSS fueron capaces de infiltrarse dentro de los servicios de espionaje enemigos
Los secretos de la máquina cifradora alemana Enigma fueron desentrañados merced a la tarea realizada por los británicos —basándose en información y anteriores trabajos de los polacos— dentro del programa Ultra, en las instalaciones de Bletchley Park. Los estadounidenses hicieron lo propio con los códigos diplomáticos y navales nipones, el Purple Code y el JN25.
El acceso a la información no sólo salvo la vida de cientos de miles de combatientes, sino que en batallas como Midway, El Alamein o la del Atlántico ayudarían a cambiar de manera decisiva el curso de la guerra.
El 'Coloso' contra 'Enigma'
La primera de las computadoras programables, tal cual hoy las conocemos, Colossus, nació como resultado del trabajo de la sección de criptografía de los servicios de inteligencia británicos, con sede en Bletchley Park, cuando intentaban desvelar los códigos de funcionamiento de la máquina criptográfica alemana Enigma y su código fuente Geheimschieiber, tenido por indescifrable. Thommas Flowers, Alan Turing y otros desarrollaron Colossus, que «rompió» gran parte de los códigos secretos nazis. De este ingenio llegarían a fabricarse una decena de unidades durante la guerra, proporcionando una inestimable ayuda merced a los datos suministrados por la ultra secreta criatura.
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