viernes, 17 de noviembre de 2023
Uno más de menos...pintó Llanes para el Mundo...
Muere Agustín Ibarrola a los 93 años, creador de los Cubos de la Memoria de Llanes
El pintor y escultor vizcaíno ha fallecido en el Hospital de Galdakao. Fue un referente vanguardista y en la lucha contra el terrorismo de ETA a través de su obra
S. Osorio
Viernes, 17 de noviembre 2023, 09:03 | Actualizado 11:46h.
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Agustín Ibarrola ha fallecido a los 93 años de edad. El pintor y el escultor vizcaíno ha sido uno de los artistas vascos más consagrados e influyentes. Recientemente, se inauguró el nuevo Bosque de Oma, en Gernika, una de sus obras más relevantes ahora resucitada por su hijo Jose Ibarrola. Los últimos años los ha pasado retirado de la escena pública debido a su salud. Según las primeras informaciones, el artista ha muerto en el hospital de Galdakao rodeado de sus familiares.
Ibarrola se caracterizó por su lucha contra el terroristmo. De hecho, su gran obra, el Bosque pintado de Oma sufrió varios ataques en los años más convulsos de ETA. Vocación adolescente, impulso vanguardista y lucha política se unieron en uno de los artistas vizcaínos más universales nacido en un caserío de Basauri. Su deseo de decicarse al arte brotó desde que era un chaval y le llevó por caminos imprevisibles. A los 17 años inauguró en la galería Studio del Casco Viejo su primera exposición. Su legado también llegó a Asturias, suya es la famosa escultura de los Cubos de la Memoria de Llanes.
Cubos de la Memoria de Llanes.
Cubos de la Memoria de Llanes.
Fundada por un grupo de amigos aficionados al arte de su tiempo, solía pasarse por esta sala sin que le tomaran en serio hasta que el «aldeanito», según su propia definición, les llevó unas sábanas pintadas, porque no tenía dinero para lienzos. La opinión de los galeristas cambió. No sólo le montaron la muestra sino que esta le sirvió para lograr una beca, de la Diputación y el Ayuntamiento de Bilbao, para estudiar en Madrid con el pintor Daniel Vázquez Díaz. A un muchacho que había dejado la escuela a los once años, aquello le cambió la vida.«Mi padre era uno de esos talentos guiados por el instinto, con un trazo muy enérgico. La burguesía culta del Bilbao de entonces apostó por él. Ahora es imposible que se produzca un tutelaje de ese tipo. Todo está más estipulado, más tasado por las modas», consideraba en una entrevista a este diario su hijo.
Ibarrola posa en su gran obra, el Bosque de Oma, en 2020.
Ibarrola posa en su gran obra, el Bosque de Oma, en 2020. EC
Al artista que transformó los pinares de Oma en una gran obra de arte le entusiasmaba la pintura de Vázquez Díaz y de Aurelio Arteta, cuyos cuadros veía una y otra vez en el Bellas Artes bilbaíno. Ambos representaban para él una evolución interesante del cubismo. Por eso estudiar con el primero le convenció definitivamente de que su camino era el arte. Un camino que llevó a vivir dos años en Formentera, a mediados de los años cincuenta, cuando ya estaba casado.
De la isla saltó a París porque necesitaba ir allí para «trazar todo el recorrido de las vanguardias, desde el simbolismo al arte abstracto», según explicó a este periódico. Se fue con una mochila en 1956 en autoestop, sin saber una palabra de francés. Tiró de carretilla, movió bultos en las estaciones de tren, fue pintor de brocha gorda y descargó camiones en el mercado de Les Halles, donde hoy está el Centro Pompidou. Allí formaría el Equipo 57 junto a Ángel Duarte, José Duarte y Juan Serrano. Algo más tarde se unió el arquitecto Juan Cuenca y también participaron en él Jorge Oteiza y Néstor Basterretxea.
Aquella aventura artística «constructivista», inspirada en la Bauhaus, llevó a otra aventura más vital, la marcha del grupo a Dinamarca en el verano de 1957. Se plantaron en una localidad próxima a Copenhague. Les cedieron un local para vivir en la casa de la juventud, participaban en las comidas de los campamentos y el alcalde les dio dinero. Se quedaron hasta la primavera del siguiente año.
Preso en la cárcel de Burgos
A principios de los sesenta dejaron las actividades colectivas e Ibarrola intensificó las políticas en el Partido Comunista. Estuvo preso en la cárcel de Burgos de 1962 a 1965 y entre 1967 y 1973. De aquella época es el movimiento Estampa Popular, a cuya rama en Bizkaia perteneció a junto a María Dapena y Dionisio Blanco. Fue una parte muy influyente en su trayectoria, ya que le permitió dar el paso a los grandes lienzos de fábricas, obreros y protestas.
Con la vuelta de la democracia, según relató su hijo Jose Ibarrola, su padre abandonó «la necesidad militante y recuperó el espíritu del Equipo 57, las formas abstractas aunque desde entonces más expresivas». Con las pinturas sobre las traviesas del ferrocarril descubre la posibilidades de la madera como soporte. En el Bosque de Oma empieza un viaje hacia el origen del arte, hacia la Cueva de Santimamiñe.
«Con la Transición, se quiso pasar página y eso significó olvidarse de gente como mi padre. Entró en una situación personal de decaimiento de la que salió reecontrándose con la naturaleza», expresó a este diario su hijo. En 1993, el Reina Sofía de Madrid organizó una muestra sobre el Equipo 57 que viajó a la Sala Rekalde de Bilbao y que reivindicó la aportación del grupo al arte contemporáneo. Con un lugar más que acreditado en el panorama artístico, Ibarrola volvía a la pelea como en la época franquista, esta vez contra el terrorismo.
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