«La demografía asturiana es tan crítica que no se puede mejorar, solo paliar»
Rafael Puyol. Demógrafo y exrector de la Universidad Complutense de Madrid
«Mujeres y hombres dicen querer dos hijos pero al final de media tienen 1,3; la precariedad del mercado laboral es lo que limita cumplir ese deseo»
Que Asturias entierra más gente de la que nace no era nuevo, pero los datos de 2018 marcan un nuevo hito. La región perdió 7.512 efectivos en el saldo entre partos y funerales, el mayor paso atrás desde la posguerra. Al balance se llega por un doble drama. De una parte, por primera vez se ha bajado de los 6.000 bebés. Por el otro, se contaron 13.297 esquelas, el segundo mayor número de decesos desde 1975. El demógrafo, doctor en Geografía y exrector de la Universidad Complutense Rafael Puyol (Gijón, 1945) lleva tiempo advirtiendo, analizando y buscando remedios para esta deriva. Hoy los expondrá a partir de las ocho de la tarde, en la tertulia que L'Alderique retoma en el Club de Tenis de Oviedo.
-¿Hemos tocado fondo?
-Pues lo malo es que no, que va a continuar. La situación es especialmente crítica en cuanto a los movimientos naturales, porque ostentamos el nada envidiable récord de la fecundidad más baja de todas las comunidades autónomas. Tener poco más de un hijo por mujer está muy alejado del ya de por sí crítico umbral de 1,5, por debajo del cual resulta muy difícil la recuperación.
-¿Hay un punto de no retorno que hemos dejado atrás?
-Tenemos un cóctel de circunstancias que combinadas hacen difícil en efecto la recuperación. Entre los años 2001 y 2017 Asturias perdió más de 60.000 mujeres en edad de procrear y seguirá con esa dinámica, según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística para el año 2033. Para darse una recuperación las mujeres que quedan deberían hacer un sobreesfuerzo reproductivo, que tengan más hijos de los que les 'corresponde', algo sumamente improbable.
-Cada estadística nos habla de un escalón que descendemos. ¿Nos estamos acostumbrando a ello?
-Se habla de que la baja natalidad no es buena, pero la realidad es que hay una cultura que se va estableciendo, una regla de oro que se instala en todo el país y especialmente en Asturias, y es que familias pequeñas dan más familias pequeñas. Si tienes pocos hijos, lo normal es que tus hijos den pocos nietos.
-Las sociedades que evolucionan en lo material van a esas familias de menos hijos. ¿La natalidad cae solo por esa nueva mentalidad?
-Los resultados de la última encuesta de fecundidad son interesantes. En ella las mujeres y también los hombres dicen que el número de hijos deseados es el de dos, pero al final tienen de media 1,3. ¿Por qué esa diferencia entre los niños deseados y los habidos? Ahí actúan todos los factores limitantes, como son un mercado laboral que no ofrece trabajo para todos y con una gran precariedad, además de la ausencia de acciones para apoyar a las madres sin pasar por un esfuerzo que les resulta inasumible.
-Al final se trata de intervenir más en el mercado laboral, ¿no?
-La mejor política natalista es el mercado laboral. Cuando a las mujeres les preguntan qué necesitarían para tener más de un hijo, en buena parte de las respuestas se habla del trabajo, a ser posible fijo.
-¿Qué puede hacer la política?
-Medidas de ayuda familiar, mejorar el acceso a la vivienda en propiedad o del alquiler a las parejas jóvenes, una política de guarderías con buenos horarios y precios, donde la madre trabajadora pueda conciliar su papel de madre y activa en el mercado laboral. Harían falta subvenciones que ayuden a la economía de determinadas familias e incentivar la inmigración. También recuperar el talento que hemos perdido.
-Si somos un ejemplo en declive demográfico, ¿por qué no en políticas contra él?
-La demografía ha sido la gran olvidada, hubo un gran desconocimiento y durante la década prodigiosa, hasta 2008, a la economía le iba bien.
-¿En quién debemos fijarnos?
-Hay en Europa ejemplos de ayuda familiar y envejecimiento activo. Suecia es el mejor modelo, pero también hay acciones en países como Irlanda y Francia de las que aprender.
-¿Hay, por tanto, esperanza?
-Cuando la fecundidad es tan baja, la recuperación es difícil. No es imposible mejorar unas décimas al cabo de unas décadas o generaciones, pero nunca lograr resultados espectaculares. No quiero moverme en términos pesimistas, pero la demografía asturiana tiene características críticas que una buena política no podría mejorar, solo paliar. Cada año estamos perdiendo 2.666 habitantes y si prolongamos la dinámica pues... Yo ya he hecho el ejercicio de calcular cuándo desaparecería Asturias. Para el año 2.400.
-Tiene una visión positiva del envejecimiento asturiano.
-Somos la región más envejecida, con un 25% de población por encima de los 65 años, pero eso que se ve como un fenómeno negativo, es una conquista social. Cada vez más personas viven más años. Ahí hay un dividendo de la longevidad que no estamos aprovechando bien. En Asturias hay una cultura de prejubilaciones que, con una economía mejor, deberíamos repensar.
-¿Retrasando la jubilación?
-Hay mucho talento a los 60, a los 65 ó 70 años. Retrasar debería ser primero voluntario, pero a esas edades hay muchos que están bien.
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