El City le tenía muchas ganas al Barça. Había pasado por el Camp Nou como un equipo de párvulos que fueron el hazmerreír de Messi. Los errores le condenaron a una cruel goleada: 4-0. El 10 apareció de nuevo por el Etihad para poner un delicioso 0-1. El partido parecía abocado a una segunda exhibición del Barça y a un nuevo escarnio para Guardiola. Hasta que se confundió Sergi Roberto y en Manchester se volvieron las tornas de Barcelona. La pifia del lateral desnortó al Barça, víctima de un ataque de pánico, y envalentonó al City, por fin vencedor ante los azulgrana después de cinco derrotas, reenganchado como príncipe de la Champions. Los veteranos jugadores azulgrana perdieron anoche la estabilidad frente a los joviales citizen que se espantaron en el Camp Nou. Ni siquiera sobrevivió el excelso Messi.
Muy bien puesto en el balcón de su área, el 10 jugó al espacio para Neymar nada más tomar el balón despedido por Mascherano y atravesó al campo mientras el brasileño profundizaba en una carrera tan limpia como aplaudida por el City. Nadie pudo con Neymar, hábil y rápido, certero en el pase cuando advirtió la llegada de Messi. El 10 controló el cuero y remató de manera ajustada al poste derecho de Caballero.
La presión del City
Al estupendo despliegue en el 0-1 siguió un recital de posesión del Barcelona. Atacaban sin parar los azulgrana, llegaban mucho y bien, los once futbolistas muy a gusto, incluso el recuperado André Gomes. El City no salía de su área, no encontraba la línea de pase, aturdido por el gol, fuera del partido, a merced de los francotiradores barcelonistas, que se recrearon en su suerte, faltos de puntería, poco contundentes, sobre todo Suárez y Neymar. Negados los delanteros en el área rival, los defensas se perdieron en la suya ante la sorpresa de Ter Stegen. Tan cómodos se sentían los barcelonistas que Sergi Roberto se confió cuando sacaba la pelota desde el lateral y su pase horizontal propició la intervención de Agüero. La presión funcionó como un reloj: Agüero tocó para Sterling y su asistencia la empujó Gündogan.No había jugador del Barça que se quitara de la cabeza el error de Sergi Roberto, un jugador siempre fiable, ayer timorato después del gol de Gündogan. Los barcelonistas tardaron más de una hora en encontrar la portería: Luis Suárez le dio un gol hecho a André Gomes, que remató al travesaño de Caballero. Muy pocas noticias del Barça. El partido se convirtió en un carrusel de arremetidas del City, excelente en la presión y la contra, más inglés que en el Camp Nou. Nunca reaccionaron los azulgrana, inseguros, confundidos e indefinidos, sin ninguna autoridad, abatidos por un tercer gol de Gündogan y por el buen fútbol de De Bruyne.
A remolque, claudicó el Barça como anunciaba su final caótico, nada que ver con su estupendo inicio, un contraste que convierte en indescifrable su actuación en el Etihad. El City se acordó del Camp Nou y, exigido por la necesidad, no perdonó una para suerte de Guardiola. No podía tener mejor crédito que el de ganar a su Barça. No es casual quizá que el City sacara lo mejor y lo peor del equipo de Luis Enrique.
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