Roberto Diaz es sobrino mío!
¿Para qué sirve la tecnología blockchain?
Los bancos esperan que simplifique y acelere las operaciones financieras internacionales; la corporación estadounidense Walmart la utiliza para comprobar la procedencia de los productos elaborados con carne de cerdo; BP está investigando cómo agilizar con ella las operaciones comerciales de gas y petróleo; y Toyota la aplicará a su flota de coches autónomos.
La tecnología blockchain (o cadena de bloques) nació como alternativa al dinero: es la plataforma sobre la que funciona la criptomoneda bitcoin, fundada en 2009 por el desconocido ente Satoshi Nakamoto. Pero sus aplicaciones van más allá de una herramienta para monedas digitales: está llamada a convertirse en el nuevo ecosistema de intercambio de información.
«Se trata de una base de datos descentralizada y distribuida cuya principal característica es la inmutabilidad y encriptación de los datos que almacena. Así, todos los nodos tienen la información completa, no pudiéndose modificar nada sin ser percibido por cualquiera de sus partes», explica Francisco Moure, socio de IT Advisory de KPMG en España.
Es capaz de registrar desde el ticket de compra de un supermercado a la asignación de un documento de identidad internacional. «Es como un notario con miles de cabezas (dispositivos que forman la red), incorruptible (gracias a la criptografía) y que trabaja casi gratis. Algunas personas lo llaman internet del valor», añade Roberto Díaz, growth marketer en Anfix y profesor de Akademus from IEBSchool.
Sus posibilidades son (todavía) difíciles de cuantificar. «Todos nos podremos beneficiar de una mayor inmediatez en la recepción de muchos servicios y a menor precio. La tecnología permite una mayor velocidad de ejecución en operaciones como inscribirse en un registro, y un menor coste, ya que el blockchain tiene un gasto en gestión menor que, por ejemplo, una cámara de compensación. Además, no es necesario contar con un intermediario que dé fe o participe en nombre del cliente en los procesos de liquidación», afirma Carlos Trevijano, socio responsable del área de Estrategia y Operaciones del sector Financiero de Management Consulting de KPMG en España.
Por ello, no resulta extraño que la inversión en tecnologías basadas en libros de contabilidad distribuidas (DLT en sus siglas en inglés) se haya disparado en todo el planeta: hay 2.500 patentes registradas, 90 bancos centrales analizan su uso y los Fondos de Capital de Riesgo han invertido 1.500 millones de dólares en firmas de este tipo.
El sector financiero ha servido como perfecto caldo de cultivo para su disrupción. «Los procesos complejos que posee la banca para la resolución de sus productos y servicios financieros, junto con la presión de sus usuarios por los precios, son dos detonantes que han hecho que aumente su interés en este tipo de plataformas, que podrían mejorar la eficiencia de los mismos. El peso de la presión regulatoria también está impulsando su apuesta por el blockchain», cuenta Trevijano.
El pasado mes de abril, BBVA logró hacer la primera transacción entre México y Europa a tiempo real (normalmente dura hasta cuatro días hábiles en ejecutarse) en la que se pudo conocer en todo momento, gracias a los contratos inteligentes, el estado del pago y detectar al instante si había fraude o blanqueo de capitales. Se estima que la cadena de bloques hará posible una de cada cinco transacciones globales en 2020 y será la estrategia financiera del 60% de los bancos.
Pero su aplicación trasciende al sector financiero. IBM, que le dedica 200 millones de dólares, se unió hace unos meses a Sony (y su filial Sony Global Education) para desarrollar una plataforma basada en blockchain que asegure y comparta los registros de estudiantes. Esto permitirá a los responsables de los centros mejorar la gestión segura y el intercambio de datos, al tiempo que se facilitará a los alumnos y egresados certificar su historial.
«Formará parte de infinidad de aplicaciones y servicios. Ya se ha creado una solución basada en blockchain que permite crear un token con nuestra identidad. En Bitnation fueron pioneros en esto. Un aspecto revolucionario es que deja encapsular valor en tokens, como si fueran fichas, y transmitirlo de forma segura, con el grado de anonimato que se quiera y de manera incorruptible y eficiente. Esto, junto con la idea de descentralización de la confianza (delegar todo intercambio humano en el que la confianza sea clave en una tecnología), puede cambiar a muchos niveles la forma en la que coordinamos nuestras interacciones», alega Díaz.
Voto electrónico
Para el profesor del IEBSchool, lo mejor está por llegar. «Ahora mismo se encuentra en un punto muy primitivo, como internet en los años 90». Operaciones como el voto electrónico son susceptibles de funcionar mediante la cadena de bloques. El recuento se haría de una manera automática, más fiable y mucho más rápida. Además, en la Administración se podría aprovechar para mejorar procesos como la recaudación de impuestos, títulos de propiedad o subvenciones, registro de personas en exclusión social, becas...
«Será útil en los sectores con un alto nivel de intermediación. Es curioso cómo el foco de su evolución se ha situado en el universo financiero, probablemente exacerbado por el boom de las criptomonedas, cuando existen otras industrias, como la de la distribución de productos de consumo, que también podrían beneficiarse», defiende Trevijano.
A nivel internacional existen consorcios cuyo fin es encontrar casos de uso que aceleren su democratización. Aunque en España (y el resto de Europa) el nivel de inversión es más bajo que en China o EEUU, nuestro país cuenta con Alastria, un consorcio multisectorial sin ánimo de lucro promovido por firmas como Santander, Telefónica, Bankia, Repsol, Cepsa y Caja Rural. Es la primera red nacional regulada basada en blockchain del mundo y su objetivo es desarrollar esta tecnología para habilitar y acelerar la transformación digital de sectores industriales y empresariales los próximos años.
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