La crisis política británica aún no se ha convertido en crisis financiera
La señal más clara de que los inversores estuvieran hartos de Reino Unido sería que la libra y los bonos se debilitaran al mismo tiempo
La libra esterlina es el barómetro más sensible de los temores de Brexit. La libra cae cada vez que parece más probable que Gran Bretaña pueda salir de la Unión Europea sin un acuerdo. Al mismo tiempo, sin embargo, los precios de los bonos del Estado de Reino Unido, los gilts, se fortalecen porque unas perspectivas económicas más sombrías significan que es menos probable que suban los tipos de interés. La señal más clara de que los inversores estuvieran hartos de Reino Unido sería que ambos se debilitaran al mismo tiempo.
La moneda británica y los bonos del Estado han tendido a reaccionar ante la agitación política moviéndose en direcciones opuestas. La libra esterlina cayó casi un 2% frente al dólar y el euro el jueves después de que una serie de dimisiones en el Gobierno pusieran en duda el futuro de la primera ministra Theresa May y su acuerdo de divorcio con la UE para el Brexit. Sin embargo, a pesar de que la libra sufrió su peor día desde octubre de 2016, los bonos se recuperaron. El rendimiento de la deuda pública a 10 años de Reino Unido cayó más de 10 puntos básicos, hasta el 1,35%.
Aún más revelador fue que la deuda soberana de Reino Unido se comportó mejor que las alternativas alemanas y estadounidenses. Este no habría sido el caso si los inversores hubieran desconfiado totalmente de Gran Bretaña. La diferencia entre el rendimiento de los gilts y los bunds alemanes se redujo en unos 10 puntos básicos el jueves. Mientras, los bonos gubernamentales estadounidenses a 10 años rendían hasta 174 puntos básicos más que los gilts comparables, la diferencia más grande desde 1984.
Al igual que los operadores de divisas, los inversores de bonos creen que la economía británica se vería perjudicada por un Brexit caótico sin acuerdo. Sin embargo, creen que esto obligaría al gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, a aplazar nuevas subidas de tipos, lo que suele ser bueno para los precios de la deuda. La capacidad de los inversores para aplicar la lógica normal de los bonos demuestra que todavía no han entrado en pánico.
Haría falta una verdadera crisis de la libra esterlina para que el banco central de Reino Unido respondiera elevando los tipos de interés, ignorando la caída temporal de la libra, como ocurrió tras el referéndum del Brexit en 2016. Si los inversores en bonos creyeran que eso fuera probable, estarían tan dispuestos a deshacerse de los gilts como los operadores de divisas a vender libras. Por ahora, sin embargo, la crisis política británica aún no se ha convertido en una crisis financiera.
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