Pese a que las entradas oscilaban entre los 145 y los 445 euros, el monumental Michigan Stadium cumplió las expectativas y registró la mayor entrada para ver un partido de ‘soccer’ en Estados Unidos. Con predominio del rojo, casi 110.000 enfervorecidos seguidores abarrotaron ‘The Big House’ para presenciar in situ la victoria del Manchester United ante el Real Madrid (3-1). Los ‘diablos rojos’ salieron enchufados y gracias a un par de acciones brillantes materializadas por Ashley Young, unidas a las dudas de Iker, pusieron por delante a los ingleses. Sólo el empuje infinito de Bale servía para espolear momentáneamente a un equipo en pleno túnel del viento.
En una semana marcada por el debate en la portería madridista, con Diego López de patitas en la calle y Keylor Navas aguardando para ocupar su taquilla en el Bernabéu, el hombre designado para ocupar el arco volvió a sembrar las dudas sobre su rendimiento. Iker dudó en el segundo gol y se equivocó de lleno en el tercero de 'Chicharito'. Un fallo notable que cerraba el pobre papel de los blancos en su gira por el país de las oportunidades: tres derrotas (dos en los penaltis) en tres partidos. A la conclusión del choque, Ancelotti animaba el cotarro con unas declaraciones que abrían la puerta a una posible suplencia del meta español: "Iker Casillas será el portero de la Supercopa y luego ya veremos", comentó ante los medios el técnico italiano.
Desde el arranque, los de Van Gaal antepusieron la rivalidad histórica entre dos de los clubes más laureados del Viejo Continente a la trivialidad que suponía alargar su estancia en Estados Unidos para meterse en la final de la International Champions Cup. Se trataba de exhibir un nivel acorde a un equipo que por los tropiezos de un año para olvidar no disputará competición europea. Los blancos arriesgaban en los balones horizontales, más teniendo en cuenta lo adusto del verde, y transmitían señales contradictorias sobre su estado anímico. El United presentaba credenciales con un Juan Mata que hacía gala de su versatilidad, una pesadilla para la zaga blanca.
Al cuarto de hora, tras un corner forzado por el asturiano originario de Burgos, el escocés Darren Fletcher empaló un balón desde la frontal que salió desviado por poco. Poco después, la alegría y el dominio del United quedaron reflejados en el marcador con una jugada para enmarcar. El cuadro inglés convirtió en fútbol el ‘extrapass’ que tanto adoran los amantes del baloncesto. La arrancada de Fletcher desde atrás encontró a Rooney, que devolvió de tacón con maestría; tras el toque de primeras el escocés combinó con Welbeck, quien, otra vez con un solo toque, vio la llegada de Ashley Young por el costado izquierda. El delantero del United no lo pensó y perforó la meta de un Casillas que poco pudo hacer para atajar el esférico. Fácil, sencillo y para toda la familia.
Pero el Madrid, pese a carecer de una sala de cocción, tiene ese punto de mordiente que ha definido su fútbol en los últimos tiempos. El atrevido planteamiento defensivo del United favorecía acciones como la que dio lugar al penalti que igualaba el choque. Con sólo un hombre defendiendo en los laterales, el agujero en banda era una autopista. Y ahí emergió la explosividad de Gareth Bale. El galés ganó la espalda y, con un cambio de ritmo, se zafó de un bisoño Michael Kane a quien no quedó otra que derribar al hombre más en forma de los madridistas en los experimentos estivales. El propio Bale se encargó de transformar la pena máxima engañando por completo a De Gea. A partir de ahí, ambos equipos se enfrascaron en un cuerpo a cuerpo vibrante, algo que, a falta de la adrenalina que desprende competición oficial,
La diadema de Bale contenía su pelo pero no la hiperactividad de un hombre omnipresente en el ataque. En la primera acción con algo de paciencia el Madrid se demostró a sí mismo que paladear y reposar el fútbol tiene recompensa. Isco, inquieto de aquí para allá buscando su oportunidad, la agarró desde el perfil zurdo para, con la sutileza que le otorga el guante que posee en su diestra, poner un centro templadito al corazón del área. El balón encontró la zurda de Bale que trató de lucirse con una media chilena que llevó el ‘uy’ a la ferviente grada del Michigan Stadium.
Sin embargo, el fútbol, como la vida, sólo necesita un instante para cambiar su signo. Lo que pasaba por ser el momento más dulce de los blancos pronto tornó en un nuevo rapapolvo para el conjunto merengue. En una acción sin aparente peligro, Ashley Young progresó por banda izquierda, frenó con parsimonia, se acomodó el cuero para poner un centro con la derecha que, tras el intento en vano de cabecearlo por parte de Rooney, se envenenó para colarse en la red de la meta de un Casillas impasible. El delantero de los ‘devils’ se apresuró a levantar el brazo para anotarse el tanto pero la organización, con buen ojo, se lo concedió al hombre que puso un envío que confundió y desnudó las vergüenzas de un Madrid que resoplaba y torcía el gesto.
A la vuelta de la caseta, el desequilibrio de Bale volvió a quedar patente. Tras volver loco a su par en banda zurda, progresó para poner un pase de la muerte que Isco, en su papel de falso nueve, no supo aprovechar para hacer el segundo. El balón rebotó en Phil Jones y pilló en pleno vuelo a De Gea que atajó con cierta intigra. El Madrid, con Xabi Alonso de vuelta al banquillo por precaución y con un impetuoso Raúl de Tomás en el papel de versión reducida de Cristiano, carburaba con un tímido despertar de Modric y el propio Isco. Van Gaal agitó el cesto y dejaba en el banco al goleador Young y a un Ander Herrera que progresa adecuadamente en su recién estrenada aventura.
Como hiciera en el primer acto, por banda lavó su cara el Madrid. Bale aprovechó una falta lejana para exhibir su amplio arsenal ofensivo. El disparo con el empeine sorteó la barreray se fue directo a la cepa del palo izquierdo de la portería de un De Gea que tardó en recuperarse del susto. Mientras, ‘The Big House’ enloquecía al ver en el videomarcador el moreno playero de un Cristiano Ronaldo que calentaba detrás de la línea de cal. Como era previsible, el luso se salió con la suya, desmintió a Carletto y no embarcó rumbo España sin disputar unos minutos (17, para ser exactos). Para recomponer el esquema, Arbeloa enfiló el camino a los vestuarios mientras Carvajal recuperaba su puesto en el carril diestro. El astro vio cumplido su capricho su deseo y salió con un par de caracoleos, un golpe de Fletcher y dos muecas de cara a la galería.
Pese al gobierno madridista en cuanto a posesión y peligro, la segunda unidad del United gozó de su momento gracias a la simbiosis entre ‘Chicarito’ Hernández y Shinji Kagawa. El japonés, muy activo desde su salida al césped, dibujó un centro magistral al segundo paleo que, gracias a un nuevo error de Casillas en la salida, el mexicano aprovechó para cabecear a placer. Denostado por Van Gaal, el técnico tulipán sigue tragando con el azteca hasta el momento aunque se espera que salga antes de que termine el verano. Y ahí murió el partido. Un mazazo que impregnó de amargura la recta final de un choque que confirmó las ganas del United y la zozobra de un Madrid a quien sólo el incombustible Gareth Bale es capaz de sacar un poco de lustre.
Ficha técnica:
3 - Manchester United: De Gea; Michael Keane, Jones, Jonny Evans (mi.46, Tyler Blackett); Antonio Valencia (mi.62, Jesse Lingard), Ander Herrera (mi.46, Tom Cleverley), Fletcher, Ashley Young (mi.46, Luke Shaw), Juan Mata (mi.62, Shinji Kagawa); Wayne Rooney (mi.62, Javier Hernández) y Danny Welbeck (mi.42, Wilfried Zaha).
1 - Real Madrid: Iker Casillas; Álvaro Arbeloa (mi.74, Cristiano Ronaldo), Pepe, Sergio Ramos, Nacho; Illarramendi, Xabi Alonso (mi.56, Raúl de Tomás), Luka Modric; Dani Carbajal, Isco y Gareth Bale.
Goles: 0-1, mi.21: Ashley Young. 1-1, mi.27: Gareth Bale. 1-2, mi.37: Ashley Young. 1-3, mi.80: Javier Hernández.

Árbitro: Hilario Grajeda. Mostró tarjeta amarilla a Álvaro Arbeloa (mi.30) y a Isco (mi.68), del Real Madrid.

Incidencias: Partido amistoso correspondiente al torneo Guinness International Champions Cup que se disputó en Michigan Stadium, de Ann Harbor (Michigan), ante 110.000 espectadores, nueva marca de asistencia para un partido de fútbol en Estados Unidos.