jueves, 3 de noviembre de 2016

El Madrid repite el sainete del Barça....


El campeón del Europa perdió el respeto a su competición favorita y se dejó remontar un 0-2 en Varsovia para complicarse el objetivo de ser primer de grupo (y jugar la vuelta de los octavos en casa). Se deshizo en el partido de las gradas a media voz, flojo en defensa y sin acierto para cerrar una victoria que tuvo bien hilada en el comienzo. En el sainete final, tras la remontada del Legia, 3-2, Kovacic logró salvar un punto y Lucas Vázquez tiró al larguero el triunfo en la última jugada. Todo raro, descontrolado, manchando su poderoso descorche. [Narración y estadísticas (3-3)]
Porque el Madrid entró en el partido sin echar la vista arriba. Pelota al suelo, toque que toque y líneas adelantadas. Les pidió Zidane revoluciones altas para derretir las estalactitas de la noche. Se escuchaba la circulación rápida del balón, el diálogo de los jugadores y los suspiros de esfuerzo, ante el silencio de las tribunas. Velocidad para evitar el despiste, prisas de portería.
En el primer minuto, Cristiano Ronaldo alzó la mirada para buscar a Gareth Bale en el otro costado del área, elegante su compañero para controlar y disparar todo en uno. Pim, pam y zurdazo en media volea a la escuadra del Legia, derrotado su portero en la estirada. Gritos de admiración de sus compañeros y el gol cantado desde le hierba que sube hacia el techo del estadio, vacío de público. El Madrid se echaba pronto una manta por encima como protección ante los giros del partido, nunca disputado por la mayoría de los futbolistas.

Morata y sus intercambios con Benzema

Con el marcador abierto, sin haberse situado todavía en el campo, el Legia temblaba en cada llegada de Bale por la derecha, como en un jardín de juegos. Al lateral Hlousek le amagaba a ambos lados, aturdido el checo. A la espalda del galés, Mateo Kovacic recordaba a Modric en la conducción y el pase siempre sensato. Corría y corría el croata unos metros por delante de Kroos. En el otro costado, aparecía Morata, novedad del once. Le encontró hueco el técnico en la posición de volante, en intercambio perpetuo con Benzema. Cuatro delanteros en busca del gol.
A la media hora, Kovacic la puso picadita para la entrada de Bale hasta la línea de fondo. Su dejada la cazó Benzema, de nueve puro en el remate. Se había liado el francés un poco antes a dos metros del marco, en marea de piernas. Cristiano tampoco acertó en un par de caracoleos dentro del área. El Legia resistía todavía de pie gracias a la falta de puntería blanca. Sólo se estiraba por la izquierda: allí estaba Fabio Coentrao. Su presencia era una mala broma de Zidane, como que el Madrid se complicara luego la vida ante tan flojito rival.

Pase en la fiesta privada

No tardó el Legia en comprobar el pésimo estado de forma del lateral, en la banda buscando bebida energética a los 30 minutos. Tenía serias dificultades para regresar a la defensa cada vez que se animaba a buscar paredes arriba. Por su zona llegó la pelota del gol polaco, cerca del descanso. Más culpa tuvo Kovacic, que estropeó su buena primera parte al no molestar a Odjidja en la frontal. Con tiempo y espacio, se colocó el balón, ajustó la mirilla y la puso en la escuadra de Keylor. Golazo gritado muy fuerte por el puñado de aficionados del Legia con pase en la fiesta privada.
El Madrid se marchó al vestuario con la fea sensación del trabajo a medias en una cita rara, que no invitaba a meterse en problemas. Al rato los encontró de verdad, en otra bajada de tensión de la defensa. Radovic aprovechó la autopista por la izquierda para soltar un derechazo que pilló con el paso cambiado a Keylor.
Zidane volcó el dibujo dejando una línea de tres en defensa -fuera Coentrao-, en apuesta de riesgo que pronto tuvo castigo. Otra contra y otro zapatazo del Legia para ponerse por delante. Manos a la cabeza, reloj que aprieta y acelerón del Madrid a la desesperada. Sólo le dio para rescatar un punto en una velada de ambiente frío y fútbol histérico.

No hay comentarios: