A tan solo seis días para su comienzo oficial, cuadros dirigentes y candidatos del PSOE reconocen que su partido está en situación de “fuera de juego” en la campaña para las elecciones generales. En parte lo achacan a circunstancias exógenas incontrolables como el terrorismo yihadista, y a intereses económicos y mediáticos, más proclives a la continuidad del PP en el Gobierno y/o a la promoción Ciudadanos como alternativa, e incluso de Podemos como principal referente de la izquierda. Pero también admiten que parte no menor de la responsabilidad hay que atribuirla a “errores propios”, aunque creen que todavía hay tiempo para remontar.
Esos errores, que en tenis se llaman no forzados, no terminaron con los veintidós días horribilis que empezaron a mediados de octubre con el fichaje de la tránsfuga de UPyD Irene Lozano y tuvieron su colofón en la primera semana de noviembre con el fuego amigo de una encuesta publicada en 'El País' que relegaba al PSOE a la tercera posición en beneficio de Ciudadanos, un mazazo anímico de primera categoría, sino que, aunque de forma menos notoria, se han prolongado en el tiempo.
Los socialistas se han visto perjudicados más que ningún otro partido por losatentados terroristas de París, al coincidir con el fin de semana para el que había sido convocada una Conferencia que debía servir de gran altavoz para sus propuestas programáticas y que fue cancelada por aquel motivo. El sucedáneo que se montó el sábado de la semana pasada en el Centro Conde Duque de Madrid para hacer la gran presentación en sociedad de su programa pasó prácticamente desapercibido y el PSOE, aunque no cesa de desgranar propuestas -o precisamente por ello-, no ha logrado transmitir una idea clara de su proyecto, algo que según los especialistas se consigue seleccionando media docena de ideas-fuerza que se repiten con la pertinaz insistencia de la lluvia fina hasta que calan en las tierras más pedregosas.
La percepción entre los socialistas de sus expectativas electorales ha ido a peor desde que Rajoy disolvió las Cortes
Si las circunstancias, los entornos y la estrategia no ayudan, tampoco parece que lo hagan algunos malos hábitos adquiridos por Pedro Sánchez, como el de pronunciar sus mítines, al menos los principales, leyendo su intervención en un teleprompter, porque lo que puede ganar en seguridad lo pierde en frescura, una pérdida no menor siendo la política una actividad inseparable de la capacidad de emocionar, en el sentido que le atribuye el Diccionario de la Real Academia de la Lengua: “Conmover el ánimo”.
Del ‘fuego amigo’ al ‘abrazo enemigo’
En todo caso, con independencia de que compartan en mayor o menor medida estas críticas, lejos de mejorar, el estado de ánimo entre los candidatos y cuadros dirigentes ha ido a peor desde que Mariano Rajoy dio el pistoletazo de salida para la carrera electoral a finales de octubre.
Por esas fechas, un socialista que reparte su tiempo entre sus tareas profesionales y su actividad no remunerada como cuadro dirigente, regresó a su casa con el alma en los pies después de una reunión con otros profesionales de su sector. Eran ocho en total, de los cuales uno es militante “de toda la vida”, dos han sido votantes del PSOE y los cinco restantes responden al perfil del “votante no ideológico”, ya que en distintas convocatorias electorales han optado por diferentes partidos. De los ocho reunidos, sólo uno declaró que volverá a votar socialista –el cuadro dirigente–, y los otros siete confesaron abiertamente su propósito de votar a Ciudadanos.
Por esas fechas, no obstante, la percepción mayoritaria dentro del PSOE todavía era que, aunque iba a ser prácticamente imposible desplazar al PP de la primera posición, era muy factible conseguir el Gobierno pactando con Ciudadanos. El partido que encabeza Albert Rivera les había robado muchos votos en las elecciones del 27 de septiembre en Cataluña, pero, aun así, el PSC había logrado salvar los muebles, no porque sus resultados fueran buenos, sino porque se temían que fueran mucho peores.
Ahora, sin embargo, el horizonte electoral se percibe con mayor inquietud. Del fuego amigo que el PSOE recibe de 'El País', antaño conocido como la agrupación socialista de Miguel Yuste –calle donde está la redacción del diario– y hoy tenido por contemporizador con el PP y tránsfuga a Ciudadanos, se ha pasado al abrazo enemigo del 'ABC'. Tras un rosario de encuestas publicadas en diversos medios que eran coincidentes en la advertencia de que Ciudadanos puede adelantar al PSOE, el diario conservador, en el que antaño se llegaron a diseñar las estrategias políticas del PP, se desmarcó esta semana con una portada en la que se vendía el afianzamiento del PSOE como segunda fuerza,algo que para su mayor desasosiego los cuadros socialistas han interpretado como un intento de “rescate” por intereses propios. Y así, a la inquietud preexistente se ha añadido el desconcierto generado por el distanciamiento de quienes han sido sus voceros históricos y la aparente ayuda de quienes nunca han comulgado con sus ideas.
Incapaces de desmontar Ciudadanos
Si Podemos se desinfló solo, el escaso tiempo que resta para la cita en las urnas lleva a descartar que un fenómeno de la misma naturaleza se repita conCiudadanos, que vive en luna de miel con el electorado desde los últimos comicios catalanes. Ciudadanos no deja de subir desde entonces y, además, el PP ha consolidado su posición de favorito aunque su victoria pueda acabar siendo pírrica, en su acepción más exacta: triunfo obtenido con más daño del vencedor que del vencido.
Pedro Sánchez no ha logrado desmontar a Albert Rivera y la cercanía del 20-D no permite esperar que se desinfle como Pablo Iglesias
Los responsables de la campaña socialista no han sido capaces de neutralizar la competencia de Ciudadanos, que amenaza no ya sus opciones de triunfo sino también su primacía en la oposición. Y esta circunstancia no puede dejar de ser llamativa porque en sus filas hay personas con las ideas muy claras al respecto, como José Andrés Torres Mora, que repite como candidato al Congreso por Málaga.
El jueves, durante la presentación de su ensayo 'El día que el triunfo alcancemo's (Turpial), lo explicó de forma muy clara sin pedir copyright: “Hayalgunos que nos quieren gobernar sin política, desde la tecnocracia, pero hay una gran diferencia entre ser un ciudadano y ser un consumidor o un empleado. La bandera de la política no la podemos dejar en manos de quien da un sucedáneo”. El que fue ideólogo del primer zapaterismo, también apuntó otro agujero negro de su partido: “Hasta que no reivindiquemos a Zapatero tendremos un tiempo inexplicable, una oquedad”.
Como subrayó Ángel Gabilondo en el gran acto de presentación de los candidatos socialistas celebrado a mediados de octubre: “Lo peor no es perder, lo peor es perdernos”. Y, como añadió el exministro convertido por Pedro Sánchez en icono de los independientes comprometidos, para ganar “no basta con pedir a los demás adhesión”, sino que los socialistas deben empezar por “el pacto con uno mismo” y por “implicarnos activamente en la transformación del país”.
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