Cambiar el modelo: promover la cultura
Mónica Melle Hernández (@monicamelle), Profesora Titular de Economía Financiera de la UCM, es miembro de Economistas Frente a la Crisis*
Empezamos a conocer ciertos indicadores macroeconómicos que indican que la economía española parece haber tocado fondo: mejor acceso a los mercados; algo de crédito, aunque sólo para las grandes empresas; menor ajuste fiscal este año y, sobre todo, en 2015; mantenimiento de factores geopolíticos que favorecen el turismo,…
Pero existen factores que condicionan seriamente esta anémica recuperación, principalmente las dramáticas cifras de paro, el sobreendeudamiento que aún arrastran las empresas y las familias y la abultada deuda pública (llegará al 100% del PIB en 2014), que limita la capacidad de gasto de las administraciones y compromete más del 27% de los presupuestos en gastos financieros.
Y lo que es más preocupante, no se están desarrollando políticas que faciliten el necesario cambio de modelo productivo, para no volver a un crecimiento basado en la generación de burbujas inmobiliarias. Más bien al contrario, con los recortes en la formación del capital humano y en investigación, desarrollo e innovación se descuidan los factores intangibles, así como los sectores de alto valor añadido, fundamentales para mejorar la competitividad de una economía.
¿Cómo queremos salir de la crisis? ¿Cuál queremos que sea el modelo de crecimiento? Si apostamos por la nueva economía y por sectores de alto valor añadido cuya competitividad se basa, no en precios (en los que es difícil competir en un mundo global), sino en productos y servicios que aportan valor; las industrias culturales y creativas son clave.
Estas industrias son fuente de innovación, siendo uno de los sectores más dinámicos de Europa –generan más de 6,4 millones de empleos de calidad en la UE-. Pero, además, las industrias culturales promueven el pluralismo y la diversidad cultural, cumplen una función social y de desarrollo humano, y son un instrumento de la “marca España” que sin duda favorece el comportamiento de nuestras exportaciones.
En España este sector aporta algo más de 41.000 millones de euros (un 4%) del valor añadido total y genera más de 625.000 empleos. Con efectos inducidos en otros sectores, como la industria manufacturera, el turismo, la educación o la investigación; lo que se estima contribuye a incrementar la aportación del sector a la economía española hasta el 5,2% del PIB y el 4% del empleo total.
Pero además, en España tiene un enorme potencial. Por la cualificación de nuestro capital humano, su talento y su creatividad. Por nuestra riqueza idiomática. Por nuestra riqueza cultural -ocupamos el segundo puesto en la lista de países con lugares declarados patrimonio cultural de la humanidad, solo por detrás de Italia-. Por el margen de potencial desarrollo que tiene la demanda nacional española de productos y servicios culturales. Por la oportunidad que pueden representar los procesos de digitalización en el área de la cultura y la creatividad. Y por los nuevos sectores, aún por explorar todo su potencial, como los de contenidos online, videojuegos, diseño, industria de la lengua, turismo cultural e idiomático, etc.
Sin embargo, la reducción de la inversión pública en este sector y la subida del IVA para los productos culturales al 21% (13 puntos porcentuales), están frenando su desarrollo, y perjudicando su potencial como motor de la recuperación de la economía española y como pilar fundamental del nuevo modelo productivo.
El sector cultural en España, no sólo sufre las consecuencias de la caída del consumo por la “devaluación interna”, sino que se siente gravemente amenazado ante una legislación en su contra. La cultura española soporta el IVA más alto de toda Europa. En Francia, Hollande lo redujo a un 5,5%, Gran Bretaña aplica un 20%, Alemania un 7%, Italia un 12%, Portugal un 13%, Irlanda, Grecia y Finlandia un 9%, Austria un 10% y Luxemburgo sólo un 3%.
La cultura languidece. Al menos necesita un trato neutral respecto a otros países para poder competir. El sector está deseando repuntar, y reacciona con campañas exitosas de rebajas de precios en el cine y en el teatro. Pero urgen además políticas públicas que favorezcan el desarrollo de la industria cultural, su internacionalización y su acceso a la financiación –por ejemplo, facilitando avales públicos que garanticen el desarrollo de proyectos culturales sugerentes y desarrollando una Ley de Mecenazgo que atraiga inversión a la producción cultural-. Porque para cambiar el modelo productivo de nuestra economía, es preciso antes promover la cultura.
Conviene además recordar la anécdota de Churchill, cuando en la II Guerra Mundial sus asesores le propusieron distintos recortes para sostener el esfuerzo bélico, y Churchill iba accediendo a todos ellos, pero al llegar a la cultura se negó y dijo “si renunciamos a la Cultura ¿para qué luchamos contra Hitler?”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario