Michael Robinson (Leicester, 1958) fue un futbolista inglés y ahora es un comunicador con deje inglés, que no es lo mismo. Habla con absoluta pasión de sus programas, 'Acento Robinson', de la Cadena SER; e 'Informe Robinson', un referente del documentalismo deportivo que lleva ya más de diez años en la plataforma de Movistar+. Mueve las manos, sonríe, ríe, recuerda y utiliza un español rico en terminología, mucho más preciso de lo que pudiese parecer si solo se escucha unos minutos.
Pregunta. Lleva ya diez años haciendo en 'Informe Robinson', un programa referente en los documentales deportivos y en el que tenéis mucha libertad. ¿Se considera un privilegiado?
Respuesta. Me siento un privilegiado porque tengo la posibilidad de hablar con la gente. Me sentí privilegiado cuando hacía 'El Día Después' y ahora me siento privilegiado por hacer 'Informe Robinson' y en la radio, con 'Acento Robinson'. 'Informe Robinson' era un ejercicio de otro sentido, yo venía de un solo programa de 'Maracaná', que no me gustaba nada, y estaba yo viendo el rumbo que había cogido el mundo de la televisión y pensaba que no tenía cabida. No me gustó el acento que había cogido la televisión. Mi jefe, Álex Martínez Roig, quería que yo hiciese otro programa. Le dije que no estaba por la labor, estaba enojado y triste, no quería hacer un trabajo en el que no me sintiese cómodo, yo no quería invadir el salón de una casa estando cabreado, no es un buen punto de arranque el cabreo.
P. Entonces, ¿cómo le convenció?
R. Intentando animarme, me dijo que quería que viese un programa de HBO que se llamaba 'Real Sports'. Me dio un CD para que lo viese y, bueno, no lo vi. Me llamaba y le decía “si te soy honesto, no lo he visto”. Me recordaba que había ganado ocho Emmys. Solo por ser obediente lo vi, pero yo no estaba por la labor de hablar de tele. Me pregunto qué me había parecido el programa y le dije que no me había gustado mucho. “¡Pero sí ha ganado ocho Emmys!”. Ya, pero a mí no me había gustado. Le dije que había historias que estaban bien, pero que estaba lleno de periodistas hablando. Yo nunca tendría un periodista compartiendo el protagonismo con el verdadero protagonista, la pantalla no es lo suficientemente grande, me parecía un error. Seguimos hablando y noté la sonrisa en su cara: me había picado. Estaba ya pensando en la televisión… sabía que me tenía. “¿Tu crees que lo puedes hacer mejor?”. Y yo le respondía: “Nos ha jodido, claro que sí”. No lo he hecho mejor, porque no hemos ganado ningún Emmy, pero hemos hecho un programa que represente exactamente lo que sentimos. No era importante hablar de los que ganan, sino de lo que contiene ser un deportista. Usamos la frase "el lado humano del deporte".
Carolina Rodríguez me ha ahorrado muchas reuniones, con ella entendimos los matices que queríamos en el programa
P. ¿Cuál es el programa que más recuerda de estos años?
R. En la primera temporada encontramos a Carolina Rodríguez. Ella me ha ahorrado muchas reuniones, porque yo hablaba de ese matiz diferente del programa que ella representa. Con Carolina lo entendimos, quizá no todo el equipo en el mismo momento, pero cuando la vimos a ella, recién expulsada de la Blume porque era vieja y tenía un idioma corporal demasiado acentuado... Ella volvió a León y contrató a su exentrenador. Buscaba un camino para ir a Londres a su manera, sola, y tenía un problema porque no encontraba un pabellón donde lanzar los aparatos, rebotaban contra el techo. Encontró una iglesia y en el altar tenía hueco. Solo tenía un espejo y estaba roto. La seguimos a Montpellier, pero se le cayó el aro. Tenía una sola oportunidad, en Blackheath, Londres. En el último ejercicio tenía que igualar su mejor marca y lo logró. Por el camino entrevistamos a sus padres, ambos eran sordomudos, por eso acentuaba el idioma corporal. Los padres jamás habían escuchado un acorde de música, ni una sola nota, pero al ver a Carolina bailar y crecer pudieron tener la noción perfecta de lo que es la música. Su hija les regaló la música. Se clasificó para Londres y no me acuerdo de dónde se quedó, para mí era una campeona. Carolina nos enseñó a hacer 'Informe Robinson', nos enseñó el ahínco, el amor, la generosidad de ofrecerse.
P. ¿Qué historia te ha tocado más? ¿Has llegado a llorar?
R. He llorado, he llorado. Lo más duro para mí fue lo segundo que hicimos de Seve Ballesteros. Primero hicimos uno de él porque era mi ídolo, al margen de ser amigo. En el segundo se estaba muriendo y tuvo la generosidad de permitir otro programa. Seve estaba muy enfermo y era muy difícil para mí ver cómo mi íntimo amigo se estaba desvaneciendo delante de mis ojos. Volví a enamorarme de él, porque volvimos a hablar de la generosidad, de ofrecerse en esas condiciones. Era muy difícil para Severiano, muy difícil para mí y muchos días en esa entrevista me costó un congo. Me acompañó mi mujer en parte de la grabación y ella me daba terapia para afrontar el día. Yo amaba verdaderamente a Severiano y amo el recuerdo que tengo de Severiano, fue muy duro.
P. Quizá el más recordado es el especial del Mundial de Sudáfrica.
R. 'Cuando fuimos campeones' es el que más nervioso me ha puesto porque antes del Mundial yo había decidido que iba a hacer un 'Informe Robinson' sobre el papel de España. Estaba convencido de que íbamos a ganar, pero independientemente de eso íbamos a hacer ese retrato. España gana el Mundial el día 11 de julio, pero con la prórroga y demás, cuando bajé a la unidad móvil ya era el 12 de julio, mi cumpleaños. Estuve con José Larraza, el periodista que capitaneaba aquello.
Tiempo antes habíamos hecho juntos un programa sobre Xavi e Iniesta y en ese, después de una grabación con Andrés y los hermanos de Estopa, fuimos a tomar un café donde tenía Andrés la peña, no para grabar, a tomar algo relajado. Fuera de cámara Andrés me dijo que estaba acabado. “No me veo, Michael, pero no pasa nada, todo el mundo ha tenido 18 meses buenos, yo los he tenido, pero ya está. Cuando me veo en la tele haciendo jugadas que hacía antes, no me parece que sea yo, yo soy incapaz de jugar al fútbol como jugaba, estoy acabado, Michael”. Yo le animaba, le decía que era un bache y tal, pero me dejó un poco preocupado su estado de ánimo. Cuando fuimos campeones entramos en el Soccer City y nos sentamos en la media luna donde Cesc Fàbregas había pasado el balón a Andrés. Brindamos por España, por mi cumpleaños y me decía José Larraza: “Anda con el acabado”. Ahí encontramos un 'leitmotiv' para el programa.
Fueron meses de tremendo nerviosismo por mi parte, porque soy de una edad de la que aún se sabe dónde estabas cuando mataron a Kennedy o la llegada del hombre a la luna. En España eso es: ¿dónde estabas cuando se coronaron campeones del mundo? Quizás es el recuerdo más grato que tiene el español en cuanto al deporte, y que venga un prepotente impertinente inglés a decirte cómo era aquello… Yo no dormía por las noches. Cuando ya lo rematamos le pedí el CD y estaba en casa, lo puse para mi mujer y mi hija. Yo miraba con un ojo la pantalla y con otro a ellas. En el minuto ocho o diez hubo un silencio. Ninguna es amante del fútbol, pero estaban hipnotizadas y empezaron a emocionarse. Lloraban como magdalenas y venían y me abrazaban… pero no me confié, porque no tenían ni idea. Un futbolero lo iba a ver de otra cosa. Yo casi empezaba a preferir que no hubiésemos ganado el Mundial, porque hubiésemos hecho un 'Informe Robinson' normal y corriente. Cuando se emitió estaba dándome un paseo por Blackpool, nervioso, como un padre de parto. Cuando regresé coincidió con la finalización del programa. Mi hijo tenía el iPad, que no dejaba de sonar. Y sé lo cruel que puede ser la gente en Twitter, pero mi hijo volvió y me dijo que felicidades, que había gustado. Lloraba de alivio, un enorme alivio. Al final ¿quién coño soy yo para decirles a ustedes cómo fue aquello?
Lloré con de Seve, era mi íntimo amigo y veía como se desvanecía delante de mis ojos; volví a enamorarme de él, de su generosidad
P. Habla de España en primera persona, pero al mismo tiempo se ve como un inglés prepotente.
R. Tengo 59 años y he vivido 30 en España. No soy un tipo muy patriótico, no me gustan demasiado las banderas, me parece algo muy claustrofóbico, pero me siento muy identificado con España, la amo profundamente. No estoy muy seguro de qué es, pero viviendo aquí me siento muy cómodo y muy feliz. El Reino Unido es un país con muchísimas virtudes y pocos defectos, pero esos defectos me irritan. Igual España tiene menos virtudes, pero las que tiene me gustan mucho y me compensan los defectos. Pienso que tenemos una belleza tremenda, un español disfruta la vida, intenta ser feliz y convivir con la gente que tiene ese afán es muy placentero. Los españoles me han enseñado mucho, España me ha hecho mejor padre, mejor marido, mejor persona… España me ha mostrado que donde se encuentra el éxito es en la convivencia, en comer, en conversar, ser feliz con poco. Es gente que absorbe la vida.
P. Cuando llegó aquí, a Osasuna como jugador, supongo que no esperaba todo lo de después. ¿Cómo se reconvierte uno a presentador?
R. Yo creía que iba a trabajar en la tele, pero nunca en pantalla. Yo escribía bien y quería escribir para una pantalla. Vine a España como un proyecto hombre, no por alcoholemia o droga [ríe], sino porque quería ser un tío. El fútbol me robó la universidad, la preparación académica, pero me devolvió la universidad con la vida. No quería hacerlo mal en Osasuna, quería hacerlo bien, pero sobre todo lo que quería ser era más hombre, ir a la universidad de la vida. Mi objetivo era terminar mi carrera futbolística con una especie de Erasmus: un idioma extranjero, una forma de vivir… estaba intentando prepararme como ser humano. Es cierto, pensaba que haría dos o tres años y regresaría al Reino Unido. Pero cuando me retiré tenía muy claro lo que iba a hacer y durante un rato me sacié siendo delegado de Eurosport en Europa. En el año 1990 hice el Mundial con TVE y conocí a Alfredo Relaño.
El Reino Unido es un país con muchísimas virtudes y pocos defectos, pero esos defectos me irritan; España me ha hecho mejor persona
P. Relaño es clave en su vuelta a España
R. Sí, pasados unos meses me invitó a volver a España para hacer televisión en Canal+. Yo fui a venderle boxeo, tenía todos los derechos de Don King Promotions. Iba a vender alguna pelea y me dijo que me lo compraba si iba a trabajar con ellos. Me pidió que hiciera el programa de fútbol que siempre había querido ver, pero nunca había visto. También que comentase los partidos. Y acepté. Luego hablé con mi mujer, se lo planteé, ella me preguntó cuánto me iban a pagar y yo me había olvidado de preguntarlo. Así que volví a llamar a Alfredo y me dijo una cifra que era patética, pero yo dije que sí. Me parecía algo muy bonito, así que regresamos y él me volvió a llamar: “No sé si te lo había dicho, pero el programa va a salir los lunes”. Me preguntó si era un impedimento y le dije que no, pero tuve que empezar de nuevo, no valía nada de lo que había pensado. Teníamos que hace un programa unisex, que tuviese un elemento de 'voyeurismo', una radiografía social a través del fútbol. Y cuando firmé por Canal+, el jefe, Juan Cueto, me preguntó si estaba contento y si tenía inquietudes. Yo le dije que sí: “Mira, sí, tengo una inquietud, es que yo tengo 100 palabras en castellano y 90 son tacos”. Me dijo que viendo lo que había escrito ese era el menor de nuestros problemas [ríe].
P. Esa "radiografía social" es también el centro de 'Informe Robinson', la utilización del deporte para hablar de otros muchos temas.
R. Sí, sin lugar a dudas el deporte es un pretexto para contar historias humanas, pero subyace en 'Informe Robinson' un retrato sociopolítico, sin entrar en política. El programa premia la generosidad, el esfuerzo. Ha sido un viaje de diez años muy bonito, me ha enseñado muchísimo, he podido conocer personas que me han enderezado, gente que he logrado admirar muchísimo y otros que me hacen sentir agradecido por lo mío. Es casi una terapia sin que te des cuenta. Creo que el deporte es mejor una vez que quitamos las plantas nobles, cuando dejamos de lado la burrada de la economía del deporte de élite. Yo soy un fan del fútbol, me he colado en un campo y luego como comentarista, pero el dinero que mueve el fútbol es pornográfico, un traspaso mediano en las ligas más importantes te da para comprar un hospital. Sin hablarte de un futbolista muy caro, un lateral te vale como un hospital. Pero eso no es el fútbol, yo comento un gran entretenimiento y me da placer verlo, no estoy criticándolo, estoy diciendo que el fútbol que vemos es probablemente un 0,1% de lo que es el fútbol. El fútbol es lo que practica gente vieja y gorda como yo y niños y niñas de una edad muy tierna.
Hay momentos en los que más que Michael Robinson son Michael Landon; es fácil destruir, es más jodido crear
P. Habla del lado humano del deporte, pero solo del lado admirable, como si no fuesen humanas la avaricia o la envidia, que no aparecen.
R. Hay momentos, es cierto, que en vez de Michael Robinson me siento como Michael Landon, en la pequeña casa de la pradera o autopista al cielo y acabo llorando y tal. Es un poco sonrisas y lágrimas, es verdad. Hemos fruncido el ceño un par de veces, con Gloria Viseras, que fue acosada. También me sentí jodido haciendo uno en el campo de concentración de Mauthausen… Tenemos la capacidad de fruncir el ceño, pero pienso que no solo es más gratificante verlo desde el otro lado, sino que también llega más. Es muy fácil destruir, es muy jodido crear. No quiero que nosotros seamos un programa que adrede denuncie, prefiero elogiar al que ha quedado 73º en un biatlón. Hacer un retrato de un supercampeón es facilón, también denunciar a alguien. Nosotros tuvimos la suerte de convivir con Rafa Nadal en la peor temporada de su carrera y eso describe a Rafa Nadal. Los momentos de gloria no le describen, la gloria no describe a nadie. Todos maravillosos cuando ganamos.
P. En el periodismo hay mucho especializado en destrozar mitos, usted trabajó con uno de los más prominentes, Josep Pedrerol. Hoy sorprende que ambos estuviesen juntos haciendo un programa, viendo la trayectoria posterior.
R. Lo que pasa es que… yo soy otro tipo de periodista. Olvidemos de comentar un partido de fútbol, ahí no trabajo, no tengo nada que hacer en realidad, a mí no me toca centrar un balón o rematarlo, solo cuento lo que veo. Con 'Acento Robinson' e 'Informe Robinson' sí estoy creando algo, es lo que yo quiero hacer. Estoy muy ocupado, pero a veces me siento como si estuviese en una juguetería, se hubiese ido la seguridad y me quedo solo jugando con los toboganes y los columpios. A mí me dejan hacer televisión y radio y nadie me ha dicho nunca lo que tengo que hacer. Soy un muy afortunado pseudoperiodista, me dejan jugar, me regañan lo justo, los que me pagan no me regañan. He podido trabajar 27 años con la mayor libertad. Yo no estoy intentando comprar audiencias, lo que estoy intentando es entretener y enseñar. Yo no enseño una ética, los protagonistas enseñan una moralidad. Solo soy el sereno que abre con las llaves, abro la puerta y alguien te enseña algo. Quizá no siendo periodista en algún caso ha sido un beneficio para mí.
P. Bastan unos minutos de visionado para reconocer 'Informe Robinson', también es rompedor en lo formal, de una calidad de producto fantástica.
R. Muy pocas veces tengo que enfadarme con mi equipo, pero de vez en cuando soy culpable de decir obviedades. Tengo un libro de estilo, no quiero efectos en pantalla, no quiero que el televidente tenga que saltar obstáculos para ver a los protagonistas. Si vamos a contar una historia bien, a ver si lo podemos ver bien… Suena a una puta obviedad. No quiero que si vamos a entrevistar se escuche la pregunta, no me importa la pregunta, quiero la respuesta y el plano en el que se vea bien. Creo que tengo más realizadores que periodistas. Si vamos a hacer tele, vamos a hacer tele. También es cierto que no me gusta mucho que la gente hable en la tele, porque pienso que la palabra y el plano son un matrimonio, pero en ocasiones, por no decir casi siempre, termina en divorcio, porque tarde o temprano un cabrón va a decir algo que desmitifica y desdice lo que estoy viendo. A veces, cuando alguien está hablando constantemente, no te deja ver las imágenes, te distrae de lo visual.
P. ¿Es posible un programa así en la televisión en abierto?
R. Me lo preguntaron cuando ganamos el Premio Ondas. Absolutamente sí, porque te sorprendería saber el presupuesto, no es un programa caro, se han sorprendido muchas 'víctimas' nuestras cuando han visto que íbamos pocos a grabar. No somos muchos, pero los que tocan los botones son muy buenos. Yo no sé discernir cuando creas un trabajo a quién va dirigido. Trabajé durante años en un programa en abierto en el Plus y mucha gente lo veía. ¿Por qué no podría 'Informe Robinson' salir en TVE? Es cierto que en una televisión comercial hay más veces que menos que están intentando venderte publicidad. Es contemplable que eso pase en 'Informe Robinson', pero no si lo estoy dirigiendo yo, no hay 'product placement', no hay anuncios. Déjame hacerte la pregunta: ¿por qué crees que no valdría para el abierto?
P. Yo creo que sí valdría.
R. Yo creo que también. Creo que la gente ha llegado a la conclusión, quizá en casos erróneamente, de que es demasiado bueno para la tele pública.
P. No sé si los directivos de una cadena en abierto les dejaría hacerlo con tanta facilidad.
R. Pero es muy probable que 'Informe Robinson' tenga un presupuesto medio para un tele, casi uno del montón. Cuando escucho cifras de otros programas las nuestras no me parecen para tanto.
P. ¿No le pedirían más Nadal, más Ramos y menos Gloria Viseras o Carolina Rodríguez?
R. Bueno, supongo que mis jefes en estos más de 20 años han tenido la potestad para decírmelo, simplemente no lo han hecho [ríe].
P. También hay que tener suerte con los jefes.
R. Sí, claro. A mí me han sugerido algún programa, pero nunca me han dicho que no tengo que hacer alguno, nunca se ha dado. Si alguien quisiese comprar los derechos, lo compraría porque les gusta cómo lo hacemos. Ahora, también hay otra cosa, yo he escuchado de otros periodistas decir que eso es lo mejor de la televisión deportiva en España... ¿y por qué no lo hacen? Yo puedo patentar el nombre, pero no patentar los documentales deportivos, cualquiera puede hacerlos. ¿Por qué no los hacen?
He escuchado a otros periodistas decir que esta es la mejor televisión en España ¿y por qué no la hacen ellos también?
P. Están cambiando los modos de consumo, especialmente entre los jóvenes. Ahora se tiende a contenidos más cortos, más directos. ¿Habéis tenido que cambiar algo?
R. Hay un elemento de eso, sí, pero la matriz no cambia, el cuento no lo modificamos. Sin embargo ahora hay que versionar el programa, hacer clips, secuencias para YouTube, para Twitter o Facebook. Pero esto es una vez nosotros hemos hecho el programa en sí, luego en la redacción lo versionamos, eso sí. Es un nuevo mundo, yo tengo la noción de que la tele ha muerto. Vive, todavía respira, pero está con el suero y la máscara de oxígeno. Eso no quiere decir de que el contenido tenga que diferir, lo que se está viendo es que un 'share' bueno hoy es de 250.000 personas y antes eran cuatro millones. ¿Dónde está esa gente? Donde no están es viendo la televisión. Eso es un problema para una televisión, pero no para el creador de contenidos. El que hoy tiene una inquietud creativa tiene más oportunidades que nunca para crear.
P. Entonces, ahora no está mal tener una productora como usted.
R. Ya no hacemos tele, hacemos contenido. Hace unos años fui a Edimburgo a escuchar un discurso de Kevin Spacey, que en ese momento empezaba a grabar 'House of Cards'. Me parecía muy extraño eso de Netflix. ¿Qué es, cine o televisión? Es contenido. Si lo ves sentado en el sofá es televisión, si tienes palomitas y 200 personas, es cine. Es contenido, olvidémonos de la tele, que la veremos por hábito y tal, pero ya no es lo mismo. Antes se hablaba de calidad, de diafragmas, de las películas que se usaban, pero ahora todo es digital. Hoy en día la calidad es maravillosa. Como presentador, es una 'hijoputez', te ven demasiado (ríe), ahora te enseña todo.
Me falta Guardiola, es el programa que he querido hacer, y te digo una cosa, él en el fondo quiere hacerlo, pero le da cosa
P. En estos diez años, ¿qué historia le hubiese gustado contar y no pudo?
R. Pep, es la persona que me ha dicho que no. Y nadie me ha dicho que no tan elocuentemente como Josep. Él es muy fan de 'Informe Robinson' y un día le llamé para hacer uno de él. “Hostia, tú, bueno, joder, ¿para qué?”. ¿Cómo que para qué? Era obvio. Me dijo que era un gran halago y le dije que le diese una vuelta. Me llamó para invitarme a comer en Barcelona y yo fui con José Larraza, porque no iba a invitarme a comer para decirme que no. Pues me dijo que no. Me invitó a comer para hablar mucho de 'Informe Robinson' y lo mucho que le gustaba, era una maravilla. Pero él tenía un problema porque no daba entrevistas a medios, solo ruedas de prensa y si hacía eso estaría faltando a su palabra. Nos quedamos hablando un rato, fue una sobremesa maravillosa. Luego le he molestado en muchos 'Informe Robinson' sobre otras personas, como uno de Manel Estiarte. Pero aún se resiste al suyo. Es el programa que he querido hacer, y te digo una cosa, él en el fondo quiere hacerlo, pero le da cosa [ríe].
P. ¿Cuál es el futuro del programa?
R. Tenemos el programa prácticamente completo para este año, lo que nosotros tenemos que hacer es renovarnos. Nada drástico, 'El Día Después' resultó, hasta que lo dejé hace años, porque éramos siempre un programa moderno, fresco, hasta el día que murió, porque constantemente cambiábamos algo. Eso hemos de hacer con 'Informe Robinson'. No me gustaría que la audiencia viese ese cambio, tenemos que ir constantemente evolucionando, jugando, cambiado, pero de forma casi orgánica.
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