"La victoria sabe a gloria bendita", reconoció Luis Enrique en la sala de prensa nada más terminar el partido. No metió el dedo en la llaga el técnico a pesar de la tirria que le tiene al Real Madrid desde que se fue de mala manera. Se centró en lo suyo, en su alegría y lo bien hecho por su equipo. Hace un año, Luis Enrique salió del Bernabéu tocado con un 3-1. Ahora, ya ha entrado en la leyenda de las noches memorables del barcelonismo en Chamartín junto a Michels (0-5), Rijkaard (0-3) y Guardiola (2-6). "Si hemos pasado a formar parte de la historia del Barça, mucho mejor, porque sabemos el valor de esta victoria", declaró sereno el asturiano hablando en plural y no en primera persona.
El entrenador acertó quitándose del foco, porque este Clásico se recordará con el tiempo como el día en que el Bernabéu aplaudió a Andrés Iniesta, igual que el de hace justo diez años se ha recordado durante la pasada semana como el partido en el que se aplaudió a Ronaldinho. Iniesta firmó un partido memorable, prácticamente perfecto. Las estadísticas hablan de 66 pases correctos de 69 -43 de 46 en la primera mitad- una asistencia y un golazo, el tercero de su equipo, nada más comenzar la segunda parte que le dio la estocada a un Madrid que ya estaba herido de muerte. Se marchó en el 77’ por Munir y parte del público se puso en pie para ovacionarle. “No me extraña, Iniesta es patrimonio de la humanidad. Entiendo que le hayan aplaudido. Es capaz de tener ojos en la nuca y de hacer magia”, dijo Luis Enrique. “Se lo agradezco a la gente”, declaró Iniesta sin más.
El manchego lució ayer por primera vez el brazalete de capitán en un clásico después de 32 disputados. Era el primero también sin su añorado Xavi. Y lo bordó. Hasta vio puerta, algo que no hacía desde marzo del 2014, precisamente también en el Bernabéu en el 3-4 para el equipo de Tata Martino, así que los aplausos para el culé fueron más que merecidos. Hizo lo que quiso, cuando quiso y logró incluso meter la cabeza en el toma y daca que llevaban Luis Suárez y Neymar con el gol desde que se lesionó Messi. Ni el brasileño ni el uruguayo faltaron ayer a su cita y, encima, volvieron a encontrarse sobre el terreno de juego con el argentino dos meses después.
El Barcelona se marchó de Madrid exultante y sólo le faltó la guinda. Y no fue porque Piqué no lo intentara. El central, abroncado al principio hasta que la afición blanca ya se centró en pitar a los suyos, no paró de buscar la manita en los últimos minutos del partido y hasta abroncó a Munir con 0-4 en el marcador por no pasarle la pelota. Piqué jugó prácticamente de delantero. Ya en el vestuario, con las pulsaciones en su sitio, publicó un tuit bromeando con Munir que fue muy celebrado por los culés.
La tarde-noche fue tan feliz para el Barça que ni siquiera tuvo Luis Enrique que arriesgarse con Messi, que entró al campo con 0-3 en el minuto 57’ sustituyendo a Rakitic después de que las cámaras atestiguaran que también se lo estaba pasando pipa en el banquillo. El técnico y el astro lo habían hablado, estaba pactado y salió redondo. Con seis puntos de ventaja sobre un Madrid tocado y hundido, Leo recuperado y a un mes de que puedan jugar por fin Arda Turan y Aleix Vidal, el futuro se le antoja luminoso. Eso ya lo veremos, pero por lo pronto, 0-4.
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