lunes, 22 de mayo de 2017

El aparato del PSOE, en evidencia...

Los barones quedan en evidencia

La militancia da la victoria a Sánchez pese a sus sucesivos reveses electorales

 
MADRID / LA VOZ 
El PSOE atraviesa su crisis más importante desde la transición, dividido en dos facciones enfrentadas. La heridas internas siguen siendo profundas y está por ver que puedan curarse después de las primarias. Pero la contundente victoria de Pedro Sánchez despeja el debate del liderazgo y le deja las manos libres para ahormar un partido a su medida, después de que los barones hayan quedado en evidencia. El nuevo secretario general tiene, en todo caso, el reto de recomponer el partido e iniciar una remontada que en las elecciones le sitúe en disposición de disputar el Gobierno al PP.
¿Cómo sale el PSOE de las primarias?
Fracturado en dos bandos que parecen irreconciliables. Pero con un líder indiscutible. Su triunfo se ha basado en el «no es no» a Mariano Rajoy, que ha pasado factura a Susana Díaz. El punto de no retorno entre los susanistas y los sanchistas fue el comité federal del 1 de octubre del 2016, que acabó con la dimisión forzada de Sánchez y la abstención en la investidura a Rajoy, que le permitió seguir en la Moncloa. Pero la crisis viene de más lejos, de los sucesivos fracasos electorales desde las elecciones que ganó José Luis Rodríguez Zapatero en el 2008 con más de 11 millones de votos. En el 2011, tras aceptar los recortes impuestos por Bruselas en mayo del 2010, el PSOE perdió más de cuatro millones de papeletas. Con Sánchez como cabeza de cartel y con dos nuevos partidos en liza (Podemos y Ciudadanos) se dejó otro millón y medio en el 2015. Es decir, un partido que había gobernado en las dos últimas legislatura, que había estado 22 años en el poder, ha pasado a competir por la segunda plaza con la formación que lidera Pablo Iglesias. De 169 escaños a la mitad, 85.
¿Cuál es el reto a partir de ahora?
Sin duda, reconstruir la unidad en torno al nuevo líder. Es un axioma político generalmente admitido que la división pasa factura en las urnas. Pero es un reto que será difícil y que llevará tiempo, si es que se consigue. Habrá que ver hasta qué punto el nuevo secretario general está dispuesto a integrar a los perdedores. En todo caso, el PSOE tiene otro reto, iniciar la remontada electoral que le permita volver a ser un partido de gobierno después de tres elecciones en las que se ha dejado casi seis millones de votos. No lo tiene fácil con duros competidores a su derecha y a su izquierda y en el contexto europeo de derrumbe de la socialdemocracia y auge de los populismos y del centrismo tipo Macron, lo que juega a favor de sus adversarios. Pero pensar en alcanzar más de diez millones de votos como Felipe González o Zapatero es una quimera en un sistema que ha girado del bipartidismo al multipartidismo. Lo que enseña el panorama europeo es que gobernar, dejar gobernar -también aplicable a Díaz- o asumir las políticas de la derecha penaliza y puede llevar a los socialdemócratas a la irrelevancia (GreciaHolandaFrancia), pero girar demasiado a la izquierda también (Francia con Hamon o el Reino Unido con Corbyn).
¿Es más difícil la unidad tras la victoria de Sánchez?
En principio, podría parecer que sí, pero la clara derrota de Díaz limita las posibilidades de sus adversarios de hacer una oposición interna. De momento tendrá que lidiar con los seis barones que se le han opuesto en las primarias y le han dedicado duras críticas y descalificaciones. El castellano-manchego Emiliano García-Page aseguró que no volvería a ser candidato si ganaba Sánchez. Por su parte, Díaz queda muy tocada como presidenta andaluza y pierde esa aura de ganadora que había exhibido durante la campaña. El grupo parlamentario es mayoritariamente susanista, lo que creará problemas a Sánchez.
¿Cómo marcará la política nacional?
Díaz era, para Rajoy, una interlocutora mucho más fiable que Sánchez, a quien detesta y que hasta el final mantuvo el «no es no» a su investidura. El nuevo líder es mucho más proclive que la presidenta andaluza a pactar con Podemos, lo que podría propiciar la presentación de una moción de censura, que no parece viable. En todo caso, necesitaría el respaldo de los partidos nacionalistas para que saliera adelante. La victoria de Sánchez no es una buena noticia ni para Rajoy ni para Pablo Iglesias, ya que todas las encuestas dicen que con el nuevo líder el PSOE obtendrá mejores resultados que con la presidenta andaluza.

El nuevo líder tiene todo a favor para nombrar una ejecutiva muy afín en el congreso

Terminado el psicodrama de las primarias, la siguiente cita es el 39º. congreso federal (16-18 de junio), donde el PSOE tendrá que definir su proyecto y elegir a la nueva ejecutiva federal, lo que señalará si Sánchez integra o no a los perdedores. Tiene las manos libres para nombrar una ejecutiva afín que impida operaciones internas como la dimisión de la mitad de la que en su momento lideraba. La dirección del partido la deciden los delegados, que son elegidos en congresos extraordinarios convocados por las comisiones ejecutivas provinciales, insulares y posteriormente autonómicas, que se deben celebrar entre el 24 y el 28 de mayo, en lo que podría haber sido una segunda vuelta de las primarias si el resultado hubiera sido más ajustado.
En cuanto al proyecto político, debería tener como base las ponencias política y económica encabezadas por Eduardo Madina y José Carlos Díez, respectivamente, en cuyas discusiones no participó ningún afín a Sánchez. Ahora está claro que el nuevo líder querrá imponer su propio proyecto, que es el que ha sido refrendado por la militancia.
Habrá que ver hasta qué punto se suman propuestas de los derrotados en las primarias. En el caso de Patxi López, Sánchez ya incluyó algunas. Tras el congreso federal vendrán los regionales, previstos entre julio y septiembre. Los resultados muestran la debilidad de barones como Ximo Puig, Emiliano García-Page, Guillermo Fernández Vara y Javier Fernández. Pero hay más, el candidato a La Moncloa se decide en primarias abiertas no solo a los militantes, sino también a los simpatizantes. Pero es muy improbable que haya candidato alternativo a Sánchez.

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