No han pasado ni diez meses desde que Garbiñe Muguruza
dejase de ser una simple promesa para convertirse en una de las grandes
historias del tenis mundial. La hispanovenezolana había mostrado ya
ramalazos de talento puro, pero hasta la final de Wimbledon que perdió contra Serena Williams no se la podía considerar una estrella. Ahora sí, lo es, de las que más brillan a pesar de sus lagunas temporales. La final en Londres cambió para siempre su vida, pero no fue el último ajuste que iba a decir. La tenista que entrará este sábado en la pista Phillippe Chatriere
(15.00 h., Eurosport) tiene poco que ver con aquella joven que
desafiaba a Serena Williams en su pista fetiche. Estos son algunos de
los cambios que ha experimentado Garbiñe en todos estos meses.
Cambio de entrenador
Alejo Mancisidor había
sido el técnico de toda la vida de Garbiñe Muguruza. Es uno de los
clásicos en el tenis español, un entrenador con buena mano que en los
cinco años que pasó junto a la hispanovenezolana vio como poco a poco
iba mejorando su tenis hasta convertirse en una de las mejores. Él
estaba con ella en Wimbledon y siguió a su lado hasta poco antes del US Open.
Los motivos nunca se explicaron en profundidad. "Las diferencias eran
muchas y mis valores no me permitían creer y seguir en ello", contó
Mancisidor tras la ruptura. El caso es que Muguruza dio un paso
adelante, contrató a Sam Sumyk que antes había estado con algunas estrellas femeninas como Azarenka o Bouchard y que ha estado con ella en estos meses. En las buenas, como Roland Garros, y también en algunos malos momentos como sus dos rabietas consecutivas al principio de esta temporada.
Cambio de residencia
Es el último cambio de todos. Garbiñe nació en Caracas y
se trasladó a Barcelona con solo seis años con su madre, en busca de
una carrera tenística que ha terminado cristalizando. Este mes ha
decidido irse de la que es su ciudad, cambiar España por Suiza y la
Ciudad Condal por Ginebra. Allí se ha ido con su madre,
aunque ella vive sola, y tiene cerca a algunos familiares de su
entrenador que la están ayudando. "Estoy viviendo en allí desde hace
poco tiempo, entrenando allí, mi familia me ha acompañado. Es un buen sitio para entrenar", contraba estos días en Roland Garros.
Los títulos importantes
La
final de Wimbledon fue clave, un antes y un después en su carrera, pero
desde ahí tenía que consolidar su tenis, seguir dando resultados. Su
inicio de 2016 no ha sido brillante, todo lo contrario, pero sí lo fue
el otoño del año pasado. Después del Abierto de Estados Unidos hizo la gira asiática y consiguió el que, por el momento, es el mayor título de su carrera: Pekín. El torneo de la capital china es un Premier Mandatory,
la escala más alta en el tenis mundial por debajo de los Grand Slam.
También tuvo una magnífica semana de competición en las finales del
circuito. Ganó en su grupo todos sus partidos, contra tenistas de
primerísimo nivel como Kvitova, Kerber y Safarova. En semifinales no tuvo tanta suerte y terminó sucumbiendo con la eventual campeona, Agnieszka Radwanska.
Es una elección natural en los que aspiran a mucho en el ránking individual. Garbiñe estaba jugando mucho en dobles junto a Carla Suárez,
llegaron incluso a hacer final en el Masters de final de año y a ser
semifinalistas de Roland Garros. Ahora ambas tenistas han reducido
drásticamente su presencia en el circuito paralelo de la WTA.
La decisión es premeditada, las tenistas saben que el calendario pesa
mucho y hay que aligerarlo lo máximo posible. La decisión más habitual
para conseguir esto es descartar jugar por parejas. Ambas tenistas, a
pesar de todo, disputaron algún partido en el torneo deMadrid pensando en el futuro cercano. Los Juegos de Río son un objetivo apetecible y juntas pueden hacerlo. También en Fed Cup piensan seguir jugando juntas. Incluso es posible que en Brasil juegue el mixto con Rafa Nadal.
Llegó
a Wimbledon situada entre las 20 mejores jugadoras del mundo y terminó
el año como número 3 propulsada, sobre todo, por su excelente actuación
en el All England Tennis. Subir en la escalera de la
lista mundial es suficiente para que el nivel de notoriedad de una
jugadora crezca, pero hay casos como el de Garbiñe en los que esto se
multiplica. Muguruza es una de las jugadoras señaladas para hacer cosas
muy grandes en el tenis y, además, tiene mucho carisma.
Ella misma se siente cómoda ante las cámaras y utiliza con soltura las
redes sociales, clave para cualquier deportista que hoy en día quiera
notoriedad. Gabiñe pasó de 50.000 seguidores en Facebook a los más de
250.000 mil que hoy pueden en sus entrenamientos, cenas y demás. La fama
está ahí, y se ve en cosas como que el Vogue americano le dedique artículos a su pelo. Incluso tiene su propia aplicación móvil
Las marcas se la rifan
Es consecuencia de lo anterior: la fama lleva patrocinios. BBVA fue
la marca que primero apostó fuerte por ella, antes incluso de que
empezase a descollar como la gran tenista que es. La convirtió en
embajadora de la marca y ahora mismo es uno de los patrocinios más
importantes que tiene el banco en el deporte. Garbiñe viste Adidas en la pista y Stella McCartney
fuera de ella. Desde su final en Wimbledon se han redoblado los
pretendientes para una chica que tiene una magnífica imagen y, además,
tiene facilidad para relacionarse con los medios. Un valor seguro.
La psicología
Sigue siendo la asignatura pendiente
de la española, aunque está dando pasos para mejorarlo. Sigue perdiendo
partidos que, por ránking, debería de ganar con facilidad, lo cual es
un pozo de frustraciones y de dudas. Suyas y del resto del mundo, que
mira con curiosidad sus enfados y bajones.
Esto, que sigue igual, no quita para que hoy Garbiñe sea una jugadora
más fuerte. Ahora mismo sabe que puede ganar a cualquiera. Llegar a una
final de Wimbledon te coloca entre los elegidos, los que tienen unas sensaciones que son imposibles de imaginar, solo se sienten.
Ahora en Roland Garros ha demostrado de nuevo que es muy buena contra
la presión y que puede fallar estrepitosamente en las plazas menos
importantes, pero es muy capaz de subir el nivel en los escenarios
importantes. Y eso puede marcar la carrera de un tenista.
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