Curva de tipos y guerra tecnológica complican el fin de año
J.C.Ureta.
El impresionante movimiento de ida y vuelta que han protagonizado las Bolsas esta primera semana de diciembre y el no menos impresionante aumento de la volatilidad al que estamos asistiendo, con sesiones verdaderamente de locos como la del pasado jueves, en la que el Dow Jones terminó en tablas después de haber ido perdiendo casi ochocientos puntos, ponen en serio peligro la expectativa de un rally de Navidad, que sigue siendo la esperanza de un buen número de inversores para finalizar decorosamente el complicadísimo año 2018.
Al final y tras unas jornadas de alta volatilidad, los inversores americanos han pasado de la esperanza de volver a los máximos anuales (esperanza que considerábamos ilusoria al terminar nuestro anterior comentario) al temor de que se puedan romper a la baja los mínimos del S&P de octubre o incluso los mínimos del pasado febrero. Un temor comprensible tras perder el Dow Jones un 4,5% en la semana, el S&P un 4,6% y el Nasdaq un 4,9%. Pérdidas que han tenido su reflejo en Europa, donde el Eurostoxx ha perdido un 3,6% en la semana y el Dax un 4,2%, en Japón donde Nikkei se dejaba el 3% y en las Bolsas emergentes, con el MSCI Emerging Markets en dólares cayendo el 1,3%.
La semana bursátil ha ido claramente de más a menos, con un inicio eufórico tras el aparente acuerdo entre Trump y Xi Jinping, que se presentó como el gran éxito de la cumbre del G20 celebrada el fin de semana pasado en Buenos Aires. A partir de ahí vino el enfriamiento de las Bolsas tras comprobar que ese acuerdo era una simple tregua transitoria sin avance ninguno en los temas de fondo, una tregua que puede dar paso, tras los tres meses de rigor, o incluso antes, a que se reabra la guerra. Una hipótesis que ganó puntos el miércoles por la noche, al ser detenida en Canadá una alta ejecutiva china, la hija del fundador de Huawei, mostrando al mundo algo que era ya bastante evidente, a saber, que la guerra real entre China y EE.UU. no se limita a los aranceles (trade war) sino que toca de lleno a la tecnología (tech war) y como consecuencia al liderazgo global futuro. Para rematar la semana, el viernes el informe de empleo americano de noviembrevino a confirmar las dudas sobre la fortaleza y sostenibilidad del crecimiento, justo en el momento en el que la Fed parece decidida a subir, por novena vez desde que empezó el ciclo, los tipos de interés.
La traducción bursátil de todo ello se puede resumir en una palabra, y esa palabra es debilidad. El S&P ha hecho un camino de ida y vuelta dentro de la banda en la que se viene moviendo estas últimas semanas. El lunes superó los 2.800 puntos, pero el jueves se acercó a los 2.600 en los mínimos de la sesión, aunque luego, como hemos dicho, tuvo una remontada bastante espectacular, solo para volver a caer el viernes acercándose de nuevo a los 2.600 puntos. Las Bolsas europeas, por su parte, sufrieron el jueves pasado su peor sesión desde el Brexit de junio de 2016. El Dax entró el jueves en territorio técnico bajista (bear market) al recortar más de un 20% desde los máximos anuales tras perder un 3,5% en la sesión. Otros índices importantes, como el ShanghaiComposite, el Kospi coreano o el Mib italiano hace tiempo que han entrado en "bear market" y hay un buen puñado de índices, como el CAC francés, el FTSE inglés, el Sensex indio, el Nasdaq, el Nikkei o el Stoxx Europe 600 que están en "corrección" técnica al perder más de un 10% desde los máximos.
En los últimos comentarios hemos venido insistiendo en que, así como en febrero el detonante de las caídas en las Bolsas fue la subida de tipos de interés, ahora es el crecimiento o, más bien, su desaceleración, lo que realmente preocupa a los inversores.
Esta semana hemos tenido tres nuevas señales que confirman ese punto de vista:
En primer lugar, la curva de tipos de los bonos del Tesoro americanos. Por primera vez en mucho tiempo, esta semana el tipo de interés del bono del Tesoro americano a 3 años ha superado al del bono a 5 años. Esta inversión de la curva, que puede extenderse a otros tramos, se considera un indicador anticipado de recesión. Sea o no esto así, la realidad es que hoy el Tesoro americano paga solo un 0,8% más en los bonos a 30 años que en las Letras a un mes. Es decir, menos de un punto porcentual por casi treinta años de plazo, lo que muestra que no se espera inflación. Un dato más es que el tipo del bono a 10 años, el T bond, ha pasado esta última semana del 3,02% al que empezó el lunes al 2,86% al que cerró el viernes, el mayor movimiento a la baja desde el año 2015. Lejos queda, por tanto, el temor de febrero a una fuerte subida de tipos.
En segundo lugar, el ya citado informe de empleo americano de noviembre publicado el viernes arrojó una creación de 155.000 puestos de trabajo frente a los 198.000 esperados y la subida de salarios por hora fue también inferior a la esperada (0,2% frente a 0,3%). Las Bolsas recibieron mal el informe con caídas, que fueron profundizando a lo largo de la sesión, cerrando el Dow y el S&P con pérdidas en la sesión de más del 2% y el Nasdaq con una caída del 3%.
En tercer lugar, el petróleo, que solo rebotó tímidamente el viernes tras el acuerdo de la OPEP y sus aliados (léase Rusia) de recortar en 1,2 millones de barriles al día la producción. La reacción inmediata al acuerdo fue una fuerte subida tanto del Brent como del crudo ligero americano (WTI) pero al final los futuros del WTI cerraron a 52,1 dólares, con una subida de tan sólo el 1,2% y los del Brent también cerraron muy por debajo de los máximos de la sesión, en medio de dudas crecientes sobre la demanda de crudo en 2019.
La preocupación sobre el crecimiento conecta de forma directa con el contencioso entre EE.UU. y China, que siendo, como hemos dicho, en realidad una lucha por el liderazgo global entre la potencia establecida y la emergente, uno de cuyos ángulos más importantes es el de la tecnología punta, aboca a la economía global a una larga contienda, que pasará factura al comercio y al crecimiento. La ya comentada detención de la hija del fundador de Huawei el miércoles pasado pone de relieve el delicado equilibrio político en el que vivimos y, aunque el motivo concreto de la detención sea la violación por la compañía china de la prohibición de comerciar con Irán, la realidad es que hace años que Huawei viene siendo monitorizada por sospechas de que pueda estar filtrando o utilizando indebidamente la tecnología punta a la que tiene acceso por sus contratos. Hace tan solo unos días British Telecom había prescindido de Huawei como proveedor de su red "core" 4G.
Tras las fuertes correcciones de la semana pasada el panorama bursátil es bastante desolador. Cuesta encontrar algún índice en positivo en lo que va de año. En EE.UU. el Dow, el S&P y el Russell están en pérdidas anuales y solo el Nasdaq sube un tímido 0,95% desde enero. En Europa todos bajan, salvo Noruega, y lo mismo cabe decir del Nikkei y del MSCI de emergentes en dólares que cae un 15,3% en el año. Las Bolsas rusa y brasileña suben en moneda local, pero en dólares bajan las dos. Desde un punto de vista técnico el pasado viernes el S&P hizo el llamado "cruce de la muerte", una figura muy temida por los chartistas, que se produce cuando la media móvil de 50 sesiones cruza a la baja a la media móvil de 200 sesiones.
El ambiente negativo lleva a los analistas americanos a preguntarse si los mínimos de octubre, en el entorno de los 2.600 puntos del S&P o al menos los de febrero, en el entorno de los 2.550 puntos, van a servir esta vez de soporte. Queda lejos por tanto el sueño del rally navideño, aunque en Bolsas tan volátiles como las que estamos viendo no cabe descartar nada.
Esta semana hay temas importantísimos: el Parlamento inglés vota el acuerdo del Brexit, se reúne el BCE en principio para poner fin a casi cuatro años de expansión de balance, se publica el IPC y las ventas minoristas de noviembre en EE.UU., se publica la encuesta ZEW alemana e Inditex publica sus cifras del tercer trimestre.
El voto sobre el Brexit puede desestabilizar más aún a una Europa en la que a los problemas de Italia se unen ahora los de Francia, con la revuelta de los "chalecos amarillos" (gilets jaunes). Pero lo más importante va a seguir siendo la evolución de la relación EEUU-China, una relación condicionada también por la difícil posición política interna en la que está poniendo al presidente americano la investigación del fiscal especial Robert Mueller.
Nos conformaríamos con una semana de consolidación en la que las Bolsas puedan evitar un deterioro mayor y salgan de los niveles tan delicados a los que las han llevado las fuertes caídas de la semana pasada.
El impresionante movimiento de ida y vuelta que han protagonizado las Bolsas esta primera semana de diciembre y el no menos impresionante aumento de la volatilidad al que estamos asistiendo, con sesiones verdaderamente de locos como la del pasado jueves, en la que el Dow Jones terminó en tablas después de haber ido perdiendo casi ochocientos puntos, ponen en serio peligro la expectativa de un rally de Navidad, que sigue siendo la esperanza de un buen número de inversores para finalizar decorosamente el complicadísimo año 2018.
Al final y tras unas jornadas de alta volatilidad, los inversores americanos han pasado de la esperanza de volver a los máximos anuales (esperanza que considerábamos ilusoria al terminar nuestro anterior comentario) al temor de que se puedan romper a la baja los mínimos del S&P de octubre o incluso los mínimos del pasado febrero. Un temor comprensible tras perder el Dow Jones un 4,5% en la semana, el S&P un 4,6% y el Nasdaq un 4,9%. Pérdidas que han tenido su reflejo en Europa, donde el Eurostoxx ha perdido un 3,6% en la semana y el Dax un 4,2%, en Japón donde Nikkei se dejaba el 3% y en las Bolsas emergentes, con el MSCI Emerging Markets en dólares cayendo el 1,3%.
La semana bursátil ha ido claramente de más a menos, con un inicio eufórico tras el aparente acuerdo entre Trump y Xi Jinping, que se presentó como el gran éxito de la cumbre del G20 celebrada el fin de semana pasado en Buenos Aires. A partir de ahí vino el enfriamiento de las Bolsas tras comprobar que ese acuerdo era una simple tregua transitoria sin avance ninguno en los temas de fondo, una tregua que puede dar paso, tras los tres meses de rigor, o incluso antes, a que se reabra la guerra. Una hipótesis que ganó puntos el miércoles por la noche, al ser detenida en Canadá una alta ejecutiva china, la hija del fundador de Huawei, mostrando al mundo algo que era ya bastante evidente, a saber, que la guerra real entre China y EE.UU. no se limita a los aranceles (trade war) sino que toca de lleno a la tecnología (tech war) y como consecuencia al liderazgo global futuro. Para rematar la semana, el viernes el informe de empleo americano de noviembrevino a confirmar las dudas sobre la fortaleza y sostenibilidad del crecimiento, justo en el momento en el que la Fed parece decidida a subir, por novena vez desde que empezó el ciclo, los tipos de interés.
La traducción bursátil de todo ello se puede resumir en una palabra, y esa palabra es debilidad. El S&P ha hecho un camino de ida y vuelta dentro de la banda en la que se viene moviendo estas últimas semanas. El lunes superó los 2.800 puntos, pero el jueves se acercó a los 2.600 en los mínimos de la sesión, aunque luego, como hemos dicho, tuvo una remontada bastante espectacular, solo para volver a caer el viernes acercándose de nuevo a los 2.600 puntos. Las Bolsas europeas, por su parte, sufrieron el jueves pasado su peor sesión desde el Brexit de junio de 2016. El Dax entró el jueves en territorio técnico bajista (bear market) al recortar más de un 20% desde los máximos anuales tras perder un 3,5% en la sesión. Otros índices importantes, como el ShanghaiComposite, el Kospi coreano o el Mib italiano hace tiempo que han entrado en "bear market" y hay un buen puñado de índices, como el CAC francés, el FTSE inglés, el Sensex indio, el Nasdaq, el Nikkei o el Stoxx Europe 600 que están en "corrección" técnica al perder más de un 10% desde los máximos.
En los últimos comentarios hemos venido insistiendo en que, así como en febrero el detonante de las caídas en las Bolsas fue la subida de tipos de interés, ahora es el crecimiento o, más bien, su desaceleración, lo que realmente preocupa a los inversores.
Esta semana hemos tenido tres nuevas señales que confirman ese punto de vista:
En primer lugar, la curva de tipos de los bonos del Tesoro americanos. Por primera vez en mucho tiempo, esta semana el tipo de interés del bono del Tesoro americano a 3 años ha superado al del bono a 5 años. Esta inversión de la curva, que puede extenderse a otros tramos, se considera un indicador anticipado de recesión. Sea o no esto así, la realidad es que hoy el Tesoro americano paga solo un 0,8% más en los bonos a 30 años que en las Letras a un mes. Es decir, menos de un punto porcentual por casi treinta años de plazo, lo que muestra que no se espera inflación. Un dato más es que el tipo del bono a 10 años, el T bond, ha pasado esta última semana del 3,02% al que empezó el lunes al 2,86% al que cerró el viernes, el mayor movimiento a la baja desde el año 2015. Lejos queda, por tanto, el temor de febrero a una fuerte subida de tipos.
En segundo lugar, el ya citado informe de empleo americano de noviembre publicado el viernes arrojó una creación de 155.000 puestos de trabajo frente a los 198.000 esperados y la subida de salarios por hora fue también inferior a la esperada (0,2% frente a 0,3%). Las Bolsas recibieron mal el informe con caídas, que fueron profundizando a lo largo de la sesión, cerrando el Dow y el S&P con pérdidas en la sesión de más del 2% y el Nasdaq con una caída del 3%.
En tercer lugar, el petróleo, que solo rebotó tímidamente el viernes tras el acuerdo de la OPEP y sus aliados (léase Rusia) de recortar en 1,2 millones de barriles al día la producción. La reacción inmediata al acuerdo fue una fuerte subida tanto del Brent como del crudo ligero americano (WTI) pero al final los futuros del WTI cerraron a 52,1 dólares, con una subida de tan sólo el 1,2% y los del Brent también cerraron muy por debajo de los máximos de la sesión, en medio de dudas crecientes sobre la demanda de crudo en 2019.
La preocupación sobre el crecimiento conecta de forma directa con el contencioso entre EE.UU. y China, que siendo, como hemos dicho, en realidad una lucha por el liderazgo global entre la potencia establecida y la emergente, uno de cuyos ángulos más importantes es el de la tecnología punta, aboca a la economía global a una larga contienda, que pasará factura al comercio y al crecimiento. La ya comentada detención de la hija del fundador de Huawei el miércoles pasado pone de relieve el delicado equilibrio político en el que vivimos y, aunque el motivo concreto de la detención sea la violación por la compañía china de la prohibición de comerciar con Irán, la realidad es que hace años que Huawei viene siendo monitorizada por sospechas de que pueda estar filtrando o utilizando indebidamente la tecnología punta a la que tiene acceso por sus contratos. Hace tan solo unos días British Telecom había prescindido de Huawei como proveedor de su red "core" 4G.
Tras las fuertes correcciones de la semana pasada el panorama bursátil es bastante desolador. Cuesta encontrar algún índice en positivo en lo que va de año. En EE.UU. el Dow, el S&P y el Russell están en pérdidas anuales y solo el Nasdaq sube un tímido 0,95% desde enero. En Europa todos bajan, salvo Noruega, y lo mismo cabe decir del Nikkei y del MSCI de emergentes en dólares que cae un 15,3% en el año. Las Bolsas rusa y brasileña suben en moneda local, pero en dólares bajan las dos. Desde un punto de vista técnico el pasado viernes el S&P hizo el llamado "cruce de la muerte", una figura muy temida por los chartistas, que se produce cuando la media móvil de 50 sesiones cruza a la baja a la media móvil de 200 sesiones.
El ambiente negativo lleva a los analistas americanos a preguntarse si los mínimos de octubre, en el entorno de los 2.600 puntos del S&P o al menos los de febrero, en el entorno de los 2.550 puntos, van a servir esta vez de soporte. Queda lejos por tanto el sueño del rally navideño, aunque en Bolsas tan volátiles como las que estamos viendo no cabe descartar nada.
Esta semana hay temas importantísimos: el Parlamento inglés vota el acuerdo del Brexit, se reúne el BCE en principio para poner fin a casi cuatro años de expansión de balance, se publica el IPC y las ventas minoristas de noviembre en EE.UU., se publica la encuesta ZEW alemana e Inditex publica sus cifras del tercer trimestre.
El voto sobre el Brexit puede desestabilizar más aún a una Europa en la que a los problemas de Italia se unen ahora los de Francia, con la revuelta de los "chalecos amarillos" (gilets jaunes). Pero lo más importante va a seguir siendo la evolución de la relación EEUU-China, una relación condicionada también por la difícil posición política interna en la que está poniendo al presidente americano la investigación del fiscal especial Robert Mueller.
Nos conformaríamos con una semana de consolidación en la que las Bolsas puedan evitar un deterioro mayor y salgan de los niveles tan delicados a los que las han llevado las fuertes caídas de la semana pasada.
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