martes, 5 de febrero de 2019

Salvajada histórica....

«Derribar la estación de El Vasco fue un crimen contra el patrimonio»

«Derribar la estación de El Vasco fue un crimen contra el patrimonio»
El profesor de Geografía e Historia, Ángel de la Fuente. / PABLO LORENZANA

El historiador ofrece una conferencia sobre la historia comercial ovetense a través de los azulejos que albergaba la antigua instalación viaria

CECILIA PÉREZ

Ángel de la Fuente (Las Caldas, 1962) es un apasionado de los trenes y de la historia del ferrocarril. De ahí que se fijara en los azulejos que albergaba la desaparecida estación de El Vasco para analizar cómo era el comercio en el Oviedo de los primeros años del siglo XX. Una excusa perfecta para reivindicar que su derribo fue una «atrocidad» que «nunca podré perdonar», confesó. Mañana hablará de ello a partir de las ocho de la tarde en la sede del Centro Asturiano en la calle Uría.

-Los azulejos le sirven de inspiración en esta conferencia.

-Voy a resumir a través de la imagen de cada azulejo, tanto los que se han recuperado como los que no, al comercio al que estaban dando publicidad. Prácticamente pude conseguir información del 99% de ellos, tanto de los recuperados como los que no.

-Toda una tarea de investigación.

-Aproveché la ociosidad que me dieron las vacaciones de Navidad y empecé a buscar por internet. Me hice con referencias de publicaciones, por ejemplo, de los azulejos que publicitaban los Chocolates Agustina, lo saqué de un libro de unos de los familiares que fundó esa chocolatería. Eso me llevó a una tesis doctoral sobre la industria del comercio del mueble en la ciudad hasta el libro de 'Historia del libro y los comerciantes de Oviedo', que aportó una valiosa información. Esto es como una madeja de la que vas tirando.

-¿Qué se encontró tras desenredar la madeja?

-Descubrí y corroboré muchas cosas, la más importante es que los azulejos fueron un ejemplo muy claro para explicar la evolución histórica de Oviedo. Hay una referencia al callejero que te dice dónde estaba el centro de la ciudad entre los años 20 y 30 del siglo pasado y cómo iba pivotando desde la encimada de Clarín, es decir la calle Cimadevilla hasta Fruela y Uría. Pero otra cosa curiosa fue como el diario socialista 'Avance' intentó boicotear el consumo, por parte de los obreros, del Chocolate Agustina.

-¿Por qué?

-Porque estaba ligado al Marqués de Comillas y la familia que explotaba la industria había participado bajo las siglas de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Se lanzó un órdago a la cuenca del Nalón para que no lo consumiesen por estar ligado al sector conservador de la derecha.

-¿Y toda esa información en un solo azulejo?

-Sí, curiosamente un alumno me dijo: «Profesor, nunca creí que de un azulejo se sacase tanta información». Hay que saber mirar y tener la curiosidad por saber.

-¿Qué tienen de peculiar y especial estos azulejos publicitarios?

-Los que hay están muy bien conservados pero tengo que decir que fue una atrocidad derribar la estación de El Vasco. Nunca se lo perdonaré en la vida a Antonio Masip, porque aunque haya pedido perdón, fue una atrocidad, uno de los mayores crímenes contra el patrimonio ovetense, junto con el derribo de Pilares. Recuerdo como la cantina de El Vasco se tiró a hachazo limpio, eso en pleno siglo XX no tiene perdón.

-De haberse conservado, ¿qué se podría haber hecho en la desaparecida estación?

-Debería haber sido la sede, y no quiero entrar en debates entre Oviedo y Gijón, del Museo del Ferrocarril de Asturias. Lo que se hizo con Cinturón Verde fue una chapuza porque la senda verde tendría que ir por San Claudio y haber dejado el trazado del ferrocarril por donde estaba y desde La Manjoya hacer una variante paralela y haber soterrado la vía estrecha y dejar de La Manjoya a la estación de Jovellanos un ramal para sacar trenes turísticos.

-Volviendo a la pregunta. ¿Qué importancia tienen estos azulejos?

-Su lenguaje publicitario en una sociedad del consumo. Te informaban desde dónde estaba un sanatorio, un comercio de confección, chocolates, el baño de una vivienda burguesa, las mueblerías importantes de Oviedo, joyerías...

-¿Cuántos azulejos publicitarios había en El Vasco?

-Había unos treinta y deben estar recuperados unos trece.

-¿Dónde están el resto?

-No lo sé. Escuché, pero no está contrastado, que en los almacenes de la estación de Nava, pero todo parece un rumor.

-¿Quién diseñaba estos azulejos?

-Venían de Valencia, de Burjassot, y fueron los hermanos Bayarri quienes fundaron esta empresa. Luego la traspasaron a Juan Bautista Molins, que es quien los hizo. En Valencia había una tradición enorme. Los comercios más pudientes de Oviedo los encargaban allí. Este tipo de azulejo llevaba un trabajo muy artesanal que se extendió por otras partes de España. Por ejemplo, en la Estación Cero o Estación Fantasma del metro de Madrid los había, también en la parada de Sevilla, también en el subterráneo madrileño, tirando una pared apareció una referencia a Jabones Carabaña, tapado desde 1970.

-¿Qué investigación tiene ahora en mente?

-Cuando me jubile me gustaría hacer un paracologio que es la historia de los curas de mi parroquia, San Juan de Priorio. Afortunadamente, en el archivo diocesano hay un boletín de la diócesis, hasta bien entrado el siglo XIX, donde hay todo tipo de información. Por ejemplo, de lo que sisaban los curas a los Obispos cuando les mandaba hacer alguna auditoría. Los curas no declaraban lo que ingresaban o cosas curiosas como cuando se habla del Papa que no admitía la unificación italiana, siempre se referían a él como el Papa Cautivo porque se sentí así en el Vaticano. También me gustaría hacer algo relacionado con el ferrocarril porque me gusta mucho y me hubiera gustado ser maquinista, es más, siempre que puedo viajo en tren e incluso vengo a la estación a ver los trenes.

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