En 'Arriba y abajo', la legendaria serie británica de los primeros años 70, los ricos vivían en la zona noble de la casa (arriba), mientras que el servicio doméstico habitaba las plantas bajas del caserón victoriano. No está claro -salvo el caso del País Vasco y Navarra-, que esa distribución de espacios tan clasista y elitista se pueda hacer en la España actual. Básicamente, porque la consolidación del Estado autonómico y las distintas circunstancias económicas de cada territorio (también los fondos europeos) han configurado un nuevo mapa regional que quiebra el viejo esquema Norte-Sur. Es decir, los ricos (arriba) y los pobres (abajo).
Lo cierto es que las regiones del norte, en particular las de la cornisa cantábrica, pierden posiciones respecto del resto, pero en lugar de que se produzca un desplazamiento de los aumentos de bienestar hacia el sur (con niveles de renta inferiores), lo hace claramente hacia la derecha del mapa de España. O lo que es lo mismo, quienes ganan son las regiones del arco mediterráneo en detrimento del norte y del sur.
Unos cuantos datos lo acreditan. En los últimos 30 años, el PIB de España ha crecido en nada menos que un 93,5% -ha pasado de 569.833 millones de euros a 1,10 billones-, sin embargo, en dos regiones cantábricas: Asturias y Cantabria, el crecimiento ha sido sustancialmente menor. Un 39,5% en el primer caso y un 56,4% en el segundo. A continuación se encuentran Castilla y León (64,2%) y Galicia (77,5%), lo que refleja que el cuadrante noroeste es, claramente, el perdedor en el reparto de la riqueza nacional. El caso de Asturias -antaño una de las regiones más dinámicas e industrializadas de España- es significativo porque el Principado ha crecido en los últimos 30 años la mitad que el resto del país.
Por el contrario, siete regiones han crecido más que la media nacional, y tres de ellas, incluso, han doblado su PIB durante las últimas tres décadas, lo que significa que son claramente las ganadoras. En concreto, la Rioja, Murcia y, sobre todo, Madrid, cuyo PIB ha avanzado un 119% desde 1987.
Los datos aparecen en una publicación editada por Analistas Financieros Internacionales (AFI) en la que se analizan con detalle las últimas tres décadas de la economía española, y reflejan una gran heterogeneidad entre territorios pese a las políticas de convergencia diseñadas tanto por la Unión Europea (UE) -mediante los fondos estructurales- como por los últimos gobiernos. De hecho, como recuerda el trabajo, las cuatro principales CCAA según su tamaño (Madrid, Cataluña, Andalucía y Valencia) han pasado de suponer el 57,9% del PIB del conjunto del Estado al 60,7% pese a las políticas de cohesión.
Recursos por cabeza
Según los autores del estudio, los economistas César Cantalapiedra y Ricardo Pedraz, “mientras en el pasado encontrábamos una cornisa cantábrica pujante y desarrollada”, en los últimos lustros el mayor crecimiento se ha concentrado en la zona oriental, Baleares y Canarias y Madrid. Destaca el caso del País Vasco, cuya renta se ha ido progresivamente acercando a la de Madrid, lo que los autores del estudio achacan, en parte, a su singular sistema de financiación, que produce más recursos públicos por cabeza.
Las regiones más ricas no siempre han mejorado proporcionalmente su renta con respecto de lo que cabría esperar de unas regiones más dinámicas
En términos per cápita, sin embargo, el mapa es sustancialmente distinto. Las regiones más ricas no siempre han mejorado proporcionalmente su renta con respecto de lo que cabría esperar de unas regiones más dinámicas. Este es el caso de Baleares, cuya renta per cápita sólo ha crecido un 17% pese a que se sitúa a la cabeza en niveles de riqueza. Esto es así porque ha obtenido menores recursos tanto por el modelo de financiación autonómica -que en teoría favorece a las regiones más pobres y perjudica a las ricas- como por la llegada de fondos europeos, que en el caso balear ha sido más escaso por su nivel de renta, lo que le ha impedido tener acceso a financiación exterior.
También es el caso de Murcia, que se encuentra entre las que menos han avanzado en convergencia. De hecho, en renta per cápita ha crecido un 8% menos que la media nacional, y se encuentran entre el grupo de CCAA que más han divergido (dos en la cornisa cantábrica, Asturias y Cantabria; dos en la costa mediterránea, Valencia y Murcia, y las dos insulares, Canarias y Baleares, además de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla).
El estudio recuerda que desde 1986 -año de la adhesión- España ha recibido fondos europeos para el desarrollo regional por valor de unos 81.000 millones de euros, a los que hay que añadir las aportaciones nacionales (cofinanciación). Y el reparto ha tendido a privilegiar a aquellas regiones que estando por debajo de la media comunitaria, mostraban una brecha desfavorable mayor al umbral del 75%.
Y lo que dicen las estadísticas es que de las cuatro regiones que claramente han obtenido más fondos per cápita, tres de ellas se encuentran en el grupo que más han convergido respecto de la media (Galicia, Extremadura y Castilla y León). Es decir, que los fondos estructurales han sido clave en el desarrollo regional, pero insuficientes en algunas regiones del norte.
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