Asturias 24/ Jonás Fernandez
¿Tendrá fuerza la izquierda para detener el populismo de derechas que se ve cada vez en más países?
A la crisis económica, de la que ya hemos hablado, se une una crisis política de primera magnitud. Los últimos cinco años de ajustes fiscales, reformas e imposiciones al Sur han distanciado mucho a la ciudadanía del sueño europeo. Además, la gente del Norte tiene la impresión de que la expansión previa de quienes vivimos en el Sur fue acompañada de la dilapidación del dinero público, de comportamientos incorrectos. Se ha roto la confianza entre unos y otros. Los nacionalismos acompañan a este continente desde hace más de un siglo y reviven cada vez que hay incertidumbres sobre el camino. Es muy preocupante. Le Pen puede ser la primera en Francia, Holanda, Alemania, Finlandia, UKIP en el Reino Unido. Esta ola antiinmigración genera tensión. Y para hacerlo más complejo, e interesante, vuelve la pesadilla rusa para el Este de Europa. Hay que volver a los caminos anteriores a la crisis. Todas las cesiones de soberanía hacen necesario un Parlamento Europeo muy activo, con la complicación añadida que legisla sobre países que están en la zona euro y también sobre otros que no.
El objetivo para la minería es retrasar el límite de 2018 a las ayudas
Y Asturias, una región pequeña, ¿cómo se defiende en ese torbellino?
Existe una estrategia de reindustrialización para reactivar el tejido empresarial del continente. Obviamente, interesa mucho en Asturias. En los últimos años la comunidad autónoma se ha incorporado a distintos grupos de trabajo en el Comité de las Regiones que están impulsando el debate. Asturias tiene al menos dos líneas de actuación. Por una parte, disponemos de un buen sector exportador, con un peso importante del metal y con un tejido de pymes que también lo hacen bien, con mucha I+D+I, como las spin off universitarias. Europa debe ayudar más a este sector a medias entre los servicios avanzados, la Universidad y el mercado. Es muy competitivo. El otro plano de actuación es el de los sectores maduros, ya sean industriales o no, que dependen más directamente de las políticas europeas. Hablo ahora de la minería, del naval y del sector primario: la agricultura, la pesca y la ganadería. Estos sectores dependen de decisiones concretas de Europa. Las otras actividades no dependen de la regulación directa. Entre las dos, deben ampliar el tamaño de la economía de Asturias.
¿Qué futuro le espera al carbón?
El objetivo es retrasar el límite temporal de 2018 para seguir recibiendo ayudas. De eso toda la candidatura socialista española está convencida y va a lanzar la propuesta en el Parlamento Europeo.
¿Nos creemos los asturianos que exista esa economía emergente? Porque se habla poco de ella y más de empezar la reindustrialización desde cero.
Sí somos conscientes, aunque no sé cuánto de esa convicción se filtra al debate público. Es muy importante respaldar a los sectores maduros que atraviesan problemas. Pero las actividades que se han generado en la última década están ahí y el futuro pasa por la combinación de ambas cosas.
Europa ha conseguido que Tenneco siga abierta en Gijón
¿Dónde buscarán los socios que coincidan en esa visión y la hagan posible?
La estrategia de reindustrialización es potente y está generalizada. Europa ha conseguido que Tenneco siga abierta en Gijón. Hay que congratularse de la estrategia, del trabajo de nuestros eurodiputados, y quiero citar a Antonio Masip y su relación directa con el comisario Antonio Tajani; o de nuestro Gobierno regional.
¿Y la minería? ¿Es posible conseguir ese retraso?
La historia nos está ayudando. El accidente de Japón ha puesto una moratoria al desarrollo nuclear. Las tensiones geopolíticas en Rusia y el Este de Europa, donde nos proveemos de gas y de petróleo, pesan, no hace falta explayarse. La falta de autonomía energética impide responder al desafío de Putin en Ucrania. Existe la necesidad y la conciencia de mejorar esa posición. Hemos invertido mucho en renovables, pero esa energía siempre necesita el respaldo de la térmica, ya sea con gas o con carbón. La necesidad de mejorar la seguridad del suministro en el sur de Europa abre la oportunidad de renegociar las políticas energéticas y el límite temporal del carbón.
Durante años, Asturias miró a Europa como un hada madrina que repartía fondos y financiaba el desarrollo. Ahora parece una madrastra de cuento que maltrata al Sur. ¿Cómo será cuando acabe la crisis?
Desde luego, Europa ya no es la madrina que regala la pegarata en este Domingo de Resurección. Pero también tiene que dejar de ser la madrastra que impone un ajuste con una orientación ideológica clara. Dejará de serlo si los socialistas ganamos, obviamente. Después de la crisis, necesitamos una relación de madurez con Europa. Necesitamos crear un espacio donde sea posible hacer política: de izquierdas o de derechas, pero política. Con pros, contras y ciudadanos que voten y opinen a diario. Una relación materno-filial ordenada en que cada uno asume su papel. Europa es un espacio público, como el local, el autonómico o el nacional. Aún no es lo suficientemente transparente, pese al gran trabajo de Antonio Masip, un gran eurodiputado que se ha esforzado en acercarlo.
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