sábado, 8 de diciembre de 2018

La nueva clase Obrera...

La clase obrera “se hace” empresariaPor Carmen Romero con viñeta de ElKoko


Glovo, Uber eat, Deliveroo son empresas que podríamos definir como repartidoras de “lo que sea”, si, “lo que sea”, así misma se define Glovo, compañía que incluso de entre sus secciones a la hora de hacer nuestro pedido deja un apartado dedicado a ‘lo que sea’. Podríamos preguntarnos entonces; dentro de ese ‘lo que sea’, ¿entra también la dignidad de la clase obrera?
El neoliberalismo intenta justificar esta praxis de falsos empresarios y falsos autónomos con la premisa de que son emprendedores que con un simple click pueden encontrar un trabajo rápido y flexible.
A su vez, también predican una supuesta contribución a la bajada del indice de paro, pero ¿a qué precio?, ya respondo yo: a un precio bastante caro. Estos falsos empresarios no cuentan con seguridad social, vacaciones y demás derechos a los que debería tener acceso un trabajador, porque no son empresarios, no son autónomos, son clase obrera explotada y precarizada a la que le hacen creer ser clase media.
La clase media, ese estatus social que esta ahora tan de moda acuñar cuando en realidad, no es otra cosa que una aspiración de la clase oprimida, un nuevo modo de opresión por parte de la clase dominante , un nuevo modo de control social.
Pensadores como Aristóteles o Rousseau ya cayeron en la cuenta de la necesidad de crear una clase social inexistente tal y como nos cuenta el ginebrino en el libro II de su obra El contrato social, aunque éste, con una mayor tendencia de homogeneización.
Nos hacen creer que somos clase media por tener acceso a internet, a la televisión, pero ¿somos clase media por poder acceder a ello o somos precariado por tener que acceder a lo anterior para creernos clase media? Puede sonar paradójico y hasta enrevesado en su primera lectura, pero a veces la clave está en el caos mas absoluto. No son privilegios, no somos privilegiados por ello, no es más que control social en pequeñas dosis de opio lenitivo para la no sublevación social, porque ¿quien va a protestar por unos simples derechos en pleno Black Friday?, ¿verdad? Aquí es donde entra en juego lo que Marx denominó Fetichismo de mercado, la necesidad de cubrir necesidades internas, traumas cansancio, estrés, una clara analogía con el papel de la Iglesia ak principio de los tiempos, ósea, la necesidad de tener una especie de fe en algo para tener fuerzas y seguir.
El individualismo burgués que nos presentan como un supuesto privilegio, falso privilegio que en realidad nos aísla, no nos asociamos, ósea, somos manipulables. No compartimos los problemas con un mismo grupo, no tenemos con quien darnos de la mano para luchar por lo que es nuestro, por lo que es justo.
‘’Cómo se lucha contra una realidad cuando la propia realidad contra la que se luchas la causa que impide luchar; cómo ganar el tiempo que no se tiene pero que abunda como nunca antes, Este es el laberinto que hay que resolver’’.
Frase del sociólogo Jorge Moruno en su obra No tengo tiempo, obra que me incitó a escribir esta crítica.
El tiempo como enemigo, como obstáculo ante el progreso diario, ésta es la idea. ¿Cómo obstaculiza el tiempo a estos falsos autónomos y en general a la clase más vulnerable?
Desde las empresas nombradas al principio del escrito, aseguran un horario flexible, organizado por el propio trabajador. La realidad es otra. Repartidores han declarado que con unos dos pedidos a la hora recorren de tres a diez kilómetros en bici por 5-10 euros. Pueden ‘’cogerse el día libre si tienes algún problema” pero “te suelen bajar las recomendaciones”. Esto recuerda a lo que Le Goff narra en sus estudios sobre la Edad Media; como en las industrias textiles flamencas del siglo XIV los empresarios textiles retrasaba la hora de los relojes con el fin de alargar las jornadas laborales.
En definitiva, jornadas laborales eternas en las que el verdadero empresario se favorece de la plusvalía mientras el obrero acata y calla, el Takos Aristotélico, que a mi forma de ver, se resume en: trabajamos para vivir, vivimos para trabajar. Vivimos en el futuro y no en el presente, ya que no tenemos tiempo.
Ten el momento, aprovéchalo, porque el capitalismo al final acabara con cada uno de nosotros y no habremos vivido nada.
Seguro que via WhatsApp, Facebook Twitter etc os han llegado mensajes tales como Carpe Diem, Tempus Fugit, el mítico Vita Flumine De Heráclito etc. Tópicos literarios, tópicos que en el contexto del famoso Club de los poetas muertos, Garcilaso de la Vega o Góngora pueden resumirse en una idea; ‘’Aprovecha el momento’’, pero yo, aunque suene utópico, los entendería de la siguiente forma: ten el momento, aprovéchalo, porque el capitalismo al final acabara con cada uno de nosotros y no habremos vivido nada.
Cabe preguntarse ahora cómo salir de aquí, cómo cambiar la visión. Hay una frase de Wilhelm Reich que me está rondando la cabeza desde que empece a escribir sobre el tema; ‘’El problema no es determinar las motivaciones que impulsan al hombre hambriento o explotado al robo o a la huelga; sino por qué la mayoría de los hambrientos no roba y por qué la mayoría de los explotados no va a la huelga.’’ O sea, el inmovilismo, la carencia de acción, la sumisión, porque ninguna revolución se gana compadeciendo, nadie siente las cadenas sin antes moverse.

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