La fragilidad interna de Unidas Podemos, una alianza electoral que agrupa a distintos actores situados en el espacio a la izquierda del PSOE, se ha vuelto a poner de manifiesto durante las últimas horas tras constatarse el fracaso de las negociaciones. El liderazgo de Pablo Iglesias, también. Pese a habérsele aplaudido de forma unánime el gesto de echarse a un lado, exigido por Pedro Sánchez para facilitar el acuerdo entre ambos partidos, no todos comparten las decisiones tomadas durante las últimas horas. La gestión de las infructuosas negociaciones y la decisión sobre el sentido del voto este jueves en la investidura han espoleado la división de opiniones dentro del grupo confederal de Unidas Podemos.
Divergencias que, según fuentes del grupo, se pusieron sobre la mesa durante la reunión previa al inicio del debate. Divergencias "sanas dentro del debate político", rebajan fuentes del grupo, o posiciones contrapuestas de calado, según explicaban otras fuentes presenciales en la reunión, asegurando que dentro de Podemos hubo quien planteó inclinarse por votar sí a Pedro Sánchez.
"Hubo opiniones de todo tipo", añadían estas mismas fuentes presenciales, dando a entender que se planteó desde el sí hasta el no. La opción de seguir el modelo portugués, apoyando al Gobierno desde fuera y estableciendo acuerdos puntuales, es la preferida para una parte de los diputados. La discusión respecto a buscar una coalición o simplemente un pacto de legislatura ya se mantuvo en la última reunión del Consejo Ciudadano Estatal, el máximo órgano de decisión entre asambleas, imponiéndose por mayoría la primera opción.
Una división de opiniones que, además, se enmarca en un periodo de reconstrucción del proyecto del denominado espacio, determinado no solo por el fracaso electoral en las elecciones municipales y autonómicas, sino por las escisiones y la ruptura de alianzas, tanto municipales (Ahora Madrid) como autonómicas (En Marea o Compromís). Un proceso de reconstrucción que, precisamente, quedó congelado a la espera de resolver la investidura y que parece interferir en ella.
Más allá de la autonomía de las confluencias catalana y gallega, así como de IU y el representante de Equo, dentro de Podemos también ha habido debate. Incluso en IU se aportaron distintos argumentos. Finalmente todos los diputados del grupo confederal optaron por consensuar la abstención, siguiendo la línea ya adoptada por IU y En Comú Podem, pero no porque hubiese unanimidad y sin evitar los reproches por la situación abierta. IU advirtió de que estaba mediando e insistió en pedir un receso antes de la votación para buscar un último acuerdo, pero no hubo forma. Las palabras de Adriana Lastra, muy crítica con la última oferta de Iglesias, lo hacían inútil y tampoco lo concedió Batet, la presidenta del Congreso.
Fuentes del grupo señalan que Alberto Garzón estaría actuando más para reforzar su perfil propio y tratar de contentar a todas las sensibilidades de su formación, con un sector nada desdeñable que apuesta por seguir el modelo portugués, que por tener una posición posibilista incompatible con la de Pablo Iglesias. Pero durante la sesión se le vio aplaudir con muy poco entusiasmo a Iglesias. Su imagen era similar a la de Francisco de la Torre, el diputado crítico de Ciudadanos que dimitió tras la sesión.
Durante la negociación, IU apenas tuvo protagonismo. Solo al final, Garzónmedió con la ministra María Jesús Montero. Fuentes socialistas explican que Garzón les trasladó durante la negociación su extrañeza sobre quién iba a controlar Igualdad, mientras que Echenique y Belarra, los negociadores de Podemos, le hacían llegar que no se la habían ofrecido. Y, desde el Gobierno, le replicaban lo contrario, que desde el sábado estaban dispuesta a cederla.
La desconfianza se instaló entre IU y Podemos. Como dejó claro el portavoz del PNV, Aitor Esteban, desde la tribuna, cuando reprochó a Iglesias su ambición: "Su tozudez ha estado a punto de suponer una quiebra entre IU y Podemos que al final no se va a escenificar aquí".
La discusión dentro del grupo confederal ha estallado en un momento de máxima transcendencia. El pasado martes, en la primera votación, IU ya defendió la abstención, no tanto para facilitar las negociaciones de cara a alcanzar un gobierno de coalición, como era el caso de Podemos, sino para explicitar la "voluntad de alcanzar un acuerdo sobre la base de un programa de izquierdas vinculado también a tener garantías de que el mismo vaya a cumplirse".
En el informe político electoral de la Asamblea Político y Social de IU, celebrada el pasado mes de junio, se calificaba el gobierno de coalición como "el objetivo de Podemos y de la opción preferida por una parte importante de nuestro electorado". Sin embargo, se argumentaba que "no promete ninguna garantía", pese a presentar "la oportunidad de aprovechar los exiguos recursos (presencia institucional) que nos deja el ciclo político-electoral para traducirlos en políticas que mejoren la vida de la gente trabajadora en un nuevo escenario multipartidista". Asimismo, se señalaba un "riesgo conocido: que nuestro proyecto se diluya, perdiendo su autonomía en un proceso de 'subalternización' definitivo que además nos acabe enclaustrando en el ámbito institucional".
Sobre el modelo a la portuguesa, con un gobierno en solitario, se analizaba que sería un escenario en el que "aprobaríamos aquellas medidas que fueran beneficiosas para la clase trabajadora y los sectores populares y rechazaríamos las lesivas para sus intereses. Nuestro compromiso sería en torno a medidas programáticas concretas y brindaríamos nuestros apoyos puntuales únicamente desde el Congreso. Así, podríamos reforzar nuestro perfil propio con cintura parlamentaria, pero sin grandes renuncias". Con todo, se señalaba también un riesgo: "que el PSOE pueda rentabilizar todas las propuestas de izquierdas que se pongan en marcha aún más ventajosas que meses atrás".
No hay comentarios:
Publicar un comentario