miércoles, 3 de junio de 2020

A 100 Km....lo eché de menos

Un Martes de Campo «atípico y más tranquilo»

María José García, Lucía Curto, Lucía Mayor, Paquita García, Miguel Aparicio e Isabel Suárez, disfrutando del bollo y el vino en el Campo de San Francisco. / FOTOS: ALEX PIÑA

Noventa agentes blindan el Campo y los parques Purificación Tomás y de Invierno en una jornada «para pasarlo bien» a la que pocos se animaron

«Atípico», «raro» y «sin mucha gente». Los ovetenses celebraron ayer el Martes de Campo «más tranquilo» de su historia, en grupos de no más de quince personas, guardando distancias y con mascarillas a mano. Fue una edición marcada por la alta presencia policial en los principales parques de la ciudad y en la que apenas tres centenares de personas salieron de sus casas para comer el tradicional bollo al aire libre.
Es una de las tradiciones más arraigadas cada primer martes después del domingo de Pentecostés. Madrugar, acudir a por el delicioso manjar y su consiguiente botella de vino, y degustarlo bajo la sombra de un árbol o en uno de los bancos del paseo del Bombé. Aun así, y después de que la Sociedad Protectora de La Balesquida cancelase en abril el reparto de los bollos por el coronavirus COVID-19,hubo quien no quiso perderse la cita «por nada del mundo».
 
«El bollo en el Campo es sagrado, ya bastante mal lo hemos pasado estos casi tres meses en casa», manifestó María José García, en el paseo del Bombé. «Llevo cincuenta años viniendo y seguiré haciéndolo, con las medidas de seguridad que hagan falta, pero a esta cita no se puede faltar», clamó a su lado Paquita García.
Tampoco lo hizo Ana María Morán, a sus 94 años. Ataviada con una pantalla protectora, brindó con una copa con vino blanco y un pedazo de bollo: «Por la salud». «Hay poca gente, pero se pasa bien, la pena es que no haya niños vestidos de asturianos, que son los que dan alegría», lamentó.
El año pasado, la Sociedad Protectora de La Balesquida agotó sus 4.000 bollos y el Campo, con cientos de mesas donde sentarse, se convirtió en una verdadera fiesta, aunque hubo que echar un pulso a la lluvia. Ayer, en plena crisis sanitaria, el escenario era distinto: «Cuando llegamos nos daba miedo sentarnos, pero la Policía nos ha dicho que podemos estar aquí tranquilamente, al menos disfrutamos del sol», manifestó desde su toalla Elena González.
En el parque Purificación Tomás, copado en otras ediciones por los jóvenes, había pequeños grupos, al estar prohibidas las reuniones de más de quince personas en la fase 2 de la desescalada. «Hoy venimos de tranquis», bromeó Fernando Toraño, de 18 año, «a pasarlo bien, con mascarilla por si acaso y ya está», aseveró, mientras uno de sus amigos, Borja González, echaba un culín de sidra.

«Los ovetenses cumplieron»

En materia de seguridad y respeto a las restricciones derivadas por el estado de alarma, los ovetenses «cumplieron», según confirmaron fuentes de la Concejalía de Seguridad Ciudadana. La tónica durante este Martes de Campo «atípico» fue de «respeto» a las normas de distanciamiento social para evitar posibles contagios.
Eso sí, la gran presencia policial marcó la imagen de este Martes de Campo. Noventa agentes de la Policía Local se afanaron en controlar las principales zonas de afluencia: Campo de San Francisco, el parque Purificación Tomás y el Parque de Invierno.
También la Policía Nacional intensificó su presencia, así como los voluntarios de Protección Civil. «La gente o bien se ha quedado en sus casas o se ha ido fuera de Oviedo a pasar el Martes de Campo, de ahí que no haya habido problemas. Además, los ciudadanos que sí han disfrutado del bollo lo han hecho con responsabilidad», valoraron desde el área de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento.

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