La historia lo absolvió
ROBERTO MONTOYA*
La CIA organizó cientos de sofisticados intentos de asesinato contra él pero la eficaz DGI cubana (Dirección General de Inteligencia) logró desarticularlos a tiempo; el sector más recalcitrante del exilio cubano de Miami lo 'mató' decenas de veces desde que cayera enfermo en 2006 y los grandes medios de comunicación de todo el mundo se hicieron eco rápidamente de esas supuestas muertes. Fidel se vio obligado a aparecer una y otra vez públicamente para desmentirlo, como una suerte de 'fe de vida'. La mayoría de los principales medios han preparado su obituario y suplementos especiales sobre él desde hace años y los han tenido que actualizar una y otra vez apresuradamente ante cada rumor “de fuentes fidedignas” de que Fidel había muerto. Pero Fidel faltó una y otra vez a la cita. Él dijo que ya le había terminado dando risa cada vez que los medios se ponían a especular con su muerte y días después se veían obligados a 'resucitarlo' cuando aparecía públicamente.
Finalmente El Caballo murió en la cama, a los 90 años, apaciblemente, rodeado de los suyos, tras haber hecho una vida extremadamente austera. Seguía totalmente lúcido, escribiendo sus 'reflexiones' hasta último momento, la última, El destino incierto de la especie humana, sobre ciencia y religión, en el Granma del pasado 9 de octubre, y es que a Fidel le interesaba todo lo que pasaba en el planeta tierra... y en el universo.
Hoy toda Cuba llora, o casi toda. Por más dura que sea la situación personal de un cubano o una cubana de cualquier edad, por duro que haya sido el 'período especial' que se vivió en la isla tras la atomización de la URSS a inicios de los años '90, la figura de Fidel ha permanecido intacta.
Los cubanos se quejan de su situación económica, sí; muchos se han lanzado en el pasado con una balsa artesanal al bravío mar para intentar alcanzar las costas de 'El Dorado', sí; muchos jóvenes envidian el acceso a las nuevas tecnologías y al consumismo voraz de los jóvenes estadounidenses, sí; otros reclaman una apertura política que se hace esperar, sí; pero todo esto no afecta el respeto, reconocimiento y admiración que generación y generación han tenido por Fidel, como la tienen por Raúl, como la tienen por el Che Guevara.
Y es que es difícil olvidar para ellos lo que era Cuba antes de la Revolución de 1959. La 'gusanería' siempre habló de lo maravillosa que era antes La Habana, con las grandes fiestas que se celebraban en las mansiones de la oligarquía; con aquellos grandes casinos, hoteles y lujosas discotecas con 'glamour', y todo tipo de garitos —controlados por la mafia estadounidense— donde se hacían ver las principales estrellas de Hollywood.
Los más poderosos mafiosos italianos, Lucky Luciano, Meyer Lansky y otros vivían y hacían negocios con Batista. Arthur Miller escribía en The Nation en 2004: “Cuba era irremediablemente corrupta, un lugar predilecto de la mafia, y un prostíbulo para los estadounidenses y otros extranjeros”.
Quienes tienen nostalgia de esa Cuba ocultan, o ni siquiera se enteraron nunca, de la explotación extrema que sufría el campesinado, los peones rurales y los trabajadores en épocas del dictador Fulgencio Batista, y aún antes de la llegada de este al poder en 1952; de la crueldad de los terratenientes y de la policía. No mencionan la falta total de derechos políticos, sociales y laborales durante la dictadura militar, de la falta de cobertura sanitaria, de que más de un cuarto de la población era analfabeta.
¡Y entonces llegó Fidel y mandó parar! Pues sí, en plena Guerra Fría y a sólo 90 millas de Estados Unidos, una pequeña isla, la orgullosa Cuba, rompió sus cadenas y se puso en pie, desafiante.
Ningún analista en aquel momento predijo algo semejante. Los 'barbudos' de Sierra Maestra, los revolucionarios del Movimiento 26 de julio, no estaban armados ni financiados ni apoyados siquiera políticamente por la Unión Soviética. El Partido Socialista Popular, los comunistas cubanos ligados a la URSS, calificaban a los 'barbudos' de “agentes de la CIA”, de elementos de “la pequeña burguesía”.
Jruschov reconoció en sus memorias que desconocía totalmente quiénes eran esos rebeldes mal armados que a partir de un inicial foco guerrillero lograron ponerse a la cabeza de una lucha contra la dictadura militar que terminó con los años en el derrocamiento de Batista y su huida a EEUU.
Fue Estados Unidos quien con su rechazo inmediato al Gobierno revolucionario y su violento boicot pondría a los nuevos jóvenes gobernantes contra las cuerdas.
Con su actitud EEUU no sólo condenó al pueblo cubano al más brutal y prolongado bloqueo que ningún país haya soportado nunca, sino que le sirvió el nuevo gobierno en bandeja a la URSS.
En 1961, en la I Cumbre de Países no Alineados, movimiento mundial creado en 1955 como alternativa al bloque de EEUU y al bloque de la URSS, Cuba fue el único de los países miembros de toda la región de América Latina y el Caribe.
En ese mismo 1961 se produjo la invasión de Bahía de los Cochinos, organizada, financiada y armada por EEUU: Poco después Cuba, cuya economía había sido moldeada por EEUU y de quien dependía para todo, intenta romper su asfixia económica y la amenaza militar estadounidense buscando el apoyo de la URSS.
Fue esa una relación que la situaría rápidamente en la lógica de bloques de la Guerra Fría y en el principal enemigo en el hemisferio occidental de EEUU y de sus aliados.
Y la isla resistió. Contra todos los vaticinios Cuba resistió también al durísimo golpe que supuso el desmembramiento de la URSS y la caída de todos los países del Este, los del mal llamado “socialismo real”.
La Cuba de Fidel cometió muchos errores, claro que sí, errores de gestión económica que agravaron la ya difícil situación creada por el bloqueo comercial, económico, financiero y tecnológico -que aún existe-; problemas de burocratización indudables; intolerancia política inadmisible ante la propia disidencia dentro de sus propias filas; retraso igualmente inadmisible en el reconocimiento de los derechos de los homosexuales, y muchos errores más.
Con ciertas prácticas estalinistas que copió de la URSS, con esa lentitud en las reformas y con esa ineficacia y burocratización en la gestión, el Gobierno agudizó aún más la difícil situación que ha debido pasar y sigue pasando el pueblo cubano debido al criminal bloqueo al que ha estado sometida Cuba desde 1962.
En cualquier caso, en la balanza de las luces y sombras de Fidel no queda duda de que las luces prevalecen totalmente. Nunca mejor dicho que hay un antes y un después de Fidel, un revolucionario íntegro que dignificó y ganó respeto mundial hacia el pueblo cubano, y que gracias a su internacionalismo, como al internacionalismo del Che, contribuyó durante décadas a la lucha de los pueblos por su liberación en los cinco continentes.
Roberto Montoya es periodista, experto en geopolítica y autor de libros como El Imperio Global; La Impunidad Imperial, o Drones: la muerte por control remoto
Hoy toda Cuba llora, o casi toda. Por más dura que sea la situación personal de un cubano o una cubana de cualquier edad, por duro que haya sido el 'período especial' que se vivió en la isla tras la atomización de la URSS a inicios de los años '90, la figura de Fidel ha permanecido intacta.
Los cubanos se quejan de su situación económica, sí; muchos se han lanzado en el pasado con una balsa artesanal al bravío mar para intentar alcanzar las costas de 'El Dorado', sí; muchos jóvenes envidian el acceso a las nuevas tecnologías y al consumismo voraz de los jóvenes estadounidenses, sí; otros reclaman una apertura política que se hace esperar, sí; pero todo esto no afecta el respeto, reconocimiento y admiración que generación y generación han tenido por Fidel, como la tienen por Raúl, como la tienen por el Che Guevara.
Y es que es difícil olvidar para ellos lo que era Cuba antes de la Revolución de 1959. La 'gusanería' siempre habló de lo maravillosa que era antes La Habana, con las grandes fiestas que se celebraban en las mansiones de la oligarquía; con aquellos grandes casinos, hoteles y lujosas discotecas con 'glamour', y todo tipo de garitos —controlados por la mafia estadounidense— donde se hacían ver las principales estrellas de Hollywood.
Los más poderosos mafiosos italianos, Lucky Luciano, Meyer Lansky y otros vivían y hacían negocios con Batista. Arthur Miller escribía en The Nation en 2004: “Cuba era irremediablemente corrupta, un lugar predilecto de la mafia, y un prostíbulo para los estadounidenses y otros extranjeros”.
Quienes tienen nostalgia de esa Cuba ocultan, o ni siquiera se enteraron nunca, de la explotación extrema que sufría el campesinado, los peones rurales y los trabajadores en épocas del dictador Fulgencio Batista, y aún antes de la llegada de este al poder en 1952; de la crueldad de los terratenientes y de la policía. No mencionan la falta total de derechos políticos, sociales y laborales durante la dictadura militar, de la falta de cobertura sanitaria, de que más de un cuarto de la población era analfabeta.
¡Y entonces llegó Fidel y mandó parar! Pues sí, en plena Guerra Fría y a sólo 90 millas de Estados Unidos, una pequeña isla, la orgullosa Cuba, rompió sus cadenas y se puso en pie, desafiante.
Ningún analista en aquel momento predijo algo semejante. Los 'barbudos' de Sierra Maestra, los revolucionarios del Movimiento 26 de julio, no estaban armados ni financiados ni apoyados siquiera políticamente por la Unión Soviética. El Partido Socialista Popular, los comunistas cubanos ligados a la URSS, calificaban a los 'barbudos' de “agentes de la CIA”, de elementos de “la pequeña burguesía”.
Jruschov reconoció en sus memorias que desconocía totalmente quiénes eran esos rebeldes mal armados que a partir de un inicial foco guerrillero lograron ponerse a la cabeza de una lucha contra la dictadura militar que terminó con los años en el derrocamiento de Batista y su huida a EEUU.
Fue Estados Unidos quien con su rechazo inmediato al Gobierno revolucionario y su violento boicot pondría a los nuevos jóvenes gobernantes contra las cuerdas.
Con su actitud EEUU no sólo condenó al pueblo cubano al más brutal y prolongado bloqueo que ningún país haya soportado nunca, sino que le sirvió el nuevo gobierno en bandeja a la URSS.
En 1961, en la I Cumbre de Países no Alineados, movimiento mundial creado en 1955 como alternativa al bloque de EEUU y al bloque de la URSS, Cuba fue el único de los países miembros de toda la región de América Latina y el Caribe.
En ese mismo 1961 se produjo la invasión de Bahía de los Cochinos, organizada, financiada y armada por EEUU: Poco después Cuba, cuya economía había sido moldeada por EEUU y de quien dependía para todo, intenta romper su asfixia económica y la amenaza militar estadounidense buscando el apoyo de la URSS.
Fue esa una relación que la situaría rápidamente en la lógica de bloques de la Guerra Fría y en el principal enemigo en el hemisferio occidental de EEUU y de sus aliados.
Y la isla resistió. Contra todos los vaticinios Cuba resistió también al durísimo golpe que supuso el desmembramiento de la URSS y la caída de todos los países del Este, los del mal llamado “socialismo real”.
La Cuba de Fidel cometió muchos errores, claro que sí, errores de gestión económica que agravaron la ya difícil situación creada por el bloqueo comercial, económico, financiero y tecnológico -que aún existe-; problemas de burocratización indudables; intolerancia política inadmisible ante la propia disidencia dentro de sus propias filas; retraso igualmente inadmisible en el reconocimiento de los derechos de los homosexuales, y muchos errores más.
Con ciertas prácticas estalinistas que copió de la URSS, con esa lentitud en las reformas y con esa ineficacia y burocratización en la gestión, el Gobierno agudizó aún más la difícil situación que ha debido pasar y sigue pasando el pueblo cubano debido al criminal bloqueo al que ha estado sometida Cuba desde 1962.
En cualquier caso, en la balanza de las luces y sombras de Fidel no queda duda de que las luces prevalecen totalmente. Nunca mejor dicho que hay un antes y un después de Fidel, un revolucionario íntegro que dignificó y ganó respeto mundial hacia el pueblo cubano, y que gracias a su internacionalismo, como al internacionalismo del Che, contribuyó durante décadas a la lucha de los pueblos por su liberación en los cinco continentes.
Roberto Montoya es periodista, experto en geopolítica y autor de libros como El Imperio Global; La Impunidad Imperial, o Drones: la muerte por control remoto
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