Pedro Duque: "Cada vez me preocupa más que un asteroide impacte contra la tierra"
Por Carlos Manuel Sánchez / fotografía: Carlos Luján - XL Semanal
Sueña con volver al espacio. Y, para ello, el primer astronauta español se prepara a fondo. Hasta que llegue ese día, trabaja en Alemania en una de las sedes de la Agencia Espacial Internacional. Nadie mejor que Pedro Duque para guiarnos por los retos que nos aguardan en el cosmos. Porque como él dice: "Afortunadamente, siempre ganamos los que tenemos curiosidad".
Está hecho un 'tirillas', pero las apariencias engañan. El astronauta Pedro Duque (Madrid, 1963) está listo para regresar al espacio. No es que se machaque, pero le da a la bici y a la natación. Ha estado en órbita por partida doble, una vez en 1998 (nueve días en el Discovery) y otra en 2003, cuando pasó diez días en la Estación Espacial Internacional. Desborda simpatía y procura que la gente le entienda aunque hable de cuestiones técnicas. Casado, tres hijos. Es ingeniero aeronáutico y Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional. En la actualidad trabaja en Alemania. «Estoy en el centro de control europeo de la Estación Espacial Internacional. Hay varios: Houston, Moscú, Tsukuba (Japón) y el de Múnich. Por la radio decimos «¡Múnich!», pero en realidad está en un pueblo cercano que se llama Oberpfaffenhofen... Lo que pasa es que por la radio suena muy mal». Duque charla con XLSemanal cuando se cumplen 15 años de la presencia de astronautas en la Estación Espacial. La cita es en el centro de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Madrid.
XLSemanal. ¿De verdad que no se aburren allá arriba, en la Estación Espacial?
Pedro Duque. Al principio es alucinante. Yo solo he estado un máximo de diez días. Pero me imagino que al cabo de un par de meses hay que buscar otros alicientes, como mirar por la ventana, hacer fotos, interactuar con la gente de la Tierra...
XL. ¿Por eso los astronautas ahora cuelgan fotos en Internet?
P.D. Estás seis meses viviendo en la oficina, comiendo en la oficina y durmiendo en la oficina. No puedes abrir la ventana, ni darte un paseo, o ir al bar y tomarte una cerveza... Son condiciones que, en principio, parecen horribles.
XL. ¿No hay manera de tomarse una cerveza?
P.D. Beber cosas con gas es malísimo en ingravidez, porque en el estómago no se separa el gas del líquido, todo el gas va por el intestino hasta abajo. Te puedes tomar algo sin gas, no sé, un daiquiri... ¿Pero qué leches haces allí solo tomándote un daikiri? Por supuesto existe el entusiasmo, la motivación. Sabes que estás haciendo un trabajo para el progreso de la humanidad... Eso te estimula.
XL. ¿Cuando se ve la Tierra desde fuera se pone uno filosófico?
P.D. Bueno, cuando la ves de noche, te das cuenta de la desigualdad que hay en el mundo. Hay unas partes iluminadas y otras a oscuras. Y piensas que unos tienen para encender la luz y que sus hijos puedan estudiar y otros no. Y que unos contribuyen al efecto invernadero y otros no.
XL. ¿Tiene ganas de volver?
P.D. Yo sí iría.
XL. Está en la reserva, por así decirlo.
P.D. Estoy en lo que se llama el grupo de astronautas activos de la ESA, con los seis elegidos en 2009 y tres o cuatro más que quedamos de la hornada anterior.
XL. ¿Iría usted a Marte?
P.D. Depende de cómo...
XL. Sin retorno.
P.D. Sin retorno es una tontería. Se necesitaría enviar una cantidad tan gigantesca de piezas de repuesto que, al final, costaría más dinero que ir con retorno. Esa es una idea de bombero. Cuando los ingenieros se han puesto con el tema, han visto que esa opción no existe. Solo se puede ir si se tiene la posibilidad de volver.
XL. Pero sería un viaje de unos tres años: nueve meses de ida, lo que estés allí y la vuelta...
P.D. Mi compañero y correceptor del Premio Príncipe de Asturias Valeri Poliakov dice que, con todo lo que se tarda, la radiación que te va a dar, la serenidad necesaria para aguantar, lo mejor es mandar a gente bastante mayor.
XL. ¿Por qué?
P.D. Porque el cuajo ya lo tienes, los hijos los tienes criados y te da un poco igual si dentro de 25 años vas a tener un cáncer.
XL. Pues usted ya tiene 52 años.
P.D. Según Poliakov, dentro de cinco o seis años ya estaría listo para ir a Marte [ríe].
XL. ¿Tiene que estar en forma para seguir siendo astronauta?
P.D. Hay que mantener la salud. Todos los años nos hacen un chequeo exhaustivo. Hay una serie de dolencias típicas de astronautas. Piedras en el riñón, cataratas... ¡Pero no necesitas ser corredor de maratón! Si vas a salir fuera con el traje, tienes que hacer un poco de brazos, torso... El resto es mental.
XL. ¿Subir allá arriba quema la salud?
P.D. Estar mucho tiempo puede perjudicar el esqueleto, el sistema circulatorio... Todos los músculos vaguean, porque no necesitan hacer tanta fuerza... ¡Y cuando vuelves estás fatal! Por eso las contramedidas, como la gimnasia. Además, ese ratito de deporte es un momento en el que apartas pensamientos del tipo «¡todavía me quedan cinco meses!».
XL. ¿Qué deporte hacen?
P.D. Hay dos aparatos de correr. Tienen unas gomas que te unen al suelo y cada vez que das un paso las gomas te recolocan para el siguiente paso. Hay que pillarle el tranquillo, porque si las gomas se estiran demasiado te caes de morros. También hay una máquina de musculación, que en vez de ser de pesas es de muelles, y una bicicleta estática.
XL. ¿Tiene usted alguna teoría sobre esa cosa extraña que ha descubierto el telescopio espacial Kepler? Algunos han apuntado que puede ser obra de alienígenas...
P.D. Hay una estrella que tiene variaciones de luz que ahora mismo no son fáciles de explicar. Uno ha dicho: «¡Y por qué no una estructura alienígena!». Cuando estás en un ambiente en el que todos son científicos, si uno propone una teoría, no se le dice: «Oye, estás tonto». Se mira a ver si eso podría ser. Kepler es un telescopio muy experimental que hizo un estudio de un trocito de cielo muy pequeño y ahora estamos revisando los datos. Lo que hay que hacer es mandar más telescopios, más precisos, obtener mejores datos.
XL. ¿La sociedad tiene reparos en gastarse los cuartos en la exploración espacial?
P.D. ¡Es que no es un gasto, es una inversión! La diferencia es que de una inversión esperas un beneficio. La OCDE calcula que cada euro invertido en la actividad espacial reporta a la economía de un país entre cuatro y veinte veces su valor. Además, tampoco invertimos tanto. Los españoles tocamos a cuatro euros al año. En Europa, diez. En Estados Unidos, cien...
XL. ¿Qué se nos ha 'perdido' allá afuera?
P.D. Esa pregunta es la misma que le pudo hacer un tipo en un valle de Kenia a su compañero de tribu, cuando este le dijo que quería pasar la montaña para ver qué hay detrás. «Con lo bien que estamos aquí». Siempre hay gente así; pero, por suerte, siempre ganamos los que sentimos esa curiosidad. Hay que ver más allá.
XL. ¿Pero qué ganamos yendo al espacio?
P.D. Lo primero: ampliar nuestros conocimientos. Nunca sabes dónde vas a encontrar algo... Hay muchas tecnologías que se aplican luego en la Tierra: brazos robóticos, investigaciones sobre osteoporosis, sobre cáncer... Puede que encuentres algo que revolucione el mercado. Cuanto más investigas, más luces encuentras. Y a veces esas luces hacen que cientos de miles de personas se beneficien de ellas.
XL. Concrete un poco.
P.D. Le doy un ejemplo. En los años setenta, en la NASA, alguien dijo que, si íbamos a mandar una sonda a ver planetas, sería una bobada no tener fotos... Pero entonces las fotos se hacían con carrete y eso no valía para ir a Júpiter. Había que inventar una cámara digital. Pues mire... Un ingeniero de la NASA desarrolló el concepto y los de Kodak lo aprovecharon para fabricar la primera cámara digital. Y durante décadas Kodak dominó un mercado y ha dado trabajo a miles de personas. Ahora es otra cosa, los móviles, las aplicaciones..., pero cuando intentas romper la barrera de lo que se sabe, encuentras unos obstáculos gordos. Para superarlos, hay que inventar. Y cuando lo haces, dices: «Vaya, esto es guay».
XL. ¿Volveremos a la Luna?
P.D. Sí. Se va a volver a la Luna.
XL. ¿Viviremos allí?
P.D. Seguro que alguien vivirá allí, por lo menos unos meses... No digo que vaya a tener hijos en la Luna. Pero hay muchas cosas que estudiar allí. La Luna es perfecta para tener telescopios. Los que vamos a poner en el desierto de Atacama tendrían muchísima más definición en la Luna, detectaríamos muchos más planetas. Y si hay estructuras construidas por marcianos las veríamos enseguida. Pero hay que reducir los costes de transporte.
XL. ¿Qué recursos tenemos allí por explotar?
P.D. Es un planeta entero sin tocar. Hay metales que aquí son muy caros, metales extraños que utilizan los semiconductores, y que aquí solo encuentras en Siberia y sitios así. Piense que hemos aterrizado en la Luna seis veces y nos hemos traído cuatro cubos. De ese enorme planeta, casi no hemos visto nada. Si en la Tierra vas a seis sitios y te llevas cuatro cubos, ¿cómo vas a saber lo que hay, o qué minas puedes explotar? Y luego está el helio-3, que es el combustible ideal para tener plantas de fusión sin que se produzcan residuos radiactivos.
XL. ¿Y cómo nos traemos de allí lo que explotemos?
P.D. Esa es la cuestión. Ya se están investigando motores iónicos, que son más potentes que los actuales. Con la tecnología actual, solo podemos ir a unos 30.000 kilómetros por hora. Y el combustible, además, es muy caro.
XL. Hace unos años nos angustiaba que un asteroide impactase en la Tierra. ¿Ya pasó el peligro?
P.D. No. Cada vez tenemos más preocupación. Lo que pasa es que hubo un momento en que se detectó un asteroide bastante 'tocho' que casi seguro iba a dar a la Tierra. Se llama Apofis. Todavía está ahí y en 2029 va a pasar cerquísima de la Tierra. Pero ya hemos calculado que dar, no va a dar... Pero ese es uno. Cada año descubrimos nuevos. En 2014 salió el último censo. Y nos faltan por descubrir al menos cien mil asteroides. Estamos jugando a la ruleta rusa. Para mí, es la investigación más importante que debería acometerse en tecnologías espaciales. Una línea de investigación debería centrarse en buscarlos a todos con telescopios espaciales específicos. Y otra línea, en moverlos, desviarlos, empujarlos, lo que sea.
XL. ¿Y eso lo tenemos avanzado?P.D. Los conceptos sí, pero no los programas. Léase la pasta.
XL. Es un momento difícil para soltar pasta.
P.D. Dinero hay. La NASA maneja un presupuesto anual de 17.000 millones de dólares. La ESA, 4000 millones de euros... Se está poniendo mucho dinero en cosas muy útiles, pero habría que abrirle un hueco a eso. Nos jugamos el futuro.
XL. ¿Somos una civilización depredadora que después de arruinar nuestro planeta vamos a seguir esquilmando los que se nos pongan a tiro?
P.D. Yo pienso que la colonización de otros planetas ya se hará con métodos más escogidos. Lo que le pasa a la Tierra es que no está nada coordinado, cada uno hace lo que quiere dentro de su territorio. Supongo que para colonizar otros planetas habrá unas reglas. Y toda potencia tecnológica tendrá que cumplirlas. Creo que lo haremos un poco más racionalmente.
XL. ¿Hay vida extraterrestre?
P.D. Yo no conozco a nadie que diga que no puede haber.
XL. ¿Pero usted qué cree?
P.D. No hay ningún dato que avale la existencia de vida. Pero solo sabemos lo que no sabemos. Y lo que no sabemos es muchísimo. Y en esa nube de lo que no sabemos puede haber de todo... Lo mismo hay un millón de planetas como el nuestro, llenos de gente con dos ojos y dos orejas, que andan por allí, o quizá no... Lo mismo somos un fenómeno único en el universo. ¡Yo qué sé! Pero no parece que seamos los únicos. Porque ahora sabemos que hay tantos o más planetas que estrellas. Miles de millones.
XL. ¿La humanidad se mira demasiado el ombligo?
P.D. ¿Por?
XL. Porque buscamos vida parecida a la nuestra y, además, pretendemos que si hay otras civilizaciones se interesarían por nosotros...
P.D. Si existe una civilización tecnológica y ve un planeta donde hay vida inteligente, lo normal es que su primera regla sea: no te metas. Yo haría eso. ¿Venir aquí pa qué? Si hay vidas muy desarrolladas por ahí que nos han visto, lo normal es que pasen de nosotros. ¿Qué haría usted? Si alguien quiere colonizar un planeta, no se va a uno donde hay vida cuando hay miles donde no la hay. No hay que ser abusón.
XL. ¿Las fronteras de la exploración espacial las van poniendo los buenos autores de ciencia ficción?
P.D. Hay autores de ciencia ficción que lo hacen como debe ser. Estudian la ciencia y hacen una ficción de cuál sería su aproximación. De hecho, hay ideas que vienen de novelas de ciencia ficción de las que algún científico dice: «Oye, lo mismo esto va a haber que estudiarlo». Bien mirado, la ciencia es ciencia ficción. Un señor está en un laboratorio, tiene una serie de conocimientos y lanza una hipótesis... Y la ciencia se desarrolla por la ficción de ese científico. Pero son ficciones plausibles.
XL. ¿Los chinos nos van a adelantar en la carrera espacial?
P.D. Hay más gente trabajando en ello en China que en Europa. Y en las universidades se potencian los estudios de física e ingeniería. Está muy bien que surjan países. A lo mejor sus intenciones nos pueden parecer un poco oscuras o siniestras, pero hacen que los demás espabilen y despierten del letargo.
XL. ¿Cuándo empezó ese letargo?
P.D. Antes de llegar a la Luna ya se redujo el presupuesto de la NASA... Se puede hacer más. Es una cuestión de decisiones de alto nivel. Si no hacemos nada con el impulso que traen los nuevos países, nos van a adelantar.
XL. Puso usted un chorizo de León en órbita en su primer viaje.
P.D. Puse unas rajas de chorizo, unas lonchas de jamón... No fue muy buena idea lo del chorizo.
XL. ¿Por?
P.D. Porque suelta grasa. El chorizo tiene que estar entre pan. Pero rajas de chorizo en la mano... En ingravidez es difícil limpiar la grasa.
XL. Pues creo que en su segundo viaje reincidió.
P.D. Sí, pero me llevé lomo algo más curado. No me lo llevé para mí, sino para invitar a los que pasaban allí seis meses, para que tuviesen un recuerdo de la Tierra.
El astronauta español, de 52 años, posa en el centro que la Agencia Espacial Europea tiene en Madrid.
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