La despedida de Fidel Castro, un símbolo con el que casi todos los militantes progresistas de cierta edad han simpatizado durante alguna etapa de su vida, ha dividido a la izquierda española. El aluvión de reacciones ante el “hecho biológico” puso este sábado de manifiesto diferencias ideológicas y sentimentales de fondo. Del “hasta la victoria siempre” de Izquierda Unida a la desapasionada despedida del PSOE, pasando por las “luces y sombras” del socialismo caribeño que definió Pablo Iglesias.
En una madrugadora carrera en Twitter, Alberto Garzón tomaba la delantera, minutos después de que el Gobierno dejase un mensaje en el que expresaba su “más sincero pésame” por el fallecimiento del líder de la Revolución cubana. Frente al escueto pésame diplomático del Ministerio de Asuntos Exteriores, el líder de Izquierda Unida y coportavoz de Unidos Podemos se mostraba mucho más elogioso.
Castro era, para Garzón, un “referente del socialismo y de las causas de los oprimidos”. Otros miembros de Izquierda Unida recurrían a palabras como “camarada” y “comandante”, y envueltos en un “profundo dolor” —como confesaba el responsable de Acción Política y Relaciones Políticas de la dirección federal, Ernesto Alba— se despidieron del líder con un “hasta la victoria siempre”.
En IU y en el PCE, la defensa de la Revolución cubana, aunque con algunos matices, ha sido una constante. La relación de ambas formaciones con los dos hermanos ha sido más que fluida, y los viajes de sus líderes a la isla, también comunes. Solo Izquierda Abierta, el partido liderado por Gaspar Llamazares, había pedido mostrar un mayor distanciamiento, puesto que considera que "los logros de la Revolución serán preservados mejor si se dan pasos hacia una mayor apertura y se abunda en los derechos civiles y políticos", en palabras del dirigente Tasio Oliver. Pero la dirección de IU, y con mayor contundencia la del PCE, había venido sosteniendo sin complejos el sistema comunista de los Castro, resistiéndose a calificarlo como una “dictadura” y apuntando siempre al embargo impuesto por Estados Unidos como el culpable del aislamiento del país y de las dificultades de sus ciudadanos.
La dirección de IU, y con mayor contundencia la del PCE, ha sostenido sin complejos el comunismo de los Castro, resistiéndose a calificarlo como “dictadura”
“Es lógico que IU mantenga en un día tan especial una loa a todo lo positivo que ha generado Fidel Castro, no solo para Cuba sino para el resto de Latinoamérica como símbolo. Ese ‘hasta la victoria siempre’ está haciendo un aplauso a ese símbolo y no al sistema de vida y política cubano, que saben que adolece de un montón de cosas”, dice Javier Bernabé, profesor de la Universidad Complutense y experto en temas latinoamericanos.
En la línea del reconocimiento a la defensa de la "dignidad" latinoamericana pero un punto más crítico, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, hacía también un homenaje, aunque con matices.
“No hay que olvidar que Cuba apoyó militarmente al Congreso Nacional Africano en su lucha contra el ‘apartheid’, algo que otros países democráticos no hicieron”, reivindicaría después en el acto en memoria del poeta Marcos Ana el líder de la formación morada, aunque en otras declaraciones dijo desear que “hubiera habido en Cuba un sistema político distinto”.
El cofundador de Podemos, Juan Carlos Monedero, argumentaba en declaraciones a El Confidencial que "la lectura en Europa siempre es distinta". "Mi modelo de democracia no es el cubano, pero si vemos el deterioro de nuestros sistemas, o cambian radicalmente las cosas o Cuba va a ser un paraíso", dijo.
Las reacciones a la muerte de Fidel Castro por parte del PSOE caminaron en la misma dirección. Ferraz, de forma oficial, emitió un comunicado en el que expresó su “pésame” al Gobierno cubano. El expresidente, “descendiente de españoles, ha sido una de las figuras históricas de mayor trascendencia en América Latina en el siglo XX”. Los socialistas, además de “acompañar” al pueblo de la isla en estas jornadas “de luto”, “reafirman su voluntad de seguir trabajando, a través del diálogo y el entendimiento, por un futuro compartido de progreso y democracia para ambos pueblos”.
Mientras, el exsecretario general Pedro Sánchez, afirmaba que con la muerte de Fidel "acaba una época" y enviaba "un abrazo al pueblo cubano en su marcha hacia la libertad y la democracia". Sus términos, como los de Ferraz, están más próximos al protocolario mensaje diplomático del Gobierno que a la despedida sentimental de los líderes de Unidos Podemos.
“En realidad, la Revolución cubana siempre se ha vivido como algo muy intenso y muy propio en España, casi como un tema interno de la política española. No se trató nunca de un asunto más de la agenda internacional sino que afectaba a la izquierda y a la derecha”, reflexiona Carlos Malamud, catedrático de Historia de América de la UNED e investigador principal del Real Instituto Elcano.
Lo cierto es que la relación entre España y Cuba ha prevalecido sobre la ideología durante décadas. “Hay que recordar que Franco no se sumó al embargo impuesto por EEUU, sino que siguió comerciando con Cuba. Fidel se entendió bien con el antiamericanismo de la propia derecha española, por el desenlace del 98… Y es importante la conexión gallega entre Franco y Fidel, que después se prolongó con Fraga. Se da la paradoja, de hecho, de que el único presidente del Gobierno español que ha recibido a Castro en la Moncloa fue José María Aznar”, recuerda Malamud.
En los primeros años de la Revolución, la izquierda española se entusiasmó con la Revolución cubana, como en toda Europa y América Latina. “Fue una fuente de inspiración histórica y la expectativa que creó Fidel en todo el mundo cuando entró en La Habana fue espectacular, pero después ha ido perdiendo fuerza. En España se convirtió en un símbolo para el Partido Comunista, después Izquierda Unida, pero inicialmente también para muchos socialdemócratas”, dice Bernabé.
En el contexto europeo, recuerda Malamud, la izquierda empezó a dividirse respecto a la Revolución cubana “durante la deriva leninista-marxista hacia la URSS”, que provocó el distanciamiento y posterior rechazo de los partidos socialdemócratas. “Dejó de ser un símbolo para ellos, mientras que los partidos más vinculados a la ortodoxia comunista se mantuvieron ahí. Las expresiones que hemos visto en los partidos españoles tras la muerte de Fidel son un reflejo lógico de esa trayectoria”.
En una madrugadora carrera en Twitter, Alberto Garzón tomaba la delantera, minutos después de que el Gobierno dejase un mensaje en el que expresaba su “más sincero pésame” por el fallecimiento del líder de la Revolución cubana. Frente al escueto pésame diplomático del Ministerio de Asuntos Exteriores, el líder de Izquierda Unida y coportavoz de Unidos Podemos se mostraba mucho más elogioso.
En IU y en el PCE, la defensa de la Revolución cubana, aunque con algunos matices, ha sido una constante. La relación de ambas formaciones con los dos hermanos ha sido más que fluida, y los viajes de sus líderes a la isla, también comunes. Solo Izquierda Abierta, el partido liderado por Gaspar Llamazares, había pedido mostrar un mayor distanciamiento, puesto que considera que "los logros de la Revolución serán preservados mejor si se dan pasos hacia una mayor apertura y se abunda en los derechos civiles y políticos", en palabras del dirigente Tasio Oliver. Pero la dirección de IU, y con mayor contundencia la del PCE, había venido sosteniendo sin complejos el sistema comunista de los Castro, resistiéndose a calificarlo como una “dictadura” y apuntando siempre al embargo impuesto por Estados Unidos como el culpable del aislamiento del país y de las dificultades de sus ciudadanos.
La dirección de IU, y con mayor contundencia la del PCE, ha sostenido sin complejos el comunismo de los Castro, resistiéndose a calificarlo como “dictadura”
“Es lógico que IU mantenga en un día tan especial una loa a todo lo positivo que ha generado Fidel Castro, no solo para Cuba sino para el resto de Latinoamérica como símbolo. Ese ‘hasta la victoria siempre’ está haciendo un aplauso a ese símbolo y no al sistema de vida y política cubano, que saben que adolece de un montón de cosas”, dice Javier Bernabé, profesor de la Universidad Complutense y experto en temas latinoamericanos.
En la línea del reconocimiento a la defensa de la "dignidad" latinoamericana pero un punto más crítico, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, hacía también un homenaje, aunque con matices.
El PSOE marca la distancia
La relación con el régimen cubano no ha sido una fuente de controversia interna dentro del PSOE, aunque la postura del partido siempre ha sido más transigente que la del PP. De hecho, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero defendió la sustitución de la posición común impulsada por José María Aznar en 1996. Esas discusiones para el viraje hacia una relación bilateral normalizada comenzaron en 2010, aunque dos años antes la UE había reanudado su diálogo y cooperación con La Habana tras levantar, también a propuesta de España, sanciones diplomáticas a la isla por el encarcelamiento de 75 opositores en 2003. Además, el exministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, apoyó en 2010 el proceso de excarcelación de reclusos políticos fruto de un inédito diálogo del Ejecutivo de Raúl Castro con la Iglesia católica.Las reacciones a la muerte de Fidel Castro por parte del PSOE caminaron en la misma dirección. Ferraz, de forma oficial, emitió un comunicado en el que expresó su “pésame” al Gobierno cubano. El expresidente, “descendiente de españoles, ha sido una de las figuras históricas de mayor trascendencia en América Latina en el siglo XX”. Los socialistas, además de “acompañar” al pueblo de la isla en estas jornadas “de luto”, “reafirman su voluntad de seguir trabajando, a través del diálogo y el entendimiento, por un futuro compartido de progreso y democracia para ambos pueblos”.
Mientras, el exsecretario general Pedro Sánchez, afirmaba que con la muerte de Fidel "acaba una época" y enviaba "un abrazo al pueblo cubano en su marcha hacia la libertad y la democracia". Sus términos, como los de Ferraz, están más próximos al protocolario mensaje diplomático del Gobierno que a la despedida sentimental de los líderes de Unidos Podemos.
El PSOE ha mantenido una posición más transigente. Tras la muerte de Fidel, expresó en una nota su deseo de"un futuro de progreso y democracia" en la isla
Bernabé cree que el PSOE hoy "está más en el reconocimiento de las sombras del régimen que en el de las luces (de Fidel) apostando por ese futuro del pueblo cubano que no se sabe dónde quiere llegar". Mientras, el doctor en Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad Complutense Rafael Calduch recuerda que “la revolución siempre tuvo menos influencia en el movimiento socialista". "Por eso", concluye, "no cabe sorprenderse con la respuesta tibia del PSOE”.Lo cierto es que la relación entre España y Cuba ha prevalecido sobre la ideología durante décadas. “Hay que recordar que Franco no se sumó al embargo impuesto por EEUU, sino que siguió comerciando con Cuba. Fidel se entendió bien con el antiamericanismo de la propia derecha española, por el desenlace del 98… Y es importante la conexión gallega entre Franco y Fidel, que después se prolongó con Fraga. Se da la paradoja, de hecho, de que el único presidente del Gobierno español que ha recibido a Castro en la Moncloa fue José María Aznar”, recuerda Malamud.
"Fue una fuente de inspiración histórica y la expectativa que creó Fidel en todo el mundo cuando entró en La Habana fue espectacular", explica Bernabé
Bernabé cree la política y la sociedad españolas han ido adoptando posturas cada vez más enfrentadas ante la revolución cubana. “Unos se quedan en apoyo incondicional y otros en la crítica incondicional. En realidad, ha habido muchas luces y muchas sombras. El país sigue estando mejor que los países de su entorno en cuanto al índice de desarrollo humano, por ejemplo. Pero al mismo tiempo no hay libertad política, no se puede votar, etcétera. Los análisis que se hacen hoy muestran dos países totalmente diferentes. Y lo cierto es que existen los dos países... en el mismo”.
Lo increíble, objeta Malamud, es cómo Fidel Castro consiguió sobrevivir y mantener su aura revolucionaria en medio mundo incluso tras la caída de la URSS. “Fue una jugada maestra de Fidel, que consiguió poner bajo su manto a Hugo Chávez, al que convirtió de militar golpista en referente para la izquierda latinoamericana e incluso para parte de la nueva izquierda española en los últimos tiempos”.
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