miércoles, 16 de abril de 2014

Sabe de que vá....


Julio Rodríguez: "Ojo con los bancos y su gusto por el ladrillo"



Publica el libro "Crisis económica y cambios en el sistema financiero" y aprovechamos para hablar con él de bancos y del sector inmobiliarioprimir


Julio Rodríguez fue presidente del Banco Hipotecario y de Caja Granada. También es Estadístico Superior del Instituto Nacional de Estadística en excedencia. Y miembro del colectivo Economistas Frente a la Crisis. Conoce como nadie los sectores financiero e inmobiliario y la intensa relación que se establece entre ambos. Ahora acaba de publicar "Crisis económica y cambios en el sistema financiero", una interesante y completa crónica sobre la reestructuración del sector financiero en los últimos años, con sus aciertos y sus errores. De estos últimos se puede derivar algo que le preocupa: la exclusión financiera, contra la que anima a crear una banca alternativa en la que el sector público podría desempeñar un papel muy importante. También alerta del riesgo que el Estado corre con la Sareb, así como de las amistades peligrosas de la que ésta se puede estar rodeando y de que con un rápida privatización de Bankia no se logre recuperar todo el dinero público que se le ha inyectado.
¿Se ganó enemistades Suárez con la normativa que permitía a las cajas de ahorros competir con los bancos?
Suárez actuó a la sombra de las bayonetas y también a la sombra del empresariado. Suárez cambió todo el contexto institucional. Con él se legalizaron los sindicatos y aparecieron los partidos de izquierda y el empresariado estaba incómodo. De hecho, la inversión productiva cayó hasta bien entrados los años ochenta. Y, en este contexto, se aprobó un real decreto en agosto de 1977 que lo que hizo fue equiparar las cajas a los bancos. El gran salto de cuota de mercado de las cajas de ahorros frente a los bancos comenzó ahí. No creo que ese decreto gustara mucho a los bancos. Pero, en general, todo el sector empresarial estaba incómodo con Suárez. Y el empresariado tuvo reacciones muy conservadoras en aquel momento. 
A lo largo de su libro se apunta en varios momentos el peligro de la exclusión financiera que se deriva de la concentración de las entidades. 
El proceso de concentración bancaria ha sido muy fuerte. En la etapa del Gobierno socialista, con Miguel Ángel Fernández Ordóñez al frente del Banco de España, se marcó, seguramente de manera excesiva, que el saneamiento debería consistir en un proceso de concentración. En la época socialista se identificó el saneamiento con la fusión. Se consideró que la concentración iba a ser una especie de "purga de Benito". Al mismo tiempo, había una gran antipatía contra las cajas de ahorros, que era compartida por los organismos internacionales. Ahora nos encontramos con la existencia de catorce grupos bancarios, dentro de los cuales hay algunos nacionalizados. Todo apunta a que pasaremos a una situación en la cual queden diez grupos bancarios y el proceso de concentración de activos en manos de los tres más potentes puede reforzarse. 
Las cajas de ahorros surgieron en el siglo XIX frente a la exclusión financiera que practicaban los bancos, porque éstos sólo financiaban a las empresas grandes, a la aristocracia y a los terratenientes. El pueblo llano no tenía acceso al crédito bancario. Con las cajas de ahorros, las clases populares accedieron al crédito. ¿Por la concentración bancaria que mencionaba antes, por esta desaparición de las cajas, va a haber una mayor exclusión bancaria? Es una posibilidad que apunto. 
Pero también habla de la posibilidad de que surja una banca alternativa. ¿A qué se refiere?
La banca alternativa pueden ser muchas cosas. En primer lugar, las agencias públicas de financiación de inversiones, como el ICO, aunque el ICO parece quererse relacionar más con las grandes empresas, con los bancos, con los créditos de mediación. Tendríamos que hablar de un ICO reforzado, más abierto a todo al mundo, no escondido, porque la gente sólo se entera de la existencia de este organismo por los bancos comerciales. En definitiva, un ICO más fuerte y con más relación directa con los clientes. Como banca alternativa también podría funcionar una parte de la banca nacionalizada, saneada por Sareb y controlada por el FROB, que quedara bajo el paraguas del sector público con un control parlamentario muy estricto. Porque, un inciso, si alguna eléctrica hubiera quedado bajo control público, igual los problemas del sector se hubieran podido resolver mejor. También, otro tipo de entidades, como los bancos cooperativos, como las cajas rurales, que, aunque tienen poca presencia en las áreas más urbanas, siguen ahí. 
No hay un camino claro por el cual se pueda llegar a la banca alternativa, pero todo lo que sea menor concentración y el apoyo de bancos cooperativos, cooperativas de crédito, una banca minorista que llegue mejor a la gente... todo ello debe contribuir a que se reduzca el riesgo de exclusión bancaria si el proceso de concentración se acentúa y nos quedamos con sólo cuatro o cinco grupos bancarios. En algunas ciudades de España de determinada dimensión es posible que no quede ninguna entidad bancaria. Hay que buscar fórmulas, porque sino a mucha gente se le complicará la vida. 
Uno de los problemas que señala en el libro es que el Gobierno socialista no quería intervenir entidades, no quería entrar en el capital de las entidades. ¿Eso retrasó la solución de la crisis financiera?
La filosofía era concentrar y, además, acabar con el mapa de cajas de ahorros. Y se retrasó la actuación porque había un problema: la supervisión compartida de las cajas entre comunidades autónomas y el Banco de España, lo que complicaba mucho la gestión. El Banco de España era el mecanismo de supervisión, pero no tenía el mecanismo de resolución. Y perjudicó la filosofía del gobierno socialista de que no se iba a gastar ni un duro de los contribuyentes, cuando no ha habido ni una sola crisis bancaria de la que se haya salido sin dinero público. 
La estrategia seguida por el Gobierno socialista en la resolución de la crisis de las cajas de ahorros abusó de las concentraciones. Además, se advirtió una cierta antipatía por las cajas de ahorros, que era compartida por la troika, sobre todo por el FMI, y el Gobierno se encontró muy atado de pies y manos por la supervisión compartida entre el Banco de España y las Comunidades Autónomas. Por eso, al no poderse hacer fusiones calientes, se hicieron fusiones frías, los SIP, que acabaron convirtiéndose en bancos. Entonces es cuando mueren las cajas de ahorros. En resumen: la actuación del gobierno socialista tuvo limitaciones por las comunidades autónomas, sesgos ideológicos claros contra las cajas y fue muy blanda porque no se quería meter dinero público. 
¿Nos hubiera salido más barato de haber metido el dinero entonces?
Posiblemente, de haber intervenido antes, nos hubiera salido más barato. 
Dice que también esa estrategia frenó el ajuste en el sector inmobiliario. ¿Por qué?
Los bancos mantenían en balance muchas promociones inmobiliarias y créditos morosos. Los activos inmobiliarios estaban sobrevalorados, tenían un valor en libros muy superior al real. Si hubiera entrado el capital del Estado, se hubiera valorado al precio de mercado y así se habría provocado el ajuste. Por eso, en cuanto se pusieron en marcha los Decretos de Luis de Guindos, se vio el efecto: del 40% de lo que han caído los precios de la vivienda, más de la mitad ha tenido lugar en los dos últimos años. Comentábamos que los precios de la vivienda en España no caían, pero aquí lo que sucedía era que los balances bancarios estaban reflejando una situación irreal. Los balances bancarios tenían unos activos sobrevalorados. También la reclasificación de los créditos de refinanciados a morosos ha contribuido a esta nueva situación, al ajuste. La tardanza en el ajuste financiero demoró el ajuste en el sector inmobiliario. 
Y ahora, ¿en qué situación se encuentra el sector inmobiliario? ¿Toca ya fondo?
El año 2013 volvió a ser un año de retroceso en ventas, un año de fuerte caída de los precios. Hubo algún espejismo en verano con la llegada de inversores institucionales, pero el mercado ha seguido profundamente deprimido, porque las ventas alcanzaron su nivel más bajo de toda la recesión: unas 300.000 viviendas, de las que una proporción muy alta son viviendas de segunda mano. Por eso no entiendo cómo los expertos dicen que hay que quitarle el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales a la vivienda usada para que se venda más. Parece que los expertos fiscales no han mirado las cifras de la composición de las ventas de viviendas en España: llevamos muchos años que se venden más viviendas usadas, que son sobre las que pesa el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales. 
Dejando de lado esta digresión, el año 2013 fue un año de nueva recesión, aunque con un cambio importante que fue la entrada de inversores extranjeros, cuyo peso en el total de las transmisiones inmobiliarias llegó a ser del 16,5%. Además, las compraventas registradas financiadas por hipotecas fueron el 65%, dato que implica que se hicieron muchas ventas a fondos de inversión y a inversores. 
El dato nuevo fue que los inversores empezaron en 2013 a aprovecharse de las caídas de precios y eso ha creado una expectativa de que el mercado está cambiando más de lo que en realidad lo está haciendo, lo que ha contribuido a que se frene la caída de precios. Pero si la actividad económica en España se recupera, empieza a crear empleo, está claro que la demanda se recuperará. El mercado de vivienda es muy posible que esté tocando fondo de momento, aunque hay mucha disparidad entre unos sitios y otros: en algunos a final de año se comenzaban a ver algunos signos de vitalidad, mientras que en otras no se nota nada. Las zonas donde hubo más especulación y donde ha habido más viviendas sin vender están más movidas (las islas, la costa, el arco mediterráneo, la periferia de Madrid) porque hay una mayor presencia de estos inversores institucionales. 
Es posible que la vivienda en el año 2014 muestre ya algún indicio de recuperación, pero esa recuperación tendrá fuerza y peso en el momento en que entre a comprar vivienda no sólo los inversores internacionales, no sólo los oportunistas, sino también los hogares que compran vivienda como consecuencia de la creación de empleo. Está por ver qué intensidad va a tener este proceso. 
Ahora vemos que hay un montón de campañas por parte del sector financiero hablando de que el grifo del crédito se está abriendo para pymes. ¿El sector financiero está preparado para canalizar la financiación hacia los sectores realmente productivos y no hacia el ladrillo, como antes?
Para las economías de los ayuntamientos, el sector inmobiliario sigue siendo clave. Eso no ha cambiando nada. Los ayuntamientos siguen viendo el mundo a través del ladrillo. Las ventajas que conlleva para ellos una promoción inmobiliaria no son comparables con las que proporciona una fábrica. No disimulan la satisfacción que les provoca que se construya una nueva promoción. En cuanto a empresas, sólo quieren aquéllas que sean a domicilio y por internet. Las empresas industriales que ocupan un espacio territorial no les gustan nada. Esto, cuanto más cercana esté la ciudad a la playa, más sucede. Para estos ayuntamientos el mundo se limita a promover. 
El negocio de la banca es prestar, por lo que la banca no puede estar indefinidamente con unas tasas muy bajas de crecimiento del crédito. Aunque la política del BCE ha favorecido que no haya crédito, sino arbitraje. Ésa ha sido la primera razón que ha provocado que no haya habido crédito. La segunda, la sobrerregulación bancaria. Y, en tercer lugar, la búsqueda de solvencia, que ha provocado que se haya reducido el volumen de activos de riesgo, es decir, los créditos. Estas circunstancias todavía pesan, pero en algún momento la banca debería volver a prestar. 
Lo de que el dinero vaya a los sectores más necesarios... El dinero irá a los sectores más rentables. Los bancos no son ONG's. Y parece que a los bancos les gusta el ladrillo más todavía que a los ayuntamientos. Se han quedado con suelo muy bueno y le están dando salida haciendo ya promociones, aunque el componente especulativo de compra de vivienda es muy reducido. Ojo con los bancos y su gusto por el ladrillo. Además, son unos forofos de la Ley de Say, ésa de que la oferta crea su propia demanda y que ya se demostró falsa con Keynes en los años treinta. Si tú produces, venderás, pero sólo si tienes demanda, pero la propia oferta no crea su demanda. 
Pero parece que volvemos a las andadas. Aunque los fondos de inversión ahora mismo han encontrado un filón en España por los descensos de precios de los últimos años y porque se encuentran con la simpatía de todo el "establishment". No hay país en que les miren con más simpatía que en España. Oyendo a muchos políticos, sobre todo locales y autonómicos en Madrid, da la impresión que este país no tiene otro futuro que el ladrillo, que la gran superficie y chiringuitos turísticos.
Pero ahora dicen que a los bancos ya no les interesa dar hipotecas, sino dar préstamos a pequeñas y medianas empresas porque dejan márgenes más amplios. 
Es mucho más arriesgado dar préstamos a pymes que dar hipotecas. De todas maneras, el diferencial de los préstamos hipotecarios rozó los tres puntos porcentuales el año pasado sobre el euríbor a doce meses. El crédito inmobiliario tiene dos componentes: uno mucho más peligroso que otro, el crédito promotor; el otro es el crédito comprador. El crédito al promotor es un producto arriesgado, porque en mi entorno, en Pozuelo lindando con Aravaca, veo que están haciendo cien o doscientas viviendas, eso tiene un riesgo para el banco que lo financia, porque ese crédito se recupera si se venden los pisos, si no se venden, no se recuperan. Es un producto arriesgado que tiene una morosidad mucho más alta. En estos momentos, supera el 30%. Luego está el crédito al comprador de vivienda, que es un crédito mucho menos arriesgado, porque el banco presta en función de los ingresos de los hogares. Y en estos últimos créditos, en los dos últimos años, la banca ya subió mucho el diferencial. Es posible que los créditos a pymes tengan que utilizar unos diferenciales más altos, porque son más arriesgados. Si el banco lo hace bien, el crédito al comprador es más cómodo que el crédito a pymes. El crédito al promotor es casi tan peligroso como el crédito a pequeñas y medianas empresas. 
El gran problema que tuvimos en el pasado fue que el dinero extranjero financiaba sobre todo al sector inmobiliario. Ahora estamos viendo también que el dinero extranjero va otra vez al ladrillo. 
En el pasado llegaban cantidades incomparablemente más altas a las que llegan ahora. Durante la primera década de este siglo, la demanda de financiación para promociones inmobiliarias superaba con mucho a lo que podía prestarse con los depósitos. Era evidente que con los depósitos no se podía hacer frente a una demanda tan fuerte de financiación inmobiliaria. Entonces, las entidades de crédito acudieron a los mercados mayoristas. Hasta ese momento, los créditos que se daban eran inferiores a los depósitos que tenían las entidades. Pero llegó un momento en que los créditos llegaron a multiplicar a los depósitos. ¿Dónde estaba la diferencia? En los mercados de capitales. Se cogía dinero en los mercados a un plazo no muy largo y se prestaba a un plazo muy largo. Ésa era una operación muy peligrosa, que denunciaron bien los inspectores del Banco de España en su carta del año 2006. 
Lo que está pasando ahora es que los fondos de inversión, calentados por las políticas de alivio cuantitativo de los bancos centrales de Japón, Estados Unidos, Reino Unido, Australia y algún otro más, están invirtiendo, porque la liquidez inyectada por los bancos centrales tiene que salir por algún sitio. Pero no es lo mismo que venir a España ahora y comprar a que un banco español reciba financiación de los mercados mayoristas para prestar a promotores. Es muy distinto. Además, antes hablábamos de cantidades muy superiores: no es comparable la cifra de lo que está viniendo ahora con lo que entraba antes en los bancos. Además, éstos son inversores que vienen mucho más seguros a comprar. Financiar a los bancos es una operación bastante más arriesgada. 
¿Hasta qué nivel puede subir la morosidad? ¿Nos queda por ver más sustos en el sector financiero español?
Depende de cómo evolucione la economía. Si la economía española empieza a crecer más y a crear empleo, entonces la morosidad dejará de crecer. La cuestión está en la profundidad que tenga la recuperación económica. Por supuesto, si el crecimiento no se consigue y no hay creación de empleo, entonces la morosidad subiría. Nuevos aumentos de la morosidad pondrían en situaciones difíciles de nuevo a numerosas entidades bancarias. La tasa de morosidad del comprador de vivienda está en el 6%, pero ese porcentaje se aplica a un volumen de 600.000 millones de euros. Es un componente muy importante del crédito al sector privado. Esa morosidad de los hogares como consecuencia de la caída del empleo es mucho más baja que la morosidad global del sistema (13%), pero es una morosidad muy importante. Respondiendo a su pregunta, crecerá la morosidad en tanto en cuanto persista una situación de débil crecimiento y se frenará en cuanto se recupere el crecimiento. Y, por supuesto, de persistir este crecimiento de la morosidad, habrá problemas para ciertas entidades. 
¿Cuál es su opinión respecto al modo en que se está ejecutando la privatización de Bankia? ¿Se podrá recuperar todo el dinero?
No deberían tener tanta prisa en vender Bankia. Tendría que elaborarse una estrategia con vistas al medio plazo. Al ritmo al cual se está privatizando Bankia, lo que se recuperará quedará muy por debajo de lo que realmente se ha aportado. 
¿Algún día veremos que se hace justicia y los responsables de la crisis pagan por haberla causado?
Se están llevando a los tribunales bastantes actuaciones, sobre todo de dirigentes de cajas de ahorros que en su momento no fueron denunciadas. Y creo que estas cosas están bien, porque así se reduce la sensación de impunidad. Pero hay que distinguir una gestión discutible pero no dolosa de aquellas otras de las que se ha derivado un enriquecimiento en forma de blindajes de contratos o planes de pensiones cuando ya se veía que las cajas de ahorros iban a desaparecer. Este tipo de actuaciones deberían perseguirse y parece que ya se están persiguiendo. Pero parece evidente que una buena parte va a quedar impune. Pero esto no es sólo en España. En estos momentos, los mayores responsables están saliendo más fuertes de una crisis que provocaron y de lo que se trataría es de que el sistema financiero estuviera bastante más controlado, ya no sólo para recuperar lo que puso el sector público, sino sobre todo para evitar que vuelvan a repetirse estos problemas. Es un sector que tiende a colocar dinero en operaciones peligrosas y, por eso, requiere bastante control. 
¿Cuál es la valoración que hace la Sareb en su primer año de andadura? 
La Sareb ha tratado de hacer muchas cosas en muy poco tiempo. Es una gestión difícil, puesto que en un mercado inmobiliario débil se ha encontrado, no sólo con activos inmobiliarios que colocar, sino también créditos, que son los que más pesan en su balance. Gestionar la Sareb ahora mismo no es un puesto envidiable. Pero, en todo caso, el hecho de presentarlo como una entidad privada, por aquello de que la deuda no consolide con la del Estado, ha hecho que no se haya visto que, indudablemente, el riesgo público es importante. Sareb paga a los bancos a los que ha comprado los activos con deuda y esa deuda está avalada por el Estado y ahí hay un riesgo. Es decir, que lo que ha puesto el Estado no es solamente el 50% del capital con el que cuenta Sareb, también toda esa deuda que tiene que emitir con la cual paga a los bancos. 
Posiblemente, con toda la picaresca que hay en el sector inmobiliario, ahora, indudablemente Sareb tiene que tener unas amistades peligrosas. Un ejemplo: un promotor que ha hecho una promoción que no la ha podido vender. La promoción pasa a un banco como dación en pago. Y el banco, finalmente, se la pasa a la Sareb con un descuento del 40% o del 50%. Entonces, el primer promotor se viene a Sareb y lo compra por un poquito más. Conclusión: habría que establecer algún código de conducta que impidiese que aquellos que en su momento se metieron en operaciones especulativas no salgan muy beneficiados como consecuencia de que Sareb les venda baratitos los activos fruto de operaciones siniestras que se hicieron hace años. Algún código de conducta debería haber para impedir que este tipo de operaciones se produzcan, porque no hay derecho que a la gente que no puede pagar su casa se la ponga en la calle y que, sin embargo, gente que especuló salga de ésta de rositas e incluso enriquecido.

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