¿Por qué nuestros padres pagaban un 18% de tipo de interés en su hipoteca y nosotros entre menos de un 3%?
Esta sencilla pregunta debería obligarnos a entender los planteamientos del sistema financiero. Si éste indica caídas en los precios de los bonos soberanos, su rentabilidad se eleva. Al subir la rentabilidad de los bonos soberanos se incrementa en general la rentabilidad de otros activos de renta fija (baja su precio), proceso que directa o indirectamente acabará provocando una subida también de los tipos de interés en las hipotecas a tipo variable a medio plazo.
Analicemos este inquietante proceso
Hace cuatro semanas avisábamos en esta columna de que se podía gestar una crisis sin precedentes en el mercado de bonos soberanos, que se encontraba a todas luces en la mayor burbuja de la historia. Desde entonces, la renta fija mundial ha perdido valor por importe de dos billones (españoles) de dólares, o sea dos veces el PIB español, uno de los movimientos más violentos que se recuerda en el mercado de renta fija. Los fundamentales que exponíamos en nuestro artículo se han precipitado, a saber:
La inflación, de ni estar ni esperársela, ha pasado a ocupar un nivel elevado en las preocupaciones de inversores, banqueros centrales y medios. El motivo no es otro que la aceleración de salarios en los EEUU (crecen ya al 2,8%, consecuencia de la desaparición del desempleo), las subidas de precios en el sector servicios (un 3%, la mayor subida desde la gran recesión), la subida del precio de la energía en la comparativa año contra año, y la progresiva aceleración del crédito. Estos fenómenos se observan ya con toda su crudeza en EEUU y son incipientes en Europa, lo que provoca un impacto en las expectativas futuras de tipos de interés (más altas), lo que hace caer el precio de los bonos. El resultado práctico por ejemplo es que si intentamos contratar hoy una hipoteca a tipo fijo nos resultará más cara que hace dos meses.
Las expectativas de inflación está haciendo caer los bonos: si intentamos contratar hoy una hipoteca a tipo fijo nos resultará más cara que hace dos meses
La política fiscal toma el reemplazo de la política monetaria. Esto significa que los Estados procederán a estimular la economía con bajadas de impuestos y con mayor gasto público en infraestructuras. Como exponíamos, esta medida no es una ocurrencia de Trump, sino que viene apoyada por el G20 desde hace tiempo. Así, Clinton planteaba medidas similares, medidas también en implementación en el Reino Unido o en China, y recientemente la zona euro anunció un estímulo de la misma naturaleza, de unos 50.000 millones de euros. Más política fiscal implica más déficit público, lo que se traduce en mayor oferta de bonos, lo que implica un menor precio de estos, o sea mayor tipo de interés. Por otro lado, una política fiscal más expansiva, sin considerar si es correcta o incorrecta, puede generar más riesgo de inflación, de ahí que los bancos centrales reaccionen con una política monetaria menos expansiva (menos estímulos o subida de tipos antes de lo previsto), lo que se traduce en mayores expectativas de tipos de interés, y por lo tanto caída de los precios de los bonos.
La política monetaria se encuentra ante una encrucijada. Tipos bajos y estímulos en forma de expansión cuantitativa se pueden traducir en riesgos como la inflación y la inestabilidad financiera. A medida que se percibe cómo estos dos riesgos suben los bancos centrales plantean políticas monetarias más restrictivas (subida de tipos o retirada de estímulos). En EEUU ya estamos en este punto, y por eso los comentarios de Yellen o del subgobernador Fisher se han vuelto mucho más duros las últimas dos semanas, lo que hace temblar al sobrevalorado mercado de bonos. La FEDsubirá tipos en diciembre, y en 2017 se producirán más subidas de tipos de las que espera el mercado. En mi opinión observaremos un proceso similar en la zona euro durante 2017, lo que afectará a las expectativas de tipos a partir de 2018.
Bajar impuestos e incrementar el gasto de infraestructuras no es una ocurrencia de Trump, sino que viene apoyada por el G20 desde hace tiempo
Desde primeros de los 80 los bonos vivieron el mayor rally de su historia, lo que hizo caer abruptamente su tipo de interés. Por eso hoy nos financiamos en una hipoteca a unos tipos mucho más bajos que los de nuestros padres. Este rally ha durado 30 años, y ha venido soportado por la bajada de la inflación, la bajada en el riesgo de inflación y la bajada en el tipo de interés real. Estos tres factores están hoy en un punto de inflexión, y el riesgo en los tres es claramente al alza.
Por eso acabaremos antes o después pagando más en nuestras hipotecas. De ahí la importancia de gestionar nuestros riesgos. ¿Contratamos un seguro de vida para proteger a nuestra familia?
El mantener hipotecas a tipo variable con una duración mayor de cinco años es equivalente al pasar el resto de nuestra vida sin seguro.
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