Mientras nada lo desmienta, el asesinato de Javier Ardines y la situación política en Llanes son «realidades paralelas». Y todos en Llanes esperan que así siga siendo cuando se esclarezca quién mató y por qué motivos al concejal de IU en la corporación llanisca. Su alcalde, Enrique Riestra (Vecinos Por Llanes), y su socio popular en la coalición de gobierno local Juan Carlos Armas coinciden en echar mano de esa misma expresión -«realidades paralelas»- para describir la situación en Llanes desde que se produjese el hallazgo, en las proximidades de su domicilio, del cadáver del que también era su socio de IU en el gobierno local. Pero lo cierto es que la investigación no ha permitido borrar todavía ningún móvil de la pizarra de las hipótesis. El mar de fondo político forma parte del paisaje del concejo casi tanto como el Cantábrico mismo, y todos en Llanes parecen dar por sentado que, como el Cantábrico o como la cercana sierra del Cuera, seguirá ahí después de que el caso se resuelva. Todo lo que se sabe cinco semanas después del crimen se recorta contra ese fondo; de momento, como la figura sobre un paisaje.
Javier Ardines estaba más que familiarizado con ese mar de fondo, y no en el sentido figurado. Era patrón de pesquero -y de los más cualificados de la zona- y siguió siéndolo después de entrar no sin dudas en la concejalía como cabeza de lista de IU. Lo hizo como pieza que resultó decisiva para armar el cuatripartito que desbancó al PSOE de nueve mandatos encadenados con siete mayorías absolutas: Vecinos Por Llanes (VxLl), Foro Asturias, Partido Popular y el único representante de IU, él mismo. Se implicó hasta las cachas en la labor pública, pero renunció a su sueldo y siguió también faenando.
En sus tres años de actividad municipal demostró al frente de su concejalía -Medio Rural, Playas y Personal- tanto criterio y temple como un patrón habituado a vérselas con oleaje bravo. Lo tuvo que encarar en un área empeñada en varios frentes broncos. Uno de ellos, regularizar mediante procesos públicos el acceso a las plazas de funcionarios cubiertas por personal interino a lo largo de los mandatos previos del PSOE. Eso le llevó a encontronazos con los sindicatos que acabaron en juicios (por el momento, ganados por el ayuntamiento). Desde su militante defensa medioambiental del litoral llanisco -un concejo turístico, sin planeamiento urbanístico y en perpetuo riesgo de big-bang inmobiliario al que se ha motejado de «Marbella asturiana»-, también estableció una estricta regulación de los accesos a los Bufones de Pría, una zona de gran tirón turístico, y estuvo al frente de la concejalía el último tramo de la batalla legal para derribar en Barro el hotel Kaype. Otro enclave con expresivo mote mediterráneo: «El Algarrobico de Asturias».
El concejal fue pudiendo con todo ello sin aparente desgaste. Con lo que no pudo fue con la emboscada y el ataque que le costaron la vida apenas a 300 metros de su vivienda familiar en Belmonte de Pría. Lo que hasta el momento se sabe de un crimen que el Juzgado de Instrucción nº 1 de Llanes y la Unidad Central de Operaciones (UCO) de la Guardia Civil investigan con el mayor hermetismo es que sucedió en torno a las 6,00 de la mañana del 16 de agosto cuando Javier Ardines se dirigía a Llanes para salir a la mar en su embarcación, la Bramadoria . El concejal se topó con tres vallas atravesadas en la calzada que ya ha había tenido que sortear en dos ocasiones antes. Pero esta vez quien las puso le estaba esperando. Recibió tres golpes, según todos los indicios con un objeto romo; le alcanzaron en la frente, el rostro y la nuca. Ardines se defendió, según confirman las heridas halladas en sus manos. Consiguió avanzar unos 70 metros, pero fue alcanzado y murió asfixiado. Sin testigos. En una casa cercana escucharon voces, y uno de sus moradores halló el cadáver cuando salió a pasear a su perro, momentos después del crimen. El vehículo del concejal permanecía con la puerta abierta y el motor en marcha.
La investigación no ha descartado por el momento ninguna hipótesis: crimen personal, crimen pasional y también crimen político. Al edil no se le conocían enemigos personales y la conflictividad de su desempeño público tampoco se los habia procurado, que se sepa. Se ha interrogado repetidamente a vecinos, a funcionarios municipales, a personas que tuvieron relación personal o profesional con Ardines. Se han revisado cámaras de seguridad y se ha seguido el rastro de las llamadas en el móvil de la víctima. Se han reconstruido minuciosamente sus últimas 24 horas. Agentes con perros adiestrados peinan la zona del crimen. Los restos hallados en las manos han abierto también la vía a la investigación mediante ADN, por lo que se han tomado muestras a algunas personas para cotejarlas. Y ahí se agota por el momento la realidad desnuda de un crimen a cuya autoria, según parece, se van acercando poco a poco los investigadores. Todo lo demás, especulaciones.
La realidad política
En el otro plano, en el de la política, nada parece haber cambiado en esencia tras el suceso. Los grupos de la corporación se unieron en el dolor y la condena, pero el día a día ha vuelto ha imponerse. Es decir, el conflicto político como forma de vida municipal en los últimos tres años. Enrique Riestra, el edil de los independientes VxLl aupado a la alcaldía por sus socios del cuatripartito lo describe como «un clima extraño» en el que, eso sí, «al menos la gente se va posicionando y se van quitando las máscaras». Como los representantes de Foro y PP, habla de «lo difícil que es dar cada paso» en un ayuntamiento donde -asegura Marián García, de Foro, vicealcaldesa y concejala de Urbanismo- «tenemos que trabajar el doble, y eso en el mejor de los casos, para sacar el trabajo adelante».
Cita la edil como ejemplo una gestión de su competencia. «Para un contrato de arquitecto llevamos más de un año. El 11 de septiembre hizo un año que se inició el expediente, con todo el retraso que lleva la concejalía y dos arquitectas de baja». El ejemplo apunta a dos de los problemas mayores en el mar de fondo llanisco. Por un lado el urbanismo, con un Plan General de Ordenación (PGO) que «es el opuesto al que nos encontramos y que provocó que la gente se levantase» y que acaba de salir a trancas y barrancas de las alegaciones para encarar la recta final de su tramitación. El documento del PSOE de 2015 arrumbado por el cuatripartito contemplaba, según algunos expertos en urbanismo, un crecimiento de unas 8.100 viviendas, equivalente a una población de más de 28.000 personas, en un municipio que no llega a los 14.000 habitantes censados, si bien con un gran aumento de población en temporada turística. Otros cálculos elevan la cifra de nuevas viviendas a 13.000. En cualquiera de los casos, las alarmas de los opositores a ese PGO advertían del impacto medioambiental y no dejaban de señalar a las importantes plusvalías derivadas de la urbanización del suelo rústico del concejo.
El otro gran «caballo de batalla» está en la muy difícil relación del gobierno local con una buena parte del personal municipal, empezando por cargos decisivos como la secretaría o la intervención en una máquina administrativa forzosamente al ralentí. «Tenemos un número de bajas que rompe cualquier estadística y es 'vox populi' que el interventir no hace los presupuestos que hizo durante 25 años», cuenta el alcalde, aliviado por el curso favorable para sus intereses de los recursos interpuestos a la Oferta Pública de Empleo por algunos de los interinos afectados con el apoyo de UGT: «cuatro demandas, tres de ellas ganadas en primera instancia y dos de estas últimas ganadas también en el Tribunal Superior de Justicia de Asturias». Los casos que se están ganando -apostilla Riestra- «tenían el informe negativo del secretario municipal, que entendía que la gente no podía optar a presentarse a esa plazas; los jueces, y van cinco, le están quitando la razón».
«Es un ambiente de trabajo enrarecido», señala el concejal popular Juan Carlos Armas: «Llanes lleva con los mismos presupuestos desde 2016. El interventor dice que los tiene que hacer una empresa; contratamos una, y el secretario no dio el visto bueno. No entro en si está bien o mal hecho, pero todo suma». Y respecto a las plazas de interinos sacadas a oferta pública, «es algo que todos llevábamos en nuestros programas y que se tenía que haber hecho hace años». Coincide con su alcalde en que era «una obligación legal y sobre todo, moral».
Otros hechos de la relevancia politica y legal de la sentencia que ordenó el derribo del hotel Kaype también tuvieron su correspondiente interferencia administrativa. La licencia de edificación, recuerda Enrique Riestra, estaba respaldada en «un informe redactado de forma exprés por un arquitecto autónomo en 2012, con el visto bueno del arquitecto municipal», pero en una situación contractual irregularcon el ayuntamiento.
Frente a todo esto, Riestra se aferra a la «objetividad» de lo hecho en los últimos tres años: reducción de la deuda de 7,5 millones a la mitad, aumento de las inversiones, un PGO en pista de despegue, las OPE en marcha, la revitalización de la participación en los concejos abiertos o el cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica… Y una convicción de fondo: «La ciudadanía tiene que saber que en su ayuntamiento nunca más va a pasar lo que pasó».
«Estamos haciendo estas cosas en la misma institución que contrató a pelo, que organizaba certámene de la huerta presuntamente irregulares, donde se contrataba al presidente y al tesorero de Juventudes Socialistas sin bola como policías de verano, donde se partía un contrato -y hay sentencia firme en el campo de golf con el presidente de los constructores llaniscos, donde nos encontramos cuatro o cinco obras a demoler que podrían suponernos una debacle económica pero que estamos preparados para afrontar…», encadena Riestra.
Todo ese panorama sigue ahí, tan permanente como el mar o el perfil de la sierra. «Después de la muerte de Ardines no se ha hecho borrón y cuenta nueva, todo sigue igual; pero lo que sí ha sucedido es que todo esto ha sido de alguna manera un altavoz de los problemas que hace tiempo estamos viviendo en Llanes», comenta Juan Carlos Armas. Enrique Riestra piensa lo mismo, en relación a la etapa anterior: «Los que comian directamente, ya saben lo que hay; a lo que no, estos datos les darán qué pensar».
Pero ese pensamiento, al menos en caso de los ediles llaniscos, no se tolera llegar al territorio de la especulación sobre el crimen de Ardines, y mucho menos a expresarlo en público. «Cuando averigüen qué ha sucedido, todos descansaremos, pero el problema se quedará en Llanes porque forma parte de nuestro debate político. Al menos, podremos volver a enfocar las cosas solo en eso», dice Juan Carlos Armas. Marian García tampoco se hace muchas ilusiones al respecto. Aspira sin más a «que todo vuelva a la normalidad dentro de lo que puede ser la normalidad en Llanes».
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