lunes, 3 de diciembre de 2018

Sanchez ....touché!

Se hacía impensable que Pedro Sánchez y el PSOE sufrieran una pesadilla a la primera de cambio, en terreno muy favorable. Impensable. Se daba por descontado que Susana Díaz ganaría en Andalucía, que habría desgaste, sí, pero que al final mantendría el Gobierno con el apoyo de Podemos e Izquierda Unida. A fin de cuentas, la comunidad era su región fetiche, su bastión inexpugnable, su feudo histórico. Pero el 2-D sorprendió a peor en la casa socialista. Se vivió un batacazo cruento e inédito. Completamente inesperado. No hubo 'efecto Moncloa' ni 'efecto Sánchez'. Todo lo contrario.
El tsunami de la derecha devoró al final a la baronesa andaluza, hundiéndola muy por debajo de los pronósticos más pesimistas, y aboca a la muerte del poderío socialista en la Junta después de 36 años ininterrumpidos. Pero los daños estructurales que infligieron las urnas al PSOE-A también erosionan al propio presidente, llegado hace solo seis meses a La Moncloa y que tenía por delante su primera prueba de fuego en un terreno 'a priori' muy favorable. La debacle de la jefa de la Junta alejaría, al menos por ahora, la hipótesis de un adelanto inminente de las generales, dado que el desgaste del partido se ha demostrado mucho mayor de lo esperado y toca "reflexionar" y resolver la gobernabilidad andaluza, que puede llevar tiempo. Pero ahora el PSOE se dedicará primero a otra batalla, "liderar el frente de la democracia frente al miedo" para parar el preocupante avance de la extrema derecha de Vox. A la movilización de la izquierda. Y en ese sentido, podría inclinar la balanza a favor de un anticipo, para agitar la bandera del miedo contra el regreso de los ultraconservadores.
Los datos del 2-D, volcados en la web institucional del Ejecutivo andaluz minutos antes de las 10 de la noche, eran auténticamente heladores para el PSOE. No había ningún atisbo de oxígeno. Ninguno, más allá del galón de partido más votado en toda la comunidad y en siete de las ocho provincias (todas, menos Almería). Díaz cayó a plomo: de los 47 escaños de 2015 y el 35,41% —el peor resultado en porcentaje de votos, aunque con los mismos diputados que consiguió José Antonio Griñán en 2012— pasó a las 33 actas y el 27,95%(1.009.243 sufragios, 400.000 menos), con el 99,92% escrutado: 7,46 puntos y 14 parlamentarios menos que hace solo tres años. El peor resultado histórico del PSOE-A. Cifras devastadoras, que ninguna encuesta fue capaz de anticipar. Todas se quedaron muy cortas (más aún la del CIS) a la hora de dibujar el desmoronamiento de Díaz y la eclosión, con tantísima fuerza, de Vox. Un bajón tan "inesperado" del PSOE-A que castiga inequívocamente a Sánchez y a su proyecto que apenas ha tenido tiempo de maduración.
El descalabro del PSOE es monumental: cae 14 escaños y más de siete puntos de una tacada. Las derechas suman 59 parlamentarios

El nuevo hemiciclo que sale de este 2-D, fruto de una participación bajísima (58,65%), es el resultado de un vuelco verdaderamente histórico. Tras los socialistas, se situó el PP de Juanma Moreno (26 escaños y un 20,75%, por las 33 actas y el 26,74% de 2015); Ciudadanos, con Juan Marín de candidato (18,19% y 21 parlamentarios, la auténtica revelación de estos comicios, puesto que partía de nueve representantes y un 9,28%); Adelante Andalucía, liderada por Teresa Rodríguez (16,18% y 17 asientos, tres menos que los que sumaban Podemos e IU en las pasadas elecciones), y finalmente la formación de ultraderecha Vox, que debuta en la Cámara autonómica con 12 representantes y un 10,97% de las papeletas. Las derechas de PP, Cs y Vox suman 59 escaños, cuatro por encima de la mayoría absoluta, con capacidad para desalojar al PSOE después de 36 años liderando Andalucía. Y es la opción que se presume más probable.

Inquietud desde el primer minuto

Los socialistas no parecen tener ya muchas opciones de mantenerse en el poder. Solo podrían alcanzar el umbral de los 55 diputados atrayendo a morados y naranjas, una alianza que hasta ahora siempre se ha probado imposible. O bien tirando de populares y Cs, otra alternativa 'a priori' inviable. Cs tenía en esta ocasión incentivos suficientes para tumbar a Díaz y promover la alternativa en la única autonomía española que ha tenido siempre un Gobierno regional del mismo color desde la Transición. Y no dudó nada, según quedó claro en las declaraciones de Marín y de su jefe de filas, Albert Rivera, en la noche de este 2-D de que apoyaría el cambio en el Ejecutivo —con Marín de candidato a la presidencia de la Junta, con el apoyo de PP y PSOE—, con lo que el PSOE está virtualmente fuera del poder en la Junta, aunque ni en Ferraz ni en Sevilla se asumiera ese abrupto e imprevisto desalojo. No obstante, el camino que parece tomar Cs sirven en bandeja a Sánchez, a la vez, un argumento poderoso: que Cs pacta no solo con el PP sino con la extrema derecha.
"El combate que nos compete es liderar el frente de la democracia, la batalla de la democracia frente al miedo", señala Ábalos desde Ferraz
Díaz no dio un paso atrás. No al menos este 2-D. La presidenta en funciones, de manera coordinada con Ferraz, se dedicó a construir el relato. Preguntó a PP y Ciudadanos si dejarán que Vox sea la llave del nuevo Gobierno e hizo un llamamiento a las fuerzas constitucionalistas para "parar" a la ultraderecha. "Yo al menos lo voy a intentar, y que cada partido diga lo que quiere". Que se retraten, vino a decir. "Que digan [PP y Cs] si están dispuestos a unir sus votos a un partido xenófobo, racista y machista. El PSOE será un dique de contención de la extrema derecha".
La misma línea argumental desplegó José Luis Ábalos, secretario de Organización y ministro de Fomento. "El combate que nos compete es liderar el frente de la democracia, la batalla de la democracia frente al miedo", subrayó, en una comparecencia sin preguntas, pasadas las 23:30. El PSOE, insistió, tiene la "responsabilidad de no permitir que la ultraderecha marque la agenda política o el rumbo de Andalucía". El número tres venía a afirmar así que la irrupción de Vox no tiene por qué llevar a un cambio de planes en toda España, a que todo gire en torno al avance de la ultraderecha. La dirección se sumerge, por tanto, en una batalla de más largo aliento, abanderar la preservación de la democracia frente a las derechas, lo que se traduce en que el PSOE pondrá su maquinaria a punto para trasladar ese mensaje: movilización a tope de su electorado y de la izquierda para detener a los ultraconservadores.

No hay comentarios: