REDACCIÓN
Asturias, año 2087. El verde brillante del paraíso asturiano se ha apagado. La lluvia ya no se deja ver tanto como antes, sobre todo en verano. El aumento de las temperaturas hace que la luz del sol caliente cada vez más y la época estival sea prácticamente seca. De la chaqueta «por si acaso» de las noches veraniegas ya puede uno olvidarse. En la cama no hay quien pare del calor. Además, las temperaturas otoñales aumentan y comienzan a mimetizarse con las veraniegas. El otoño está en proceso de desaparecer. Por las mañanas, en invierno, apenas se aprecian los mantos helados que se acostumbraban a ver, tímidos, en años
Este es el paisaje que la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) dibuja para dentro de setenta años en el Principado de Asturias. Así lo muestra en su estudio Guía de Escenarios Regionalizados de Cambio Climático sobre España. El informe, de 100 páginas, muestran los frutos de un trabajo exhaustivo de análisis en los que los resultados que muestran -- globales y por regiones-- son, cuanto menos, preocupantes.
En comparación con el resto de la península, las temperaturas máximas sufrirán un leve aumento. Concretamente entre los 3,5 y 5 grados centígrados. Donde podrá apreciarse una mayor elevación de las temperaturas será en las estaciones de otoño y verano, donde los termómetros llegarán a marcar entre 4 y 6 grados más. Lo mismo ocurrirá con las temperaturas mínimas, que se elevarán entre los 3 y 5 grados. Al igual que con las máximas, las temperaturas mínimas mostrarán su aumento más extremo en verano donde podrían incluso alcanzar 6 grados más con respecto a la media actual.
Este aumento térmico supondrá, por consiguiente, la aparición de un mayor número de días cálidos, que se verá incrementado en hasta 50 días más. Las noches cálidas también irán aumentando gradualmente, pudiendo llegar a alcanzar los 60 días. Aunque en menor medida, las olas de calor podrán llegar a Asturias con una mayor frecuencia. Entre 10 y 25 días se calcula que podrán aumentar su duración. El paisaje de mantos helados con la llegada del invierno también se verá afectada. Asturias disminuirá esta fotografía con el paso de los años, reduciéndose a 25 días menos de rosadas en el paisaje asturiano.
Lo que realmente afectará al icónico paisaje asturiano será la drástica disminución de las precipitaciones. Asturias sufrirá los mayores descensos junto con el sur de la península. Lloverá 15 días menos al año. La disminución porcentual media de la región oscilará entre el 5 y el 20 por ciento, mientras que la media española rozará el 93 por ciento. En verano alcanzará sus cifras más angustiosas. Hasta un 35 por ciento menos de precipitaciones podrán registrarse durante la época estival. En cuanto al nivel de las más intensas, al igual que se registra en Cantabria y las islas Canarias, se tornará negativo. Es decir, se producirá una disminución de entre el 4 y el cero por ciento de lluvias intensas. Cifras que contrastan con las del resto de la península, que alcanzarán un aumento de hasta el 13 por ciento.
La velocidad media del viento experimentará una leve disminución. En general, se espera un aumento de la velocidad media del viento en verano y una disminución en el otoño en gran parte de la Península. Así ocurrirá en Asturias, región donde se experimentará una disminución del viento máximo a escala anual para finales de siglo. En concreto, hasta 1,3 metros por segundo.
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