Finanzas
En los últimos diez años, los análisis económicos han sido de poca ayuda para predecir el comportamiento de los mercados, dado que las intervenciones de los bancos centrales han desconectado por completo a los mercados de su realidad económica.
En los últimos diez años, los análisis económicos han sido de poca ayuda para predecir el comportamiento de los mercados, dado que las intervenciones de los bancos centrales han desconectado por completo a los mercados de su realidad económica. En 2018, la reducción de la oferta de liquidez debería aumentar la utilidad de las previsiones económicas para los mercados. No obstante, el mundo ha cambiado, y los análisis económicos podrían resultar equívocos una vez más.
No cabe duda de que el crecimiento digital está generando valor, y las herramientas de los economistas siguen teniendo dificultades para cuantificarlo. Pueden medir las instalaciones y la maquinaria, pero no saben cómo abordar las bases de datos o la informática en la nube. Por tanto, los datos sobre la inversión y el PIB están claramente subestimados. Por no mencionar que el rompecabezas de la «recuperación del crecimiento sin inflación», que resulta tan desconcertante para los economistas y los mercados de renta fija, también se entendería mejor si los analistas profundizaran como es debido en los efectos deflacionistas de las nuevas tecnologías.
Por tanto, ¿en qué podríamos basar nuestra visión sobre los mercados financieros en 2018? Es indudable que la esfera económica está progresivamente sanando sus heridas de la gran crisis financiera. La economía estadounidense ya ha demostrado su capacidad para seguir progresando con un menor nivel de apoyo monetario, y el dinamismo que observamos actualmente en Europa, en los mercados emergentes o en Japón hace plausible que estas economías también sean capaces de capear unas condiciones financieras ligeramente menos acomodaticias el próximo año.
También sería posible que, independientemente de la inminente reforma fiscal, el ciclo económico estadounidense esté a punto de mostrar indicios de fatiga, mientras que otras regiones están mostrando una dinámica de mayor solidez.
Por tanto, la hipótesis de base por la que apostaríamos es un contexto de modesta ralentización a escala mundial, impulsado por la economía estadounidense. Esta hipótesis justifica mantener una sobreponderación en la renta variable europea y emergente, así como en valores de gran calidad y elevada visibilidad frente a aquellos de valor o cíclicos.
Los mercados de renta fija son los que más perjudicados se han visto por las distorsiones de los precios provocadas por los bancos centrales, tanto en los segmentos de deuda corporativa como de deuda pública, especialmente en Europa. Así, con la excepción de algunos nichos en diversos subsectores, como la deuda subordinada bancaria europea, los bonos estructurados o algunos títulos de deuda pública emergente, como la deuda mexicana denominada en divisa local, mantendríamos nuestro perfil de riesgo en renta fija en niveles muy reducidos.
En realidad, la principal incertidumbre para los mercados en 2018 no se deriva de la economía, sino de su fragilidad técnica. Los fondos de gestión pasiva y los de paridad de riesgo han estado acumulando ingentes volúmenes de activos de inversión asumiendo que la volatilidad se mantendría muy comprimida, como ha sido el caso durante los últimos años. Podrían estar en lo cierto. No obstante, existen diversas incógnitas que podrían provocar un repunte de la volatilidad, como los temores hacia el regreso del proteccionismo, las turbulencias en el mercado del petróleo, las tensiones geopolíticas, los errores de política monetaria y, cómo no, la debilitación del ciclo económico, un resurgimiento de la inflación o simplemente la urgencia de recoger beneficios. Ante unos mercados que presentan unas valoraciones más que acertadas y unos niveles máximos de inversión basada en el dinamismo, en estos momentos debemos ser conscientes de los riesgos asimétricos presentes en los mercados tanto de renta fija como de renta variable. Esto podría dar lugar a un regreso apoteósico de la gestión del riesgo como principal herramienta para obtener rentabilidades en 2018.
- Didier Saint Georges, miembro del Comité de Inversión de Carmignac
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