Blog Uría: España, realidad o venta de humo
Podemos asumir la realidad o seguir con el autoengaño. España no tenía equipo para ganar el Mundial. Moraleja: dentro de cuatro años hay otro. No vendan humo.
Adelantar el éxito antes de tiempo es la mejor manera de garantizar el fracaso. Es la enésima ocasión en la que, antes de una Copa del Mundo, aficionados, periodistas y selección somos lo suficientemente torpes, ciegos o bobos para arrogarnos la condición de favoritos en un torneo que sólo hemos ganado una vez, con una generación de futbolista irrepetibles que, a su vez, ganaron todos los partidos sufriendo al límite y siempre por la mínima. Fácil no debe de ser. Así que, otra vez, después de volver al sempiterno clientelismo de la industria de venta de humo masiva, nos sentimos decepcionados con España. Pues no. Miren, la selección nacional tiene buenos futbolistas, algunos bastante buenos y otros, con perdón, muy sobrevalorados. España, por más que la fase de clasificación fuese brillante y por más que la transición tras el caótico Mundial de Brasil fuera esperanzadora, no tenía ni equipo, ni potencia, ni calidad, para ganar este Mundial. Podemos revestirnos de sentimiento patriótico, envolvernos en la bandera o tapar el sol con un dedo, pero la realidad es la que es. España tenía un buen grupo de jugadores, que mezclaba una vieja guardia de un talento descomunal y una valía probada, con una nueva hornada con buena pinta, pero sin haber sido testada. Y no funcionó.
A España se la ha medido, se la ha probado y a la hora de la verdad, no ha estado a la altura. Tiene un buen equipo, quizá uno para haber llegado más lejos. Uno que, a buen seguro y en condiciones normales, debía haber sido suficiente para ganar sin apuros a Irán, para haber goleado a Marruecos o para haber superado el escollo de Rusia en octavos. Incluso uno que, gracias a los caprichos del lado más fácil del cuadro – si es que hay algún lado fácil en este Mundial-, se hubiese plantado en semifinales porque tiene un nivel parecido al de Croacia. Esa es la realidad. Lo otro, decir que España iba a ganar el Mundial sin bajar del autobús, repetir que España es la de los jugones y el estilo, que si fulano o mengano dan mil pases y hacen mil regates, es vender humo. España jugó un mal Mundial. Uno muy por debajo de su nivel. Y todavía más por debajo de la gigantesca y desproporcionada expectativa que generó el periodismo, con la contribución de la ilusión del aficionado. España no debió de caer ante Rusia en octavos porque tenía equipo para más, de acuerdo. Pero oigan, no tenía para mucho más. No se puede ir por la vida presumiendo de ser los mejores del mundo cuando sólo lo hemos sido en una ocasión. Y con perdón, con unos jugadores irrepetibles. Otro día, que hoy no toca, convendrá hablar de qué es el estilo, de para qué sirve, de si hay que se esclavos de él hasta cuando no es aconsejable y por supuesto, de si el estilo es cosa de periodistas o cosa de los jugadores de los que uno dispone. Eso, otro día.
Ahora, que cada palo aguante su vela. España ni era tan buena antes, ni es un empastre ahora. En realidad, siempre ha sido lo que es. Un aspirante a todo, pero un favorito a nada. Dejemos de engañar a la gente: España no es Brasil, ni es Alemania - esos sí que eran favoritos de verdad-, ni está ahora mismo en el nivel de Francia. Y hasta si me apuran, no sabe competir como lo hacen selecciones de menor talento, como por ejemplo. Uruguay. Esa es la verdad. No la que les cuentan, sino la que se ve. Dentro de cuatro años, vendrá otro Mundial. Podemos elegir cómo queremos vivirlo: vendiéndole humo al personal o con un poquito de humildad. Menos ínfulas y más pisar la tierra.
Rubén Uría / Eurosport
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