Eurosport-27 de junio de 2017. A instancias de la organización Equal Playing Field, 30 mujeres provenientes de distintos países escalan hasta lo más alto del monte Kilimanjaro para disputar un partido de fútbol de 90 minutos. A más de 5.714m de altitud lograron un hito nunca antes visto en el deporte rey y entraron en el libro Guinness de los Records. Tuvieron que llegar hasta la montaña más alta de África y llevar al límite las capacidades humanas para que su voz fuera escuchada, para resaltar lo que en pleno siglo XXI sigue siendo una realidad: las dificultades de las mujeres para vivir el deporte.
“El deporte femenino no es práctico, ni interesante, ni estético, además de incorrecto”. Esta afirmación del barón Pierre de Coubertin, padre de los Juegos Olímpicos modernos, nos llega de finales del s.XIX, sorprendente por quien la dijo, pero más sorprendente porque aún hoy en día hay quienes le siguen dando la razón. Él tenía muy claro que la única labor de las mujeres en unos Juegos Olímpicos debía ser “coronar a los vencedores” y de hecho no les permitieron participar en los 1os que se organizaron, en 1896.
Las mujeres empezaron una lucha encabezada por la remera francesa Alice Millat plantando cara a todos los que las excluían de cualquier actividad deportiva. Su lucha se vio recompensada cuando en el año 1900 se aceptó la participación femenina en tenis y en golf. Pero no era suficiente, ellas querían entrar en todas las disciplinas. Lo lograron, pero tuvieron que esperar hasta el año 1928. Se ganó una batalla, aún quedaba mucho más para ganar la guerra. Pero no una guerra cuyo objetivo sea derrotar al enemigo. Sino que se las vea como un igual.
Y se siguen haciendo avances: en Londres 2012, por primera vez en la historia, todas las delegaciones incluyeron mujeres entre sus participantes y el Comité Olímpico Internacional impuso una norma según la cual todo aquel deporte que aspire a ser incorporado al programa olímpico “deberá incluir una prueba femenina”.
Aún son muchas las trabas que se cruzan en el camino de las mujeres deportistas. Empezando desde pequeñitas. “Marimacho”, “lesbiana”, “eres poco femenina”, “se te va a deformar el cuerpo”, estas son solo algunas de las duras palabras a las que una niña tiene que hacer frente cuando decide practicar fútbol o balonmano o artes marciales… Porque aún hoy en día hay quien piensa que una mujer es menos mujer por tener desarrollados sus músculos.
Si son capaces de plantar cara a cualquier estigma social, según van creciendo se dan cuenta de que los medios que se destinan al deporte femenino y las ayudas son mucho menores. La Asociación para las Mujeres en el Deporte profesional ha lanzado un manifiesto donde resalta los problemas a los que hoy en día siguen haciendo frente:
“Deportistas invisibles en los medios de comunicación, sin contratos laborales, sin convenios, sin ligas profesionales, obligadas a firmar cláusulas denigrantes como las relacionadas con el embarazo y la cesión de sus derechos de imagen. Deportistas que ni siquiera llegan a cobrar el Salario Mínimo Interprofesional, árbitras y juezas que son insultadas y amenazadas impunemente, entrenadoras que no llegan a los banquillos de la excelencia deportiva, directivas que no acceden a puestos de responsabilidad en los clubes y en las federaciones deportivas. Todo esto y más, por ser mujer”. Simple y llanamente por ser mujer.
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