Los manuales de finanzas y economía están que echan humo. La crisis y su alargada herencia están proporcionando material más que de sobra para revisar todos los tratados y ampliarlos con ideas y conceptos nuevos. Sin duda, entre ellos figura uno de los fenómenos más increíbles que se ha desatado en los últimos años: el de los tipos de interés negativos -ver vídeo que protagoniza esta información-.
Sobresale no solo porque estos no tienen precedente, sino sobre todo porque conduce a una especie de mundo al revés. Los tipos negativos cambian el orden habitual de las cosas: conducen a que paguen intereses los que ahorran o prestan y a que los cobren quienes se endeudan o piden prestado. Adicionalmente, condicionan por completo el mundo de la inversión, 'guiado' hacia las alternativas de mayor riesgo por parte de losbancos centrales y la represión financiera que están ejerciendo mediante sus bajos tipos de interés oficiales -en el 0% o por debajo- y sus abundantes compras de deuda pública y privada en el mercado.
La influencia de los tipos negativos en el universo financiero está siendo tan creciente y tan potente que están surgiendo iniciativas de todo tipo para protegerse de ellos. El banco alemán Commerzbank ya está estudiando la posibilidad de construir grandes cámaras acorazadas en las que guardar su dinero sobrante en vez de llevarlo al Banco Central Europeo (BCE), que es lo que suelen hacer las entidades. ¿El motivo? El banco germano está cansado de pagar a la institución presidida por Mario Draghi los intereses de penalización que las entidades deben abonar por depositar sus excedentes de liquidez en el BCE y, por tanto, está explorando la posibilidad de guardar él mismo ese dinero.
La deuda pública, el euríbor a 3 meses, el euríbor a 12 meses, la deuda privada... la onda expansiva sigue creciendo para complicar aún más el mundo financiero
Pero hay más, porque los intereses negativos se están propagando por todos los rincones. Están en la deuda pública, en las referencias interbancarias -como el euríbor a 12 meses, que lleva en negativo desde febrero-, en la liquidez y los depósitos a corto plazo de las grandes empresas y los grandes inversores institucionales y su zarpazo más reciente se siente ya en la deuda corporativa. Y cada nuevo paso complica más el panorama financiero y, sobre todo, alimenta el miedo por los efectos secundarios que puede acabar generando una situación que no tiene precedentes y que está alterando por completo las decisiones de inversión y el precio de los activos.
Y aún existe otra incógnita en todo este revuelo: ¿llegarán los tipos negativos a los depósitos de los particulares? Por el momento, ninguna entidad española se lo ha planteado, y parece difícil que alguna lo vaya a hacer. Primero, por el coste reputacional al que se expondría en un entorno ya descontento con la banca; y segundo, porque los clientes siempre podrían recurrir a llevarse el dinero a otra entidad o, como se está planteando Commerzbank, a sus propias cajas de seguridad. Ahora bien, esta crisis ha demostrado que nada es imposible. La propia presencia de los tipos negativos así lo confirma.
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