El campo asturiano agoniza
La falta de relevo generacional, el exceso de normativa y la escasez de las ayudas son las causas de su decadencia
Domingo03 de agosto de 2014
El Principado ha enviado a Bruselas el Plan de Desarrollo Rural de Asturias 2014-2020, un SOS para evitar que el campo asturiano se muera. En este extenso documento se detalla con precisión la situación en la que se encuentra un sector que ha configurado desde el paisaje hasta la cultura asturiana. Los datos muestran un mundo productivo en decadencia, envejecido, sin motivación y, lo que es más grave, sin relevo generacional. El objetivo de este documento es arrancar de las arcas europeas 71 millones de euros, un parche que, a lo sumo, alargaría algo más la agonía.
Y es que la crisis del campo comenzó hace muchos años y está ya en su etapa final. No solo son razones económicas las que están matando al agro asturiano. Las hay culturales, de cambios de hábito, burocráticas, formativas, normativas y hasta filosóficas. Lo que sí está claro es que, si el sector primario se acaba, Asturias va a cambiar mucho y las expectativas no son precisamente halagüeñas. El propio observatorio económico de Hispalink habla de una recuperacion de Asturias en todos los sectores salvo en la construcción y en el campo.
El plan Marshall del Gobierno asturiano para salvar in extremis el campo quiere atacar su punto más débil: el envejecimiento. Del dinero que se pueda obtener de Europa, una gran parte se va a destinar a la formación y asesoramiento de jóvenes que pretendan iniciarse en la actividad agropecuaria.
Según el Plan de Desarollo Rural de Asturias la región, en general, y el medio rural de forma más concreta, “presentan una dinámica evolutiva regresiva, la cual se encuentra caracterizada por una serie de dificultades y desequilibrios, que no hacen más que constatar la vulnerabilidad del medio rural, destacando, sobremanera, la evidente senectud y la desequilibrada distribución por sexos”.
Los municipios más agrarios de Asturias en este momento, aquellos que conservan aún la esencia rural del Principado, son Pesoz, San Martín de Oscos, Illano, Yernes y Tameza, Villayón, Villanueva de Oscos, Somiedo, Ponga, Las regueras, Allande, Caso, Quirós, Peñamellera Alta, y Amieva.
Y aunque la productividad del sector primario asturiano (28.353 euros por persona) esté por encima de la media europea, que es de unos 15.000 euros por persona, la agricultura y la ganadería aportan al total del empleo generado en Asturias un 4 % de sus efectivos productivos, valor que se iguala a la media nacional, colocándose ambas por debajo de la media europea que se sitúa en un 4,7% del empleo total.
La mayoría del peso económico del campo lo aporta la ganadería bovina (el 70% de la ganadería) y, en concreto, la vaca de carne. Sin embargo, otros recursos que tienen mucho futuro como la horticultura o los cultivos leñosos se están dejando de lado, en una región con unas condiciones agroecológicas muy positivas para su desarrollo.
En Asturias había 23.910 explotaciones de bovino en 2009, pero aunque parezca un sector potente, lo cierto es que está demasiado especializado, tiene un reducido tamaño territorial y un escaso volumen de trabajo, generando solo 14.229 empleos.
En los últimos diez años las explotaciones bovinas han pasado de 28.631 en 2001 a 18.736 en 2010, lo que supone una rebaja de más del 35%. Los municipios que están resistiendo esta decadencia son Caravia y Yermes y Tameza, mientras que un total de 42 municipios presentan decrecimientos mayores que la media regional siendo el más llamativo el de Muros del Nalón con una pérdida del 50 % de las explotaciones.
Pero de todos los factores que inciden en la agonía de este sector tradicional uno de los más importantes, según los expertos, es el elevado envejecimiento de los titulares de las explotaciones, de tal manera que por cada 100 titulares mayores de 55 años solamente 10 lo son menores de 35, lo que pone de manifiesto la dificultad existente en el relevo generacional al frente de las explotaciones. Según datos de Sadei, la edad media de los titulares de las explotaciones bovinas en Asturias es de 53,23 años lo que aconseja aún más la necesidad de un relevo generacional al frente de las explotaciones, ya que de no ser así, -dice el Plan de Desarrollo Rural-, “en un lapso de 15 años se perderán más de un 50 % de las mismas”.
Además, esta crisis ya tan prolongada del campo asturiano se está reflejando en el paisaje. Del verde de las praderías de hace años, estamos pasando a un color pardo de monte cada vez más pronunciado. Y es que si analizamos la evolución desde el año 2001, vemos que la tendencia de las tierras de cultivo es claramente decreciente, llegando a perder en 2009 un 28%.
López habla de que los ganaderos están cerrando las explotaciones desde hace dos años. “Se decía que con la crisis el campo iba a ser una nueva oportunidad de negocio y crecimiento, pero lo que observamos es que cada vez hay menos ganaderos activos en los pueblos. Se jubilan y nadie coge el testigo y todo ello porque no es rentable y las ayudas se van recortando, como es el caso de las PAC para complemento de vacas de alta montaña (el 80%) que hace 15 días las han eliminado. Así no se fomenta que la gente se quede en los pueblos y en las montañas y no es lo mismo mantener una ganadería de montaña como la asturiana que otra de la meseta, cuesta más y tiene que haber ayudas para que podamos ser competitivos en el mercado”.
Otra de las limitaciones que tienen los ganaderos es el elevado grado de protección de muchas zonas tradicionalemnete ganaderas. Recuerda López que un tercio de Asturias es paisaje protegido, con las limitaciones que ello conlleva a la actividad agraria “y además tenemos una legislación forestal más dura que en otros sitios”.
UCA confirma que ha habido un mayor acercamiento de jóvenes a la actividad ganadera por la crisis “pero solo como segunda actividad, cerca de las ciudades y de gente cuyos padres tienen ganaderías, porque nadie se pone a montar una explotación nueva que requiere una altísima inversión y disponer de fincas” explica López quien añade que los problemas más acuciantes que hay ahora son el aumento de la fauna silvestre (lobos, jabalíes y hasta osos) y el avance del matorral por la reducción de superficies cultivables.
A ello añade que hay una excesiva normativa y que la guardería rural trata a los ganaderos “como si fuéramos delincuentes, cuando somos los que hemos conseguido el patrimonio natural que tiene Asturias, no las leyes”.
Una de las
Y es que la crisis del campo comenzó hace muchos años y está ya en su etapa final. No solo son razones económicas las que están matando al agro asturiano. Las hay culturales, de cambios de hábito, burocráticas, formativas, normativas y hasta filosóficas. Lo que sí está claro es que, si el sector primario se acaba, Asturias va a cambiar mucho y las expectativas no son precisamente halagüeñas. El propio observatorio económico de Hispalink habla de una recuperacion de Asturias en todos los sectores salvo en la construcción y en el campo.
El plan Marshall del Gobierno asturiano para salvar in extremis el campo quiere atacar su punto más débil: el envejecimiento. Del dinero que se pueda obtener de Europa, una gran parte se va a destinar a la formación y asesoramiento de jóvenes que pretendan iniciarse en la actividad agropecuaria.
Desruralizar Asturias
El sector servicios y la industria han ido comiendo terreno al campo, aunque no han conseguido “desruralizar” Asturias. De hecho, solamente los concejos de Gijón y Avilés estarían considerados como densamente poblados, concentrando al 33,5 % de la población regional, mientras que los municipios de Castrillón, Corvera, Langreo, Noreña, Oviedo y San Martin del Rey Aurelio se incluirían dentro de la tipología de zonas intermedias, congregando a un 28,7 % de los efectivos demográficos regionales. Los 70 concejos restantes reciben la clasificación de rurales debido a su baja densidad de población, reuniéndose en ellos el 37,8 % de la población restante.Según el Plan de Desarollo Rural de Asturias la región, en general, y el medio rural de forma más concreta, “presentan una dinámica evolutiva regresiva, la cual se encuentra caracterizada por una serie de dificultades y desequilibrios, que no hacen más que constatar la vulnerabilidad del medio rural, destacando, sobremanera, la evidente senectud y la desequilibrada distribución por sexos”.
Los municipios más agrarios de Asturias en este momento, aquellos que conservan aún la esencia rural del Principado, son Pesoz, San Martín de Oscos, Illano, Yernes y Tameza, Villayón, Villanueva de Oscos, Somiedo, Ponga, Las regueras, Allande, Caso, Quirós, Peñamellera Alta, y Amieva.
Y aunque la productividad del sector primario asturiano (28.353 euros por persona) esté por encima de la media europea, que es de unos 15.000 euros por persona, la agricultura y la ganadería aportan al total del empleo generado en Asturias un 4 % de sus efectivos productivos, valor que se iguala a la media nacional, colocándose ambas por debajo de la media europea que se sitúa en un 4,7% del empleo total.
La mayoría del peso económico del campo lo aporta la ganadería bovina (el 70% de la ganadería) y, en concreto, la vaca de carne. Sin embargo, otros recursos que tienen mucho futuro como la horticultura o los cultivos leñosos se están dejando de lado, en una región con unas condiciones agroecológicas muy positivas para su desarrollo.
En Asturias había 23.910 explotaciones de bovino en 2009, pero aunque parezca un sector potente, lo cierto es que está demasiado especializado, tiene un reducido tamaño territorial y un escaso volumen de trabajo, generando solo 14.229 empleos.
En los últimos diez años las explotaciones bovinas han pasado de 28.631 en 2001 a 18.736 en 2010, lo que supone una rebaja de más del 35%. Los municipios que están resistiendo esta decadencia son Caravia y Yermes y Tameza, mientras que un total de 42 municipios presentan decrecimientos mayores que la media regional siendo el más llamativo el de Muros del Nalón con una pérdida del 50 % de las explotaciones.
Baja formación
Otro déficit que arrastra el campo asturiano en cuanto a su fuerza laboral es el bajo nivel de formación de las personas que tienen explotaciones. Según los datos del Censo Agrario de 2009, en Asturias casi un 90 % de los titulares sólo tienen experiencia práctica para el desarrollo de su actividad profesional.Pero de todos los factores que inciden en la agonía de este sector tradicional uno de los más importantes, según los expertos, es el elevado envejecimiento de los titulares de las explotaciones, de tal manera que por cada 100 titulares mayores de 55 años solamente 10 lo son menores de 35, lo que pone de manifiesto la dificultad existente en el relevo generacional al frente de las explotaciones. Según datos de Sadei, la edad media de los titulares de las explotaciones bovinas en Asturias es de 53,23 años lo que aconseja aún más la necesidad de un relevo generacional al frente de las explotaciones, ya que de no ser así, -dice el Plan de Desarrollo Rural-, “en un lapso de 15 años se perderán más de un 50 % de las mismas”.
Regreso al campo con la crisis
La crisis y el paro favorecieron el regreso al campo de muchos jóvenes. En 2012 aumentaron notablemente las solicitudes de incorporación al sector agrario por parte de los jóvenes y se registraron un total de 450 solicitudes, que frente a las 108 del periodo de 2007-2011 arrojan una variación positiva de un 317%, muy superior a la media nacional que representa un 79%.Además, esta crisis ya tan prolongada del campo asturiano se está reflejando en el paisaje. Del verde de las praderías de hace años, estamos pasando a un color pardo de monte cada vez más pronunciado. Y es que si analizamos la evolución desde el año 2001, vemos que la tendencia de las tierras de cultivo es claramente decreciente, llegando a perder en 2009 un 28%.
Hablan los campesinos
Información estadística aparte, lo cierto es que los protagonistas corroboran esta agonía del agro astur. Joaquín López, secretario de la Unión de Campesinos de Asturias, dice al respecto de las valoraciones aportadas en este estudio por el Gobierno asturiano: “Si la Administración lo ve así de mal, imaginate las realidad, que es mucho peor”.López habla de que los ganaderos están cerrando las explotaciones desde hace dos años. “Se decía que con la crisis el campo iba a ser una nueva oportunidad de negocio y crecimiento, pero lo que observamos es que cada vez hay menos ganaderos activos en los pueblos. Se jubilan y nadie coge el testigo y todo ello porque no es rentable y las ayudas se van recortando, como es el caso de las PAC para complemento de vacas de alta montaña (el 80%) que hace 15 días las han eliminado. Así no se fomenta que la gente se quede en los pueblos y en las montañas y no es lo mismo mantener una ganadería de montaña como la asturiana que otra de la meseta, cuesta más y tiene que haber ayudas para que podamos ser competitivos en el mercado”.
Otra de las limitaciones que tienen los ganaderos es el elevado grado de protección de muchas zonas tradicionalemnete ganaderas. Recuerda López que un tercio de Asturias es paisaje protegido, con las limitaciones que ello conlleva a la actividad agraria “y además tenemos una legislación forestal más dura que en otros sitios”.
UCA confirma que ha habido un mayor acercamiento de jóvenes a la actividad ganadera por la crisis “pero solo como segunda actividad, cerca de las ciudades y de gente cuyos padres tienen ganaderías, porque nadie se pone a montar una explotación nueva que requiere una altísima inversión y disponer de fincas” explica López quien añade que los problemas más acuciantes que hay ahora son el aumento de la fauna silvestre (lobos, jabalíes y hasta osos) y el avance del matorral por la reducción de superficies cultivables.
A ello añade que hay una excesiva normativa y que la guardería rural trata a los ganaderos “como si fuéramos delincuentes, cuando somos los que hemos conseguido el patrimonio natural que tiene Asturias, no las leyes”.
“Nos discriminan como región”
Mercedes Cruzado, secretaria de COAG Asturias, cree que el Principado está siendo discriminado en cuanto a ayudas por parte del Gobierno Central “por la presión de otras comunidades”. Ella, como otros ganaderos, ve también que “por el camino que vamos no hay futuro para el campo asturiano”.Una de las
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